EL PAíS
› POR UN ACUERDO CON EL MUNICIPIO, SE ABREN FUENTES DE TRABAJO
Colectiveros propietarios en Luján
En el último año, las cuatro líneas de colectivos de Luján se convirtieron en emprendimientos de los choferes por el retiro de los dueños. Firmaron un convenio con el intendente Miguel Prince como empresa social.
› Por Laura Vales
¿Una ciudad en la que todas las líneas de colectivos son de los choferes? Todas. ¿Y qué pasó con las empresas de transporte? “Algunas quebraron, otras abandonaron el servicio dejando a los trabajadores en la calle y hubo las que incumplieron con la concesión hasta que les incautamos los micros”, dicen en la municipalidad de Luján. El resultado fue que en el último año las cuatro líneas de pasajeros se convirtieron en emprendimientos de los conductores. Todos hombres grandes, con edades que van entre los cuarenta y los sesenta años, que se juegan de esta manera su carta para no quedar desocupados.
Ayer, después de prestar durante los meses del verano el servicio a prueba, uno de estos grupos de choferes firmó con el Ejecutivo local un convenio que los impulsa como una experiencia de economía social. Con ese contrato accedieron a un recorrido urbano por diez años, aunque como contraprestación no tengan para ofrecer mucho más que un compromiso de trabajo: si bien son dueños de un par de vehículos, todavía están alquilando la mayoría de los micros.
El acuerdo legal les abre una puerta para consolidarse porque les permitirá acceder al gasoil a precio más barato, en igualdad con las compañías del sector, y pedir subsidios tarifarios.
Domingo Giacovini (56 años, 26 como conductor) y Héctor Rivero (de 49) firmaron en nombre de los ex empleados de la línea 500. Al salón donde se realizó el acto se acercó una decena de colegas para llevar su apoyo.
“Los felicito por el esfuerzo y el compañerismo”, les dijo el intendente Miguel Prince. Los choferes aguantaron firmes hasta donde pudieron y después lloraron a mares.
“Venimos de cuatro o cinco años de conflicto. Cada vez que tengo que explicarlo es un lío: de estar con una empresa que cerró pasamos a ser contratados por una cooperativa que al tiempo se transformó en sociedad anónima, que duró tres meses y nos pagó uno sólo y entonces otra vez tuvimos que empezar la misma historia”, contó uno de ellos más tarde. Las historias de los demás tenían leves variaciones sobre el mismo argumento.
Ahora se organizaron bajo la forma de sociedades de responsabilidad limitada. “La fórmula de la SRL fue la más cómoda, pero hacia adentro nos organizamos como una cooperativa, cobramos todos igual. Nos dividimos la recaudación al final del día”, señaló Rivero. En conjunto, entre las cuatro iniciativas, dos urbanas y dos interurbanas, están manteniendo unos 70 empleos.
En el Ejecutivo local dicen que a partir de las experiencias de cierres e incumplimientos llamaron a una última licitación a la que no se presentó nadie. Habían puesto como condición que los nuevos contratantes garantizaran la continuidad de los trabajadores y concedido algunos reclamos, como fijar un boleto estudiantil que hasta entonces era gratuito en diez centavos, pero no hubo interés en la convocatoria.
“Finalmente tomamos la decisión institucional de que sean los trabajadores quienes prestaran el servicio”, señaló el intendente. Como el mecanismo era novedoso y todo el proceso había sido difícil, lo probaron y en esta etapa están avanzando con los convenios.
Luján tiene 110 mil habitantes, con índices de desocupación que crecieron a partir del cierre de los complejos textiles de Flandria. Según los datos del secretario de Gobierno local, en el distrito hay 3800 hogares que viven de un plan para Jefes y Jefas de Hogar.
Junto con la experiencia del transporte, el municipio está impulsando entre los desocupados la formación de cooperativas de cartoneros y de emprendimientos textiles con el personal de los antiguos talleres de Flandria.
La actividad aquí es bastante distinta que conducir en Buenos Aires. Aunque la ciudad es grande, cuenta Marcelo Escobada, “nosotros conocemos a los clientes porque casi todo el que se sube al colectivo es para ir a trabajar. Y acá es común viajar de fiado. Las chicas que son empleadasdomésticas, por ejemplo, cuando llega el 20 de cada mes se quedan sin plata y entonces nos manejamos así, el día que cobran nos pagan todo junto”.
Escobada integra la línea con más tiempo de funcionamiento y con el tiempo han conseguido llegar a un sueldo mínimo. Tienen cuatro unidades, dos propias y dos todavía a crédito. Todavía no tienen obra social y casi todos descubrieron que les faltaban aportes jubilatorios. En algunos grupos hubo progresos como para incorporar a otros más jóvenes. En la calle, los vecinos opinaron que el servicio es mejor que antes, aunque todavía está rengo. Casi todos los consultados conocían lo ocurrido y se habían enterado de las ollas populares o los campamentos de protesta.