Mié 16.01.2013

EL PAíS  › UN DELEGADO DE LA UF SE DEFENDIó EN EL JUICIO POR EL ASESINATO DE MARIANO FERREYRA

Un acusado que dejó dudas

Claudio Alcorcel no pudo precisar cuál era su relación con Christian Favale, el barrabrava señalado como uno de los tiradores del 20 de octubre de 2010. Se revelaron escuchas de Juan Carlos “Gallego” Fernández, el número dos de Pedraza.

› Por Ailín Bullentini

Claudio Alcorcel es un delegado de la Unión Ferroviaria en los talleres de Remedios de Escalada de la ex línea de trenes Roca que está preso desde hace casi dos años por ser considerado partícipe necesario en el asesinato de Mariano Ferreyra y las heridas graves que sufrieron Elsa Rodríguez, Nelson Aguirre y Ariel Pintos. Durante la primera audiencia del debate de este año –y a sala llena– se declaró inocente y se victimizó, tras afrontar en silencio cinco meses de juicio: “Pedimos justicia por Mariano Ferreyra, pero también por nosotros. Somos simples trabajadores”, suplicó ante un Tribunal que se mostró incrédulo. El delegado no pudo explicar con claridad cuál era su relación con Christian Favale, el barrabrava de Defensa y Justicia señalado como uno de los tiradores en la avanzada de la patota de ferroviarios que persiguió al grupo de empleados tercerizados y militantes aquel 20 de octubre de 2010, cuando ocurrió todo. Según la investigación de instrucción, Alcorcel fue el nexo entre Favale y Pablo Díaz. La jornada se completó con una serie de escuchas telefónicas correspondientes al teléfono del acusado Juan Carlos “Gallego” Fernández. En una de ellas, el ex subsecretario de Transporte Antonio Luna asegura que el asesinato de Ferreyra “fue obra de un malparido que quiso tirarle un muerto al gobierno nacional” (ver aparte).

“A las 9.30 (del 20 de octubre de 2010) me llamaron compañeros diciendo que estaban por cortar las vías en Avellaneda. Fui para allá y me encontré con Pablo Díaz”, comenzó la narración el delegado de los talleres de Escalada, quien sólo aceptó el interrogatorio de su abogada defensora y de los jueces que integran el Tribunal Oral en lo Criminal número 21, Horacio Díaz, Diego Barroetaveña y Carlos Bossi. Negó haber sabido de la medida de protesta que los tercerizados iban a realizar en la estación de Avellaneda antes de esa mañana e incluso que el grupo al que él se sumó, que llegó para impedir el corte, estuviera liderado por alguien.

No obstante, cuando el Tribunal insistió en este punto, Alcorcel cambió su versión: “Llamé a la gente a apoyar porque tengo un montón de números de teléfono, como soy delegado la gente me da sus números, pero no porque el gremio ni (el ex secretario general de la Unión Ferroviaria, acusado de instigador del crimen de Ferreyra) Pedraza me lo ordenara”. Finalmente reconoció también que aquel mediodía, sobre las vías de tren y frente a la movilización de tercerizados y militantes de izquierda, los delegados ferroviarios ordenaban al resto. “Estaban (el acusado) Daniel González, (Aldo) Amuchástegui, (Miguel) Toretta y los muchachos de Constitución”, enumeró.

Alcorcel recordó que tras recibir el supuesto llamado de sus compañeros, llegó a Avellaneda luego de la primera agresión de la patota, que tuvo lugar sobre las vías. Allí encontró a su hermano, herido en la cara. Pero luego bajó junto con el resto de los ferroviarios a la calle donde los tercerizados se retiraban del lugar. “Justo iba para ese lado –hacia la calle– a comprar agua –intentó desligarse–. De repente escuché ‘Vamos, vamos’ y veo que empieza la corrida. Me quedé a 30 metros de la Chevallier. Hubo piedrazos y escuché cinco estruendos”, a los que relacionó con tiros. Pero se mostró sorprendido cuando supuestamente se enteró de la existencia de un muerto, varios minutos después de la corrida.

“¿Por qué bajaron de las vías y avanzaron en la vereda hacia donde estaban los manifestantes”, quiso saber Díaz. “Nos íbamos a pelear”, espetó Alcorcel, intentando que su reflexión sonara a respuesta natural. “Teníamos miedo de que nos sigan lastimando. La gente quiere defenderse cuando tiene miedo”, supuso, ya un tanto dudoso.

Su encuentro con Favale –a quien dijo haber conocido durante el acto que organizó el ahora líder de la CGT opositora Hugo Moyano, en el que estuvo la presidenta Cristina Fernández de Kirchner– se produjo, según su versión de los hechos, luego de aquel primer ataque. “En un momento llegó gente cantando canciones de ferroviarios. Al único que reconocí fue a Christian (Favale) y lo saludé”, mencionó. Confirmó que habló por teléfono con él, pero dijo no recordar quién llamó a quien. “¿Por qué tenía el número de teléfono de Favale?”, volvieron a interrogar los jueces. “Me lo dio cuando nos conocimos en River”, intentó convencer, sin éxito.

Con más de 40 cruces de llamadas entre él y el barrabrava del Halcón de Varela ocurridas antes y después de los hechos de Barracas como base, la instrucción determinó que Alcorcel era el encargado de asegurar la presencia de Favale la mañana en las vías de Avellaneda. Además de él, descartó haber reconocido en los hechos de aquella mañana del 20 de octubre de 2010 al resto de los ferroviarios acusados. En cuanto a los policías, sólo mencionó “con certeza” haber visto a dos patrulleros en la calle. “No fuimos a matar a nadie. Esto no sé cómo pasó ni cómo explicarlo”, concluyó.

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