El portero de los talleres ferroviarios de Remedios de Escalada, Juan Carlos Pérez, cambió su versión de los hechos ocurridos el 20 de octubre de 2010, cuando el militante Mariano Ferreyra fue asesinado. Pérez está preso desde hace casi dos años y ayer, en su primera vez ante el Tribunal Oral en lo Criminal porteño Nº 21, no incluyó en su relato al delegado de la Unión Ferroviaria Pablo Díaz, señalado como el reclutador de la patota responsable del ataque que terminó con la muerte de Ferreyra. En sus dos declaraciones en la etapa de instrucción, Pérez lo había mencionado como quien lo había llamado para que fuera a Avellaneda a “parar el corte” de vías que un grupo de tercerizados de la ex línea Roca realizarían en compañía de partidos de izquierda, a modo de protesta laboral. Ahora tampoco culpó a Cristian Favale, acusado de ser uno de los tiradores.

Pérez narró que aquella mañana de 2010 el delegado Aldo Amuchástegui le pidió que fuera a “colaborar” a Avellaneda. Para entonces, ya comenzaban a reunirse en esa estación varios ferroviarios con la intención de impedir el corte de vías de los tercerizados. Mencionó que llegó a las 13, que se cruzó con el delegado Claudio Alcorcel y Amuchástegui, y negó haber visto a ningún otro de los acusados en el juicio.

Hasta ahí, Pérez ya había contradicho su primera versión de los hechos, ofrecida en dos indagatorias ante la jueza de instrucción Wilma López y la fiscal Cristina Caamaño. Entonces, había asegurado que había sido convocado por Díaz –no por Amuchástegui– para ir a romper la protesta en las vías, y tras la exhibición de videos, había reconocido a Favale como quien habría disparado hacia el grupo de tercerizados y militantes, algo que ayer omitió mencionar por completo. Para cuidar sus espaldas, sólo su abogado Mario Laporta le hizo preguntas, algo que no pudieron hacer el resto de las partes ni el Tribunal.

Tal como lo hicieron los otros acusados de integrar la patota que accedieron a declarar ante los jueces, dijo que bajó por el terraplén de la estación a la calle por la que se retiraban los manifestantes, porque quienes lo rodeaban “comenzaron a gritar ‘vamos, vamos’”. “Entonces empezaron a llover piedras, caminé un poco y me escondí detrás de un árbol”, recordó. De paso, negó haber amenazado al equipo periodístico de C5N. Aseguró que entonces se tocaba la cintura –los videos lo muestran llevarse la mano a la parte de atrás de su pantalón– porque tenía “un celular, la billetera y las llaves, y estaba gordo”; negó haberlo hecho para simular la tenencia de un arma.

Desde ese lugar dijo haber visto “a unos 40 metros, a una persona arrodillada, con una mochila negra colgada hacia adelante”, de la que “sacó un arma y apuntó para nuestro lado”, abonando la teoría de los acusados de que aquel día hubo un enfrentamiento, algo que las pericias desestimaron. Lo que tampoco mencionó ayer –pero que sí sostuvo durante la instrucción– fue que escuchó que los disparos provenían de detrás de él, que luego vio a Favale irse con Díaz en el mismo auto, y que durante los días posteriores los comentarios en los talleres de Escalada otorgaban a Harry Favale los disparos que asesinaron a Ferreyra.

“Yo no tengo nada que ver”, concluyó entre lágrimas.

Ayer también declaró Luis Echavarría, el subcomisario que al momento de los hechos se desempeñaba en la sala de situación de la Dirección General de Operaciones de la Policía Federal. Luego de escuchar algunos de los diálogos telefónicos que revelaron los intentos del líder de la UF, José Pedraza, de sobornar a los jueces de la Cámara de Casación para lograr su excarcelación, Echavarría también intentó lavar culpas: dijo que los efectivos de la Federal “no pueden cubrir la cantidad de manifestaciones que se desarrollan en la ciudad” y que no esperaban el ataque de los ferroviarios a los tercerizados: “Fue muy chocante para nosotros”.