Sáb 07.06.2003

EL PAíS  › EL MODELO LABORAL DEL NEOLIBERALISMO, SEGUN EL MINISTRO DE TRABAJO

“Buscaban que todos trabajaran en negro"

En una entrevista con Página/12, Tomada señala que la actual es “una de las etapas más oscuras” para los trabajadores. Libertad y democracia sindical, planes sociales y exigencias a privatizadas y contratistas en materia de empleo, según la visión del ministro.

Por Laura Vales
y Raúl Dellatorre

Carlos Tomada tendrá que atender, como ministro de Trabajo, uno de los temas más urgentes y delicados a los que se enfrenta el nuevo gobierno: la desocupación. Pero carece de herramientas para lograr golpes de efecto como los que se dieron hasta ahora en otras materias (militares, policía, salarios docentes, PAMI, Corte Suprema). Sin embargo, busca diferenciarse de sus predecesores. Describe la situación social como una de “las más oscuras” para el país, descree de las “soluciones mágicas” y asegura que la generación de puestos de trabajo será una condición fuerte en las licitaciones de obras públicas. Defiende el modelo de organización sindical centralizada y confía en poder transformar los planes asistenciales en “trabajo decente”. No arriesga metas de reducción de desempleo y acusa al neoliberalismo de haber hecho del trabajo en negro su ideal. Todo, a lo largo de la entrevista que concedió a Página/12.
–Todo el proceso de precarización del trabajo fue de la mano de la sanción de leyes de flexibilización laboral. ¿Considera que las leyes laborales de la década del menemismo deberían ser modificadas?
–Llegó el tiempo de decir basta a las reformas laborales. Los resultados no son exitosos como para seguir haciéndolas. Me parece que eso cerraría por ahora un aspecto muy importante del debate, el de seguir avanzando en el tema. Retrotraer la legislación, no está en la agenda hoy. No digo que no deba pensarse, pero no sé si pondría energía en eso.
–¿Qué puede hacer en materia de recuperación del trabajo el ministerio?
–El problema del empleo no es un tema simple en términos de una única solución. Pensar así nos llevó a creer que lo podíamos resolver con una reforma laboral o –más recientemente– plantando un millón de árboles. Todo ese tipo de soluciones mágicas parten de que se plantea un diagnóstico equivocado. Para atacar el desempleo, por lo pronto, hay que tener crecimiento económico. Segundo tema: una política de inversión pública, ya sea a partir de la recaudación (de impuestos), de la inversión externa o de préstamos de organismos. El tercer punto, me parece, es la recuperación del mercado interno, fortalecer este proceso de sustitución de importaciones que ha comenzado, recuperar el círculo virtuoso del que habla (Joseph) Stiglitz: ventas, producción, empleo. Si no hay ventas, no hay empleo, aunque los trabajadores sean gratis. Estos tres temas son como la base para la generación de empleo. A partir de ahí sí creo que son necesarias las políticas públicas.
–¿Pensaron en la posibilidad de exigir a las empresas privadas un compromiso de crear empleo cuando obtienen un contrato del Estado?
–Sí. Cuando decimos que en el centro de las políticas de gobierno va a estar la recuperación del empleo, es porque esto implica poner el tema frente a cualquier decisión. Por ejemplo, en las nuevas licitaciones de rutas por peaje va a ser importante qué cantidad de puestos se ofrezca crear. En la discusión con las privatizadas, el tema del empleo va a ser una de las condiciones a exigir. Todo el tema de obras públicas va a ser trabajado conjuntamente con nosotros para que el empleo sea el eje.
–¿Es una propuesta suya o está consensuada con el resto del gobierno?
–Está en la plataforma electoral. Lo hemos conversado con el ministro de Economía, con el de Planificación. Desde ya, con el Presidente. En Santa Cruz, todo el proceso de crecimiento de la industria del petróleo se hizo con condiciones puestas desde la gobernación, para que las empresas que se instalaban se hicieran cargo de determinada cantidad, por ejemplo, de empleados públicos.
–¿Entonces se les va a reclamar a las privatizadas, como parte de la renegociación de contratos, que tomen trabajadores?
–Por lo menos, que no despidan. Las privatizadas no son un sector que directamente genere empleo, pero en la medida que realizan inversiones generan empleo indirecto.
–Fue un sector fuertemente expulsor de trabajo en la década de los 90.
–Sí, pero no creo que hoy sea un generador de empleo en forma directa.
–¿Qué papel le asigna a los planes de empleo vigentes?
–Si se trabaja sobre los ejes que señalé antes en materia de generación de empleo –crecimiento, inversión pública y mercado interno–, sobre esa base entonces podemos pensar en el direccionamiento de los planes sociales a determinados emprendimientos productivos, es decir salir a promover la transformación de los planes sociales en trabajo decente.
–¿De qué manera?
–Ya hay algunas experiencias. Tenemos unos 40 o 50 mil casos.
–Con resultados malos...
–El resultado es muy bajo. Yo no digo que es excelente. Un resultado de 40 o 45 mil puestos de trabajo, comparados con los niveles de desocupación, parece poquísimo. Pero las políticas públicas de empleo tampoco tienen impacto fácil. En la Unión Europea, con unos recursos infinitos si se comparan con los nuestros, hubo un conjunto de medidas y de acciones que se tomaron para lograr reducir en algún momento el desempleo a niveles más manejables. Pero se trata de un conjunto de acciones: los temas de macroeconomía, las políticas públicas, iniciativas puntuales para fortalecer microemprendimientos. Cuando se dice “vamos a transformar los planes Jefas y Jefes de Hogar en empleo”, también hay que saber cómo hacemos, porque si no tenemos para comprar ni las dos palas o los primeros materiales para arrancar...
–En los últimos tres años, todos los planes de empleo se anunciaron como productivos y terminaron convertidos en nada más que subsidios. ¿Es solamente por un problema de falta de inversión?
–Yo no sé si se puso tanto énfasis en lo productivo, más bien lo que se planteaba era una alternativa al empleo público.
–La ex ministra Graciela Camaño anunció el uso de los planes de empleo para ayudar a las empresas a pagar sueldos. ¿Van a mantener el criterio?
–Va a continuar, pero con muchas prevenciones. En realidad, esa idea estuvo escrita como una salida del Plan Jefas y Jefes de Hogar, para que las empresas en proceso de recuperación pudieran recurrir a este subsidio. Pero es necesario que se hagan cargo de completar el salario de convenio y hacer los aportes. Además debe estar dirigido a pequeñas empresas, porque no queremos utilizar este subsidio, como en algún momento se hizo, para financiar el ingreso de trabajadores a la Fiat. Esto es distorsionar el sentido de estímulo de empleo para subvencionar a la gran empresa.
–El ministro de Trabajo bonaerense le está pidiendo a la Nación que los piqueteros dejen de inscribir beneficiarios a los planes de empleo. ¿Coincide con este planteo?
–Hay un procedimiento establecido en la norma que tenemos que cumplir. En la base del Plan Jefas y Jefes estaban los consejos consultivos. Me parece que hay que recuperarlos.
–¿Van a reabrir la inscripción de los planes?
–Es una decisión que todavía no está tomada.
–¿Al salario mínimo y vital se volverá alguna vez?
–¿Preguntas fáciles no traen ninguna? A ver... (medita la respuesta). El Consejo de Salario Mínimo es una ley y en tal sentido supongo que en algún momento tendrá que ponerse en práctica. De todas maneras, me parece una decisión de suficiente envergadura como para requerir de algunas consultas con otros ministros. Y de una decisión del Presidente.
–Los consejos obrero-patronales han resultado bastante inoperantes...
–No estoy de acuerdo. Los órganos tripartitos no me parecen inoperantes, ni lo ha sido el Consejo del Salario Mínimo. La historia es exactamente la contraria. El dos-uno siempre es posible.
–Ahí está la cuestión: para ser operativos necesitan de un rol muy activo del Estado.
–Eso está fuera de discusión. Todas las políticas de este gobierno apuntan a la recuperación de un rol activo del Estado. En términos de políticas laborales, está claro que no podemos seguir con un Ministerio deTrabajo absolutamente desarticulado, sin capacidad de intervención. No es ésta la sensación que hay con respecto a cuál va a ser el papel que tiene que tener este ministerio.
–Algunas organizaciones de desocupados están pidiendo el apoyo del Estado para reabrir empresas cerradas. ¿Le parece viable?
–El fenómeno de las empresas recuperadas es un dato de la realidad. Pero me parece que deberíamos tener un marco normativo eficaz para mayor seguridad de los trabajadores y de los mismos emprendimientos. La ausencia de estas normas va en contra de los trabajadores, al no tener –por ejemplo– sociedades anónimas laborales u otra forma de organización, para que no pase lo que está pasando ahora, que por ejemplo se recupera una empresa y los trabajadores quedan en condiciones de precariedad laboral superior a la que tendrían en una relación de dependencia común. Y además, una debilidad en los títulos que le dan fundamento al proyecto. Es un fenómeno interesante, no en volumen con respecto al conjunto de la economía, pero sí en lo que hace a la economía social.
–¿Tiene metas en lo que hace a desocupación?
–¿Ustedes quieren un pronóstico? No, no. Vamos a trabajar duro en serio, no es una frase hecha. Vamos a hacer lo máximo posible por bajar la desocupación. Pero dar un pronóstico, con la diversidad de diagnósticos que hay con respecto a la elasticidad empleo-producto, que cambian año a año, no. Mejor, no.

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