EL PAíS › MAS DE 3000 PERSONAS EN UN SOLO DIA VISITARON LA FRAGATA EN LA BASE NAVAL MAR DEL PLATA
Atendidos por los propios navegantes que estuvieron anclados en Ghana a merced de los fondos buitre, los visitantes reciben descripciones sobre el funcionamiento de la nave. Algunos asisten pese a los recelos que les despiertan los uniformes. Otros aprovechan para marcar su distancia con el Gobierno.
› Por Carlos Rodríguez
Desde Mar del Plata
“Cuando desde la fragata vimos que una multitud se había reunido para recibirnos, la alegría fue enorme y compensó todo lo que habíamos vivido.” El teniente de navío Lucas Ciarrocca, jefe de una de las brigadas de guardiamarinas que hizo la travesía de la Fragata Libertad, fue anfitrión en la apertura de las visitas a la nave, habituales durante el verano en la Base Naval Mar del Plata, pero que esta vez convocaron a una multitud. Los visitantes eran, en su mayoría, turistas llegados desde distintas zonas del país. “Yo conozco a personas que estuvieron presas durante la dictadura y algunas desaparecieron, siempre les tuve miedo a los militares, pero esta vez me animé a subir a un barco, porque me parece que los tiempos tienen que cambiar y están cambiando”, le confesó a Página/12 Marcial Fontana, un chaqueño que junto con su familia llegó a Mar del Plata desde Villa Gesell, donde están veraneando, sólo para conocer la fragata que estuvo dos meses retenida en Ghana por un reclamo de los fondos buitre. “Me parece que esto fue una patriada, pero que quede claro que vengo por los marinos, por la Armada, no por el Gobierno”. Ariel, de 58 años, marplatense, hizo la aclaración con gesto severo, sobre todo después de que se enteró de que estaba hablando con Página/12.
“La experiencia fue maravillosa. Todos los tripulantes (148 en total) estuvimos muy unidos porque sabíamos de antemano que durante mucho tiempo nos teníamos que ver las caras y es necesario convivir. Creo que el episodio del intento de embargo nos unió más todavía”. Rodrigo tiene 24 años y es uno de los que hicieron su viaje de bautismo. Durante tres horas tuvo su día de gloria. Cerca de cuatro mil personas visitaron la nave, atracada en la Base Naval local, y Rodrigo, nacido en Punta Alta, fue uno de los voceros habilitados para explicar las características de la fragata y relatar parte de las situaciones que lo tuvieron como protagonista.
Explica a los civiles que lo rodean que la nave puede desplegar hasta 27 velas que, juntas, cubren una superficie de 2600 metros cuadrados. Si se mueve a motor, puede desarrollar una velocidad de 12,5 nudos (unos 22 kilómetros por hora), mientras que con las velas, con viento favorable, puede llegar incluso a los 16 nudos (unos 30 kilómetros horarios). Sobre los dos meses en Ghana, aclara que él fue uno de los que pudo regresar a la Argentina, para después volver al puerto de Tema el 19 de diciembre, cuando empezó el viaje de regreso a casa. Mientras el barco permaneció retenido “siempre estuvimos tranquilos, comunicados con nuestros familiares y sin presiones”. Bajaban a recorrer la pequeña ciudad, que tiene un shopping como máxima atracción, y también, como buenos argentinos, jugaban al fútbol para entretenerse.
Antes de las 17 del viernes, hora fijada para el inicio de las visitas, unas 600 personas se habían reunido frente a la Puerta 7 de la base. Luego de que ingresara la primera tanda, otras 600 volvieron a alinearse con la misma intención. Las colas se reiteraron, con igual cantidad de personas, en otras cuatro tandas, antes de que a las 20 se cerrara el primer día de visitas. La recorrida por la nave se hace sobre la cubierta, de popa a proa, y el público puede dialogar, hacer preguntas y hasta sacarse fotos con algunos de los marinos, muchos de los cuales fueron parte de la odisea en Ghana.
Ciarrocca explica ante el público que la fragata navega tanto a vela como a motor, utilizando esas dos alternativas según las condiciones climáticas. “En algunos momentos, con viento desfavorable para el rumbo que llevamos, hay que hacer funcionar los motores, un recurso habitual durante los viajes de instrucción”. Durante el viaje de regreso del puerto de Tema, en Ghana, que duró 19 días, el mar “se portó bien con nosotros y no hubo temporales”. La mayoría de los tripulantes del viaje que finalizó el viernes gozan de licencia, pero varios estarán a bordo durante las visitas programadas, que finalizarán el 15 de febrero.
Apostado sobre la proa, muy cerca del palo bauprés, debajo del cual está semioculto –desde la cubierta– el mascarón de proa, el guardiamarina Lezcano, nacido en Corrientes, muy cerca de Paso de la Patria, dice que el viaje fue “complicado, pero también muy bueno, porque aprendimos mucho, sobre todo por lo que pasó en Ghana”. Ante preguntas de los que suben a conocer la nave, explica que tiene tres palos, el Trinquete, el Mayor y el Mesana. El Palo Mayor mide 49,8 metros. Los neófitos siguen con atención las explicaciones y se paran para ver el ancla, que puede llegar hasta una profundidad de 100 metros.
Sobre la cubierta se instaló un puesto de venta de souvenirs de la fragata y de la Armada. Allí se escucharon, casi como murmullos, las críticas más fuertes al Gobierno e incluso a la política de derechos humanos y los juicios por crímenes de lesa humanidad. “Claro, ahora se acuerdan de los marinos, después del desprestigio de los juicios, de las acusaciones. Ahora, como los necesitan, vuelven a reivindicarlos”, comentan entre sí dos mujeres, mientras otros cuatro visitantes asienten con la cabeza. En general, las personas que subieron a la Libertad, lo hicieron para conocerla, por “un sentimiento patriótico básico, un desahogo después de sufrir por lo que les estaba pasando a los muchachos”, sostiene Aníbal Alvarez, de Misiones –hay muchos litoraleños en Mar del Plata–, mientras lleva en silla de ruedas a su hijo, con problemas motrices.
Los lugares preferidos para las fotos son el palo bauprés, en la proa, con paisaje marino de fondo. Otros prefieren la campana de bronce que está cerca del Palo Mayor, que se usaba antes para los cambios de guardia, y sobre todo en el timón que está en la popa, sobre la cubierta. Rodrigo explica que es uno de los tres comandos, los otros dos están ubicados en el puente de mando y en la sala de máquinas, para cuando la nave tiene que utilizar los motores para avanzar.
La nave está impecable. “Es que está recién pintada”, explican a Página/12 otros dos de los guardiamarinas que hicieron su viaje iniciático por los mares del mundo. “Es una rutina que se hace en el regreso, antes de llegar al puerto de Buenos Aires o de Mar del Plata. Es un trabajo tremendo, estamos todo un día pintando, limpiando, poniendo a la nave en condiciones, porque es una regla del mar y de la Armada Argentina que tiene que cumplirse sí o sí”, ratifican Lezcano y otros dos de sus compañeros.
–Algunos medios dijeron que se habían quedado anclados, esperando para que se hiciera el acto de recibimiento.
–Nosotros no sabemos nada de eso. Lo que sabemos es que siempre se para un día, antes de llegar al puerto, para reacondicionar la fragata.
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