EL PAíS › CRISTINA FERNáNDEZ DE KIRCHNER CUESTIONó EL STANDARD AMBIENTAL DIFERENCIAL QUE APLICAN LOS PAíSES CENTRALES
La Presidenta se diferenció de las naciones desarrolladas que buscan limitar el crecimiento de los emergentes con duros controles ambientales al tiempo que son los principales responsables de la emisión de gases tóxicos.
› Por Cristian Carrillo
Desde Abu Dhabi
“La mejor manera de preservar el medio ambiente es que todos tengamos derechos y podamos acceder a servicios universales; no solamente de energía, sino también de salud, educación y vivienda.” Con estas palabras, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner se diferenció ayer de los países desarrollados que buscan limitar el crecimiento de los emergentes con duros controles ambientales al mismo tiempo que son los principales responsables de la emisión de gases tóxicos. Su intervención tuvo lugar en la apertura de la World Future Energy Summit 2013, que se desarrolla en esta ciudad. “La equidad implica entender que los ciudadanos de algunos países ricos, en particular, tienen un patrón de consumo energético que no es sustentable porque no se puede universalizar”, agregó CFK en un discurso donde resaltó el papel del Estado como regulador, tanto para garantizar el acceso a la energía como para el cuidado del medioambiente. Luego mantuvo una reunión con los CEO de las 18 firmas líderes de Emiratos Arabes y se encontró con Diego Maradona (ver aparte) antes de partir hacia Indonesia para continuar con su gira.
El encuentro se llevó a cabo en el Abu Dhabi National Exhibition Centre (Adnec), uno de los centros de exposiciones más grandes de Medio Oriente. El lugar, en forma de “U”, cuenta con 55.000 metros cuadrados, divididos en doce salones interconectados y estacionamiento para 8450 vehículos. La estructura de dos pisos se eleva sobre un diseño futurista de vidrio y acero que forma parte de un complejo más amplio, donde sobresale el majestuoso edificio de Capital Gate, una torre inclinada que fue construida por la firma británica RMJM, autora del Parlamento escocés y del centro de convenciones olímpico de Beijing. Allí convive un hotel de cinco estrellas de la cadena Hyatt con las oficinas más lujosas del emirato. El Capital Gate cuenta con 35 pisos y una altura que ronda los 140 metros. La fachada es curva en todo el edificio y está compuesta por cerca de 750 piezas romboidales de cristal azul, cada una de ellas con una forma única.
En el salón de conferencias central –con un tamaño similar al Luna Park, con capacidad para diez mil personas–, se dispuso una pantalla cóncava de ocho metros de alto por 70 de largo, que sirvió para transmitir las ponencias de los disertantes. La organización instaló tres estrados. Cristina habló en el central. La apertura estuvo a cargo del príncipe heredero de Abu Dhabi, el jeque Mohammed bin Zayed al Nahyan, quien se refirió a los grandes desafíos que presenta el mundo en materia de asegurar el agua, la energía y los alimentos. Luego fue el turno del presidente francés, François Hollande. El mandatario habló sobre el calentamiento global y la necesidad de encontrar fuentes alternativas de energía y de los potenciales riesgos que implica el uso de combustibles fósiles.
Luego el turno de Fernández de Kirchner (primer presidente argentino en pisar suelo emiratí), que comenzó agradeciendo la hospitalidad recibida en el emirato. La Presidenta se despegó desde el inicio de la monotonía de las prédicas medioambientalistas: “El tema que hoy nos ocupa tiene como objetivo central el cambio climático para algunos países, pero para otros, los más vulnerables, lo que hay en juego son los costos para acceder al desarrollo, que superan sus propias posibilidades”, apuntó la jefa de Estado. “Una respuesta adecuada al desafío que enfrentamos los gobernantes debe necesariamente ser justa y equitativa”, remarcó ante la mirada de una audiencia repleta. En los pasillos, la seguridad emiratí controlaba todos los accesos a las primeras filas, donde se ubicaban los presidentes.
En su discurso, la Presidenta puso especial énfasis en la responsabilidad de los países desarrollados sobre la contaminación, los cuales ahora buscan limitar el crecimiento de los emergentes, con estrictas regulaciones medioambientales. “El uso de energía per cápita medida en kilogramos de unidad de petróleo equivalente en los países de altos ingresos es el cuádruple del promedio de utilización de energía de los países emergentes de ingresos medios y es casi 14 veces el registrado por los países más pobres”, dijo, basándose en un estudio del Banco Mundial. Según detalló en un discurso, que llevó escrito y leyó puntillosamente, las emisiones de dióxido de carbono de los países avanzados de altos ingresos alcanza a 11,3 toneladas métricas per cápita, el triple del promedio de los países de ingresos medios, de 3,5 toneladas. “Por lo tanto, creo que el análisis exige mayores precisiones y también exige hablar de números concretos y de responsabilidades concretas, porque cuando decimos que todos somos responsables, en realidad estamos diciendo que nadie es responsable”, dijo CFK.
En cuanto a la equidad, se focalizó en la idea de un acceso igualitario a la energía, a partir de la erradicación de la pobreza. “No habrá un medio ambiente sano mientras haya franjas numerosas de la población global sumidas en la más extrema pobreza”, señaló la Presidenta. La fuerza política de su discurso fue mechándose constantemente con datos. Explicó que es necesario lograr una inversión de aproximadamente un billón de dólares para garantizar el acceso universal a la energía, lo que recién podría suceder en 2030. “Para ello se necesitan Estados fuertes que asuman el compromiso de proveer energía con un criterio de igualdad. Esta debe ser la energía del futuro, como sugiere el título de este encuentro, una energía sostenible de acceso universal”, apuntó.
Del potencial total de energías renovables se estima que en la actualidad se utiliza a nivel global únicamente el 22 por ciento de hidroenergía y el 4,2 por ciento del resto de energías renovables aprovechables. “Queda mucho por avanzar aún”, aseguró, pero pidió ser “realista” al reconocer que en los próximos veinte o treinta años las energías fósiles –como petróleo y gas– seguirán siendo el motor del crecimiento. “Detener el motor del crecimiento y el desarrollo económico impactaría terriblemente en la calidad de vida de numerosos pueblos y, por lo tanto, no sería compatible un medio ambiente sustentable con gran cantidad de población a nivel global sumida en la pobreza”, remarcó. Expuso algunos ejemplos de medidas implementadas en el país y recordó el acuerdo de cooperación firmado anteayer con el gobierno de Abu Dhabi en materia de energía nuclear con fines pacíficos. “Sudamérica comparte con todos ustedes la necesidad de abordar el tema de energías renovables, pero con realismo, con cifras y con el compromiso de que a las necesidades del medio ambiente se deben sumar la de combatir la pobreza, que es una manera también de cuidar el medio ambiente”, concluyó.
Finalizado el acto de apertura, Cristina se dirigió a la muestra para un recorrido por el stand argentino. Niños disfrazados con cabeza de peluche con la forma de una gota de agua o la figura del sol matizaban con los stands, dispuestos por países, donde se mostraban desde motores eficientes en energía hasta autos que funcionan con láminas solares. En total, hay veinte pabellones nacionales y 650 expositores, que presentaron medio centenar de nuevos productos de tecnología avanzada. El recorrido de CFK fue escueto y se focalizó en el pabellón argentino, un área de 90 metros cuadrados alfombrados en verde en alusión a un campo fértil. Allí leyó algunos instructivos de los productos argentinos y se fotografió con los empleados que se encontraban atendiendo al público antes de partir.
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