Dom 30.09.2012

EL PAíS  › LOS QUE ESTAN DETRAS DE LAS PROTESTAS

Radiografía cacerolera

Los que llaman a manifestar son grupos cercanos al PRO, Unión por Todos, la Sociedad Rural y el Episcopado. Usan la web para convocar y disimular su pertenencia política.

› Por Nicolás Lantos

El agradecimiento que circuló por la web a las principales páginas que convocaron el 13-S.

El poeta romano Juvenal escribió en sus Sátiras “Quis custodiet ipsos custodes?”, frase que con el paso del tiempo se volvió uno de los grandes nudos de la política moderna: ¿Quién vigila a los que vigilan? Antes, durante y después de las manifestaciones opositoras del 13 de septiembre se insistió con la naturaleza “espontánea” de las protestas y se destacó que ningún partido político formó parte de la organización, dándoles a esas dos características el halo de virtud. Sin embargo, ninguna de esas dos afirmaciones son ciertas: la protesta del 13-S (al igual que otras menores como la que se dio en Nueva York la semana pasada frente al hotel en el que estaba alojada CFK) estuvo cuidadosamente planificada y difundida desde espacios confluyentes a partidos como el PRO y Unión por Todos, grupos políticos difusos como el justicialismo disidente y organizaciones sectoriales como la Sociedad Rural y el Episcopado Argentino. Así las cosas, y parafraseando a Juvenal, cabe preguntarse: ¿Quién convoca a los autoconvocados?

La protesta fue “convocada por las redes sociales”, se repitió luego del 13-S. Es cierto que Facebook y Twitter fueron herramientas cruciales para garantizar la masividad que tuvieron los cacerolazos en la ciudad de Buenos Aires y algunas urbes del interior. Sin embargo, se trató solamente del medio a través del cual se difundió el llamado a marchar contra el gobierno kirchnerista. Un medio sumamente eficiente para hacer masivo (viralizar) contenido de todo tipo, tanto como para enmascarar a los verdaderos emisores de ese mensaje. Es que, aunque parezca redundante advertirlo, las redes sociales no convocan, sino que son meramente el canal mediante el cual se realiza la convocatoria.

Y aunque resulta virtualmente imposible rastrear los orígenes de una campaña viralizada, cuando está bien hecha, algunos nombres se repiten detrás de los carteles confeccionados en Photoshop, las arengas y los eventos que, con dos semanas de anticipación, llamaban a marchar con consignas heterogéneas. Desenmascarados en primera instancia mediante las mismas redes por militantes kirchneristas, Página/12 pudo comprobar que muchos de ellos tienen vinculaciones, a veces estrechas, con los mismos espacios políticos que celebraron la supuesta espontaneidad de la protesta, a la vez que cuentan con el know-how de cómo utilizar al 2.0 para sus fines con la mayor efectividad posible.

Es el caso de Luciano Bugallo y Martín Urdaniz, dos nombres que aparecen constantemente vinculados: el primero trabaja como administrador, particularmente en negocios vinculados al agro, que le valieron contactos con la Sociedad Rural Argentina (de la que es miembro y en la que llegó a ocupar cargos); el segundo un ingeniero especialista en community management y social media, es decir, el arte de dar publicidad a cosas a través de las redes sociales. Los dos aparecen entre los administradores de la mayoría de los grupos de Facebook desde los cuales se realizó la convocatoria, como El Cipayo y Argentina Contra K, entre otros.

Ambos, además, participaron y participan de una serie de emprendimientos “ciudadanos”, en forma de ONG, think tanks y páginas web en los que se agrupan opositores. Grupo Ceibo, Red de Encuentro Ciudadano y Pensando Argentina son los nombres de algunos de estos emprendimientos, desde donde no sólo se despotrica contra el gobierno nacional: la oposición al aborto no punible, a los juicios a los represores y al matrimonio homosexual son otros tópicos recurrentes.

El aparato 2.0 desde el que se realizó la planificada convocatoria al cacerolazo de septiembre no es autónomo: según informó este mismo diario en junio, cuando (pocos lo recuerdan) se realizó una operación similar que desembocó en un cacerolazo de pocos cientos de personas, tanto Bugallo como Urdaniz formaron parte de la Fundación Fragua, en la que tiene un rol fuerte Maximiliano Gulmanelli, director general de Educación de Gestión Estatal de la Ciudad, y ex asesor de Santiago de Estrada, “el Obispo”, hombre del Episcopado en el PRO. Otro espacio en el que coincidieron fue Argentina Ciudadana, una fundación cuya cara visible es el legislador macrista Sergio Bergman.

La presencia de Bergman y otras figuras del macrismo en la marcha, entonces, no se trató de una adhesión: fueron a participar de algo que ellos mismos propiciaron. No fueron los únicos: también hizo acto de presencia en la Plaza de Mayo Patricia Bullrich, como pudo apreciarse en las fotos donde se la vio bailando con el legislador PRO Juan Pablo Arenaza y los jóvenes del Partido Liberal Libertario en ropa interior: ¿cómo iba a faltar, si ella misma, a través de su partido unipersonal Unión por Todos, fue la que contrató a la camioneta que arengaba a los asistentes a través de los altoparlantes? Quizás, en su afán de diferenciarse del kirchnerismo, la oposición quiso dar la imagen de que estaban desunidos y desorganizados. Pero la realidad es otra bien distinta.

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