Dom 25.11.2012

EL PAíS  › LILITA PUIG EN LA CONVENCION RADICAL

La primera mujer

› Por Sebastian Abrevaya

“Yo digo que soy la Lilita legítima porque cuando nací me quisieron poner Lilita pero en aquel momento no se podía”, relata, cansada pero sin perder el sentido del humor, la flamante presidenta de la Convención Nacional de la UCR, Lilia “Lilita” Puig, cuando Página/12 le pregunta por la curiosa coincidencia con el apodo de Elisa “Lilita” Carrió. La ex diputada santafesina cuenta que tiene un “gran cariño” por la chaqueña, con quien se conocen desde hace tiempo, cuando ambas integraban el Congreso nacional y reclamaban por más espacios para la mujer en la política. Esposa de Adolfo Stubrin, con una importante formación en Ciencia Política, docente universitaria y militante radical de larga trayectoria, la Lilita “legítima” anticipa que si bien no es momento de tomar una definición respecto de la política de alianzas de la UCR, el “paraguas ideológico” sobre el cual deberían realizarse los acuerdos electorales es el de “la socialdemocracia”. Crítica del kirchnerismo, considera que hay una “falta de independencia del Estado respecto de las corporaciones, que no son sólo las mediáticas” y que falta avanzar en el “fortalecimiento de las capacidades estatales”. Respecto de los incidentes en las afueras de la Convención adelantó que se van a investigar los hechos y que así como sucede en otras organizaciones, la violencia se filtra a través de dirigentes “inescrupulosos”.

Por primera vez en 121 años de historia una mujer ocupa el cargo de mayor jerarquía en la Convención Nacional del radicalismo. “Para mí es una gran alegría y una gran responsabilidad. Lo vivo como un peso, pero en el buen sentido. Representa también la acción de todo el grupo de mujeres que venimos reclamando por más participación. Además, es un honor y un placer enorme estar acompañada por Chiche López, de quien no soy amiga personal, sino que es un amigo de la política”, asegura Puig. Santiago “Chiche” López, ex integrante de la Conadep, vinculado con Raúl Alfonsín, era el candidato a ocupar ese cargo por parte de la oposición partidaria, encabezada por Leopoldo Moreau y otros referentes, que finalmente acordaron una lista de unidad.

–¿Cuál es su posición respecto de la política de alianzas que tan en debate está actualmente en la UCR?

–Tengo una posición personal que no puede tomarse como una posición institucional. Creo que no es tan clara la situación de los actores políticos en el país. Hay una situación política muy diluida. No se identifica quién es quién y cómo se van a ordenar. Todavía hay un proceso de transformación de su sistema de partidos y no hay claridad respecto de quiénes son los otros. No hay por qué adelantarse en tomar definiciones.

–Pero la Convención emitió una declaración donde habla de armar un programa con “fuerzas afines”, ¿a qué se refiere?

–Las fuerzas afines de origen, por nuestra inserción política, es la socialdemocracia. Nos incorporamos plenamente como familia ideológica a la socialdemocracia en los ’90. Este es el marco natural donde se producen las conversaciones. De todas maneras, hay que aclarar que alianzas hay de distinto tipo porque todo depende de lo que haya que defender. Si hay que defender la Constitución es una cosa, ahora no es lo mismo si se trata de gobierno. Eso lo aprendimos de (Raúl) Alfonsín, una cosa son los problemas de régimen político y otros los problemas de gobierno.

Si bien Puig consideró que está todavía abierta la posibilidad de conformar un espacio panradical con partidos como el GEN o la Coalición Cívica, aclaró que la Convención debe ser comprensiva con algunos distritos donde “la alternancia está clausurada”, producto de reglas institucionales que afectan la competitividad de los partidos. Ratificando la línea antirreforma constitucional trazada por el Comité Nacional, Lilita aseguró que “el kirchnerismo está atrapado en su propia trampa porque los movimientos políticos que son tan centralizados, con una lógica populista, quedan encerrados en el problema de la sucesión”. Aunque crítica de la actitud del Gobierno frente al conflicto con el Grupo Clarín, asegura que “todos tienen la obligación de cumplir la ley” y que en paralelo el proceso debe ser de conocimiento público, para lo que reclama una ley de acceso a la información pública.

Más allá de la cuestión de la “legitimidad”, a partir de ahora nuevamente una “Lilita” volverá a sonar entre los múltiples recovecos internos de la UCR.

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