EL PAíS › LO QUE SE VIO Y SE ESCUCHO
› Por Sebastian Abrevaya
- Repetida. A pesar de la multiplicidad de consignas y reclamos, una de las más repetidas fue contra la reforma de la Constitución Nacional. “Nos juntamos 30 jóvenes con ganas de hacer algo, juntamos la plata y lo hicimos”, explicó a Página/12 uno de los diez jóvenes que desplegaron una bandera de 50 metros de largo y cuatro de ancho con la frase: “Respeto a la Constitución. No a la re-reelección”.
- Instrumentos. La diversidad de consignas tuvo su correlato en los instrumentos de percusión. A las cacerolas y ollas habituales se les sumaron latas de conservas, sardinas, dulce de batata, jarros, sartenes, frascos y botellas llenas de monedas, arroz y legumbres. Algunos golpeaban con cucharones, las llaves o una birome. Y una mujer agitaba orgullosa su chekere, un instrumento de percusión africano fabricado en base a una calabaza recubierta por una red.
- Agresivas. No faltaron expresiones agresivas: “Cristina no contengas los pedos, se te van al cerebro y de ahí te salen las ideas de mierda”. “Moreno. Si te digo hijo de puta insulto a tu madre y a las putas. Por eso te digo cagón cobarde y mal parido. Al único que le caben las cacerolas en el orto es a vos.” “No a ser arrastrados por los KK hacia una argenzuela-sovietoide. Basta de seguir robando dinero de la Anses y el campo.”
- Cantitos. Los cantitos fueron dos o tres. Se escucharon “si este no es el pueblo, el pueblo dónde está” y “se va a acabar, se va acabar, la dictadura de los K”. Al llegar al Obelisco, cada cierto tiempo se cantó el Himno Nacional.
- Videos. Uno de los despliegues más grandes corrió por cuenta de la agrupación La Solano Lima, vinculada con el legislador PRO Cristian Ritondo, que llevaba un camión con una pantalla gigante. Desde Santa Fe y Callao se podían ver videos, entre ellos uno donde cuatro cuerpos con las caras de Cristina Fernández, Amado Boudou, Guillermo Moreno y Aníbal Fernández, vestían traje a rayas y colgaban de una soga. Otro video incluía una vieja imagen de la Presidenta en Calafate sin maquillaje, que despertaba el abucheo generalizado de los caceroleros. Y un tercero modificaba la letra de la cumbia “El chupachichi” y mostraba la imagen de Máximo Kirchner: “Gordo camporita, con los yuyos y tu rodilla, mujeriego kirchnerista, sos mafioso, flatulento, con cascarrias y usurero, andás buscando la re-re, con tu mamá la Cretina nunca paran de joder y en el after office más teca vas a hacer. Con más viagra y tu señora, te hace mal al corazón”.
- Fragata. La producción detrás de los “autoconvocados” podía verse en los globos gigantes en azul y blanco, en el camión gigante de la agrupación de Ritondo, en algunas camionetas con sonido para entonar el himno y en un llamativo “trencito de la alegría”, camuflado de Fragata Libertad. Adentro, personas con caretas de Aníbal Fernández y Guillermo Moreno repartían panfletos: “Somos muchos 8N y estamos cansados de Inseguridad, Korrupción, Re Re Elección, Inflación”, dice el texto firmado por “la generación”.
- Remeras. Una de las pocas banderas con una identificación era la de Ciudadanía Activa. Esa agrupación no partidaria, liderada por Marcelo Bustos, vendía a 20 pesos (“al costo”) las remeras que rechazaban la reforma constitucional.
- Cartel.”Per Saltum, Per Afanum, In eternum”, decía un cartel impreso con la firma de “@JavierMMoure”. El autor posaba para múltiples fotos de los caceroleros: “Esto no es una dictadura ni en pedo. Lo que pedimos es que corrija el rumbo, que haga las cosas bien. No importa si hay montoneros. Acá con 4 o 5 medidas esto se levanta”, señalaba el tweetero, con la expectativa de sumar más seguidores tras la popular humorada.
- Venta. Como en toda gran concentración, proliferaron vendedores ambulantes. Entre 20 y 40 pesos vendían las banderas argentinas, 10 pesos salían las botellitas de agua mineral y aguas saborizadas. “Esto no es como un recital donde sacás una birra y te la sacan de las manos”, contó a este diario uno de los vendedores.
- Consignas. La política de derechos humanos también estuvo presente entre los manifestantes: “Derechos humanos también es escuchar nuestras voces sin importar la ideología”, se leía en una cartulina blanca. “Estamos hartos de inseguridad, mafia y ¿derechos humanos?”, en un cartel impreso.
- Vestimenta. La ropa de los manifestantes fue una de las características que marcaban diferencias sobre otras movilizaciones. Jóvenes profesionales de camisa y pantalón oscuro se mezclaban con estudiantes con uniforme del colegio privado. Mujeres jóvenes en minishort y musculosas llamaban la atención de los caceroleros masculinos.
- Trompadas. Hubo un episodio de violencia en Caballito, cuando un hombre se manifestó en contra del cacerolazo y terminó trenzándose con otros manifestantes. El hombre les reclamó “que se vayan” y dijo: “Son unos maricones. Ahora reclaman, ¿y en 2001 qué hicieron? Cuando cayó Alfonsín, ¿qué hicieron?” Fue en Acoyte y Rivadavia. “En 2013 hay elecciones. Están provocando al 54 por ciento de la población argentina”, concluyó.
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