Un grupo de integrantes de la División Balística de la Policía Federal inauguró la etapa de testimonios de peritos en el juicio por el asesinato del militante del partido obrero Mariano Ferreyra, ocurrido en octubre de 2010 en el marco de un reclamo de trabajadores tercerizados de la ex línea Roca de trenes. Tres profesionales que intervinieron en las pericias balísticas –que fueron varias– aportaron precisiones sobre su participación en la causa: si bien avalaron la versión de que el proyectil que mató a Ferreyra no impactó directamente contra su cuerpo sino que previamente rebotó contra una superficie que no lograron identificar, dejaron en claro que ese hecho no anula la hipótesis de homicidio. Además, remarcaron la falta de muchas variables para realizar un completo análisis de la situación.

La bala pudo haber pegado contra algo antes de impactar en Ferreyra, sin que ello signifique que el tirador no tuvo intención de matar y, de los tres peritos que declararon ayer ante el Tribunal Oral en lo Criminal Nº 21, el perito Edgardo Ríos fue el más contundente en este sentido. Ante el Tribunal, apuntó que realizó pericias balísticas sobre “hipótesis de tiro” y a partir del análisis del proyectil extraído del cuerpo de Ferreyra y del resto de la bala que impactó en la cabeza de Elsa Rodríguez, la militante herida de gravedad en el mismo episodio.

En cuanto a las hipótesis de tiro, y si bien afirmó Ríos que “se desconocen las variables efectivas para el análisis”, como el tipo de arma que se utilizó para los disparos –se cree, no obstante, que la bala que hirió a Rodríguez y la que mató a Ferreyra provinieron de la misma–, el tipo de cartuchería o desde dónde se efectuaron los disparos, apuntó, en el caso del militante asesinado, que “a pesar de que haya rebotado, si se dispara una bala calibre ‘38 lo más probable es que se quiera lastimar”.

Así, más allá de la intención que exhibieron con ahínco las defensas sobre su testimonio y el de sus colegas respecto del desvío del proyectil que terminó con la vida del militante del Partido Obrero, Ríos mantuvo la hipótesis del homicidio en pie a pesar de que quedó plasmado en el debate la rectificación en el trabajo pericial respecto del análisis de ese proyectil. En el caso del análisis de la bala que hirió a Rodríguez, no hubo dudas: “Se descartó un rebote previo ya que, de haberlo habido, la energía cinética hubiera sido menor y, por lo tanto, la herida en la cabeza de la mujer no hubiera existido”, apuntó Ríos.

En un análisis preliminar de la bala que se extrajo del cuerpo de Ferreyra, Ríos coincidió con los otros dos peritos que tomaron parte en el trabajo sobre la bala y declararon durante la audiencia de ayer, Matías Romero Alé y Juan Leguiza. Según Leguiza, una pericia realizada en primera instancia sobre ese proyectil “deformado en uno de sus costados” arrojó que el impacto sobre el cuerpo de Ferreyra fue directo, sin rebote.

“Observé el proyectil. He visto muchas otras balas extraídas a otras personas que tenían iguales características: el plomo, que es blando, se deforma al impactar con otra superficie como el hueso. En el caso de Ferreyra, la bala había impactado contra una costilla antes de hacer estragos en el cuerpo. Por eso supuse que el impacto había sido directo”, explicó Leguiza, y amplió hacia la rectificación que infundió después: “Luego, con el barrido –el método químico microscópico de barrido electrónico– se determinó que la bala tenía sílice, elemento propio de la arena o el adoquín”, mencionó. En ese sentido se expresó Romero Alé, que participó de la junta de peritos de Policía, de Gendarmería y de partes, que elaboró el informe final, en el que consta que Ferreyra recibió la bala luego de que ésta rebotara contra una superficie.