EL PAíS
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Posse, el canciller de Fujimori
› Por Miguel Bonasso
No pocos intereses y personajes oscuros le intentan “armar” el gabinete a Néstor Kirchner con las consabidas operaciones de prensa. Ignoran la sabia máxima de aquel sindicalista mexicano –de larga permanencia en el poder– que solía aconsejar a los políticos del PRI: “El que se mueve no sale en la foto”. Ese podría ser el caso del actual embajador en España, Abel Parentini Posse, que suele firmar novelas sobre Evita y el Che omitiendo el Parentini. Varios medios vienen “candidateando” en los últimos días a Parentini como posible canciller del nuevo gobierno constitucional. Pero no hace falta acudir a los diarios para establecer que el currículum político diplomático del “candidato” a ministro de Relaciones Exteriores entraría en flagrante contradicción con la profesión de fe democrática formulada por el presidente Kirchner después de que su rival tuviera en vilo a la ciudadanía antes de fugarse.
En una carta dirigida a un colega –cuyo nombre se reserva– Parentini Posse dice textualmente: “Fui a Venecia enviado por el peronismo, llegué en marzo del ’73”. (Aquí cabría acotar que recién el 11 de marzo de 1973 el peronismo –proscrito durante 18 años– ganó las elecciones pero que el presidente Héctor J. Cámpora recién asumió el 25 de mayo de ese año. Es decir que Posse fue designado por la dictadura militar presidida por el teniente general Alejandro Agustín Lanusse). Y sigue: “Me quedé –admirablemente– hasta 1979”. (Cuesta entender lo que le causa tanta admiración.) Continúa: “El golpe de Videla fue en marzo de 1976. En aquel delicioso consulado (de Venecia) pasé los primeros tres años de la dictadura”. (Miles de compatriotas habían pasado durante esos mismos tres años por parajes nada “deliciosos” como la ESMA o Campo de Mayo, para acabar sus vidas en los vuelos de la muerte.) Prosigue la autojustificación, que asume las características de una confesión involuntaria: “Me pusieron en disponibilidad. Me quisieron echar por ‘Los bogavantes’. Un primo almirante y el embajador en Italia, general Betti, me salvaron”. (No de la muerte, ciertamente, sino de perder la pitanza en la Cancillería.)
“En 1981 –reconoce el candidato a canciller– después de una etapa en Buenos Aires sin funciones especiales (hacía, como siempre, los discursos de la Cancillería), mi amigo Tomás de Anchorena, embajador, me invitó para ir a Francia como jefe de la parte cultural (en el Centro Cultural de la embajada en la rue Pierre 1er. de Serbie 27. Que no tenía nada que ver con el Centro Piloto de los marinos...).”
Pero en 1983, cuando retornó la democracia, allí estaba Parentini Posse, dispuesto a servirla. Como él mismo escribiera en El Mundo de Madrid, en octubre de 1999: “No se los odia (a los políticos arribistas). Están allí, haciendo su carrera administrativa de puesto público en puesto público como pajarillo de rama en rama”. Su próxima rama, durante el gobierno de Raúl Alfonsín, fue el embajador Ortiz de Rozas, que lo hizo ministro en su embajada. Con Carlos Menem fue ascendido a embajador “con acuerdo de los dos partidos”. Y luego, ya se sabe, vino la Alianza y, por fin, Eduardo Duhalde, para quien ha prestado servicios en la Villa del Oso y el Madroño, que no es tan deliciosa como Venecia, quizás, pero tiene lo suyo.
Antes, como embajador de Menem, pasó por el Perú de Alberto Fujimori, cuya política de “derechos humanos” elogió, mientras criticaba abiertamente a la Comisión de Derechos Humanos de la OEA que había cuestionado severamente los tribunales militares de aquel gobierno atroz y sus flagrantes violaciones a las leyes humanitarias más elementales. Parentini Posse recibió un reto del palacio San Martín, pero como señaló entonces Martín Granovsky en Página/12: “El apoyo para Fujimori fue vital”. A tal punto que la propia embajadora peruana nutrió su oratoria con la prosa del autor de Los Bogavantes. Hay muchos otros datos y citas para probar que el ex funcionario de la dictadura militar no se compadece con los ideales democráticos del próximo gobierno. Basta uno para cerrar: en el autodenominado Foro de la Verdad Histórica, editado en la web por la “Asociación de ex combatientes contra el terrorismo en la Argentina”, se reproduce con admiración una columna de Parentini Posse publicada el 10 de noviembre de 1999 en La Nación donde el apoyador de Fujimori descarga sus iras contra Baltasar Garzón y el juicio de Madrid contra el terrorismo de Estado en la Argentina. Según el Foro de “ex combatientes”, la “valiente actitud” de Parentini Posse contrasta “con tantos silencios cómplices, cobardes o especulativos” y con “las ansias estériles de venganza de los retazos de los ideólogos del terrorismo marxista, derrotado en todos los terrenos, aquí y en el mundo”.
La verdad es que con su autodefensa y esos propagandistas de su obra, el “candidato” a canciller ni siquiera necesita detractores.