EL PAíS
Ahora Néstor Kirchner va por el poder dentro del justicialismo
Hoy el kirchnerismo apostará a desplazar a Carlos Menem de la conducción del Partido Justicialista. El gobernador de Jujuy, Eduardo Fellner, asumirá la conducción de la Comisión de Acción Política (CAP), un órgano paralelo para vaciar de contenido el cargo de Menem.
› Por Diego Schurman
En su afán de acumular poder, Néstor Kirchner jugará hoy una partida importante: desplazará a Carlos Menem de la conducción del PJ. No lo hará personalmente sino a través de una junta de gobernadores, quienes tomarán el control transitorio del peronismo hasta que una elección interna defina al nuevo jefe.
La decisión del Presidente no desentona con la remoción de la cúpula militar, policíaca, del PAMI y también de la Corte Suprema que impulsó desde que asumió el cargo, hace poco más de dos semanas. Ahora llegó el turno de avanzar hacia dentro de la propia estructura partidaria.
En ese sentido, Kirchner ya delegó en Eduardo Fellner la conducción del PJ. Por eso hoy el gobernador de Jujuy pondrá en marcha la llamada Comisión de Acción Política (CAP), una estructura paralela creada ad hoc hace dos años para vaciar de poder a Menem, por entonces titular del Consejo Nacional Justicialista.
La CAP está integrada básicamente por los gobernadores del PJ, a los que se suman los presidentes de los bloques parlamentarios, los jefes distritales y el titular del Congreso del PJ. Su misión será ahora conducir un proceso de transición que desembocaría el próximo año con elecciones internas partidarias.
El encuentro de la CAP se realizará hoy a las 17,30 en la Casa de Tucumán. El apoderado del justicialismo, Jorge Landau, explicará las razones jurídicas del fin del mandato de Menem –algo que el ex presidente se niega a aceptar– y cómo debería seguir estatutariamente el nombramiento de su sucesor, probablemente en el primer trimestre de 2004.
Dispuestos a no legitimar la reunión, los gobernadores más cercanos al menemismo estarán ausentes con aviso. Son los casos del pampeano Rubén Marín, que argumento compromisos previos impostergables; el salteño Juan Carlos Romero, que está trabajando por su reelección; y el riojano Angel Maza, quien ni siquiera levantó el teléfono cuando lo invitaron. A la lista se suma el santafesino Carlos Reutemann, siempre adepto a excusas rimbombantes, aunque esta vez presentó una irrefutable: se contagió de leptospirosis y deberá guardar reposo por algunos días.
El resto de los mandatarios, en cambio, estará presente y será tarea de Fellner la de ir logrando su encolumnamiento gradual detrás de la figura de Kirchner. La CAP fue una creación de Eduardo Duhalde y tuvo en su conducción original a Eduardo Camaño. En la campaña el legislador renunció al puesto con la certeza de que Duhalde tomaría los hilos del PJ. Sin embargo, antes de partir de vacaciones a Brasil, el ex mandatario dejó en claro que no peleará por cargos partidarios.
Si bien Fellner asume con el apoyo del duhaldismo –a través del consejo partidario bonaerense–, habrá que ver hasta dónde Kirchner consensuará con su antecesor los pasos a seguir. Hay varios datos que dan muestra de la autonomía del Presidente. Uno es la remoción de la cúpula militar, que dejó pedaleando al duhaldista José Pampuro. El ministro de Defensa mantenía aceitados contactos con la conducción saliente. Otro dato fue la expulsión de Horacio Pacheco del PAMI. Se trata, ni más ni menos, que del pediatra de los hijos de Duhalde.
En el mundillo político daban por hecho que el respaldo duhaldista a la candidatura presidencial de Kirchner se traduciría en la habilitación de espacios de poder para los hombres del ex presidente. Sin embargo, más allá de los “puros” del gabinete, por Pampuro y el ministro del Interior, Aníbal Fernández, ese supuesto acuerdo no parece consolidarse.
Los últimos movimientos de Kirchner y la concentración de poder que surgen de éstos están poniendo los pelos de punta a varios duhaldistas “paladar negro”, que temen que el divorcio Kirchner-Duhalde se produzca mucho antes de los esperaban.
De todos modos, el peso de los bonaerenses en el Congreso, del que depende el Gobierno para el éxito de varias de sus cruzadas –como eljuicio político al presidente de la Corte, Julio Nazareno– es por estos días un bálsamo para aquellos claramente turbados con las ideas conspirativas.