EL PAíS › TRISTES CONSECUENCIAS DE LA AUTONOMIA NAVAL
El hundimiento del destructor, como antes la retención de la fragata en Ghana, son consecuencias de la autonomización naval que permitió la ineptitud del ministro Puricelli. Su grave hipótesis del sabotaje encubre situaciones picarescas, como el uso de la nave para amarre de pesqueros. Los pescadores avisaron que el destructor se escoraba y un oficial arriesgó su vida para soltar esas amarras, de modo que el buque no arrastrara a los pesqueros y pusiera en evidencia la anomalía.
› Por Horacio Verbitsky
–¿Pudo tratarse de un sabotaje? –le preguntó el Ministro de Defensa Arturo Puricelli al Jefe de Estado Mayor de la Armada.
–No se puede afirmar ni descartar nada antes de realizar la investigación –respondió con la mayor formalidad el almirante Daniel Alberto Martín.
Lo mismo habría contestado si Puricelli le hubiera preguntado sobre un ataque extraterrestre o una aparición del monstruo del lago Loch Ness de Escocia. Pero sin otra base que su propia conjetura, el ministro la hizo pública, como si él fuera un despreocupado comentarista que especula sobre posibilidades. Sólo una investigación rigurosa podrá decir si la suerte de la nave, que en 1982 condujo a las tropas que ocuparon las islas Malvinas, se debió a otra cosa que la inocultable desidia naval. Sin los repuestos que Gran Bretaña se niega a vender, quedó en receso hace dos décadas y fue radiada en 2004, cuando se desechó el proyecto de convertirla en museo por su elevado costo, de 6 millones de pesos. El entonces jefe de Estado Mayor, Jorge Godoy, resolvió utilizarla como donante de órganos a su gemelo destructor Hércules, para rematarla como chatarra cuando no quedara nada aprovechable. Como al avanzar su deterioro las tuberías empezaron a liberar asbestos, cuyo efecto cancerígeno recién fue declarado por el Parlamento Europeo en 1978, se decidió que nadie permaneciera a bordo por más de unas horas, con lo cual su mantenimiento se limitó a rutinarias rondas periódicas.
La última publicación en la página institucional de la Armada ocurrió el lunes 21, con el Boletín Informativo Nº 5. Explica que se escoró de madrugada por una avería en el casco, identificada por el Servicio de Salvamento y Buceo como “la rotura de una tubería de 6 pulgadas, lo cual produjo un importante ingreso de agua”. Añade que “la cantidad de agua embarcada superó la capacidad de las bombas de achique”, por lo que “se procedió a retirar al personal que se encontraba trabajando y a los buques próximos que se encontraban amadrinados junto a él”. Amadrinar o abarloar un buque es colocarlo al lado de otro de modo que se toquen los costados y produzcan mayor resistencia. El miércoles 23 Puricelli anticipó en el comunicado 5 del Ministerio que instruido el sumario con la mayor rapidez “sin lugar a duda habrá sanciones”, ya que “es muy raro que un buque que está desactivado y con guardia mínima pueda hundirse en cuestión de horas”, por lo que cree que “hubo negligencia en su custodia, en el mejor de los casos”, y se aventura sobre un supuesto atentado, “con el objetivo de criticar al gobierno nacional, en especial a nuestra presidenta después de su exitosa gira por Asia”. El comunicado 6, fechado erróneamente el miércoles 25 (el miércoles fue 23 y el comunicado se emitió el viernes) comunica la separación del jefe de Mantenimiento y Arsenales, contralmirante Alberto Francisco García Grigioni, y del jefe del Grupo de Desafectación del ex destructor “Santísima Trinidad”, capitán de navío Marino Lorenzo Ve-ccia, y el resguardo de toda la información que se encuentre en sus despachos, para favorecer la investigación y la transparencia. Ni la Armada ni el Ministerio incluyen testimonios gráficos del episodio. El mismo lunes 21, el primer medio que verificó los hechos en el lugar fue el diario digital de Punta Alta, la ciudad donde está la base. Según elro salenio.com.ar, el destructor quedó “apoyado contra un buque pesquero”. Una foto de la agencia Diarios y Noticias, del Grupo Clarín, mostró con toda claridad al destructor escorado sobre dos pesqueros. El Boletín Informativo de la Armada afirma que el personal especializado dependiente del Comando de Adiestramiento y Alistamiento se presentó a evaluar la situación una vez advertida la escora, pero otras fuentes de la misma institución sostienen que fueron algunos de los pescadores amadrinados los primeros en avisar, porque temían que el destructor los aplastara o los arrastrara. La misión inicial del oficial de la Armada que acudió al llamado fue liberar de sus amarras a los pesqueros para que no se fueran a pique junto con el nunca mejor llamado destructor. Pero ni el Boletín Informativo ni el Ministerio explicaron si el amadrinamiento de los pesqueros constituía una gentileza institucional, cuánto se pagaba por ese servicio y quién lo percibía. Tampoco dijeron si había energía eléctrica en la nave para alimentar las bombas de achique. El jueves 24 el matutino La Nación, que lleva una década tratando de que se cumpla su vaticinio de que el gobierno no duraría más de un año, tituló su principal editorial “Dos maneras de hundir un buque de guerra”. Recordó el atentado de Montoneros contra la misma nave en 1975 y atribuyó lo sucedido ahora al clímax de “un antagonismo ideológico frente a las Fuerzas Armadas”, con “el acceso a puestos clave de gobierno de personas que actuaron en las organizaciones armadas”, a las que no identifica. Aderezó la ensalada con “los recortes presupuestarios” y los juicios por lo que aún llama “los excesos de la represión ilegal”, como si el buque no hubiera dejado de navegar en 1994, cuando imperaban “el olvido, el silencio y el perdón a hechos pasados”, como respondió la Armada a un pedido de información de la Cámara Federal de la Capital sobre la desaparición de la detenida Mónica Candelaria Mignone, y Kirchner sólo era gobernador de Santa Cruz.
Aunque el proceso de autonomización castrense tiene profundas raíces históricas, recién con la guerra de las Malvinas fue evidente que, libradas a sí mismas, las Fuerzas Armadas se autodestruyen, por lo cual es imprescindible una conducción política. Ese fue uno de los grandes fracasos en los gobiernos de Raúl Alfonsín y Fernando de la Rúa y en el interinato de Eduardo Duhalde. El ministro de Defensa de todos ellos, Horacio Jaunarena, eligió ser vocero de la corporación ante el sistema político y demoró tres lustros la reglamentación de la ley de Defensa Nacional porque, según su pública confesión, no compartía la separación con la Seguridad Interior. Durante la década menemista las Fuerzas Armadas se subordinaron al poder político, por una confluencia irrepetible de factores: los indultos; el alineamiento incondicional con Estados Unidos; la participación militar en negocios con funcionarios civiles; el fuerte liderazgo castrense del general Martín Balza. Néstor Kirchner asignó la máxima prioridad a la recuperación del perdido control político y, en la primera semana de su gobierno, descabezó la cúpula del renacido Partido Militar, como nunca lo había hecho un gobernante electo. En diciembre de 2010, cuando la presidente CFK puso en manos de Nilda Garré el nuevo ministerio de Seguridad, Puricelli asumió en el Ministerio de Defensa, para lo cual carecía de otro antecedente que su amistad con el general carapintada Heriberto Ahuel, que fue jefe de la brigada de Río Gallegos cuando Puricelli era gobernador. La Armada aprovechó esa inepcia y recuperó posiciones que había ocupado con Jaunarena y su colaborador Angel Tello. Esto incluyó la designación como vocero del ministro, de un suboficial en actividad, novio de la hija del ministro. Duró poco porque no tuvo mejor idea que congratular al diario La Nación celebrando “su trayectoria”. La Dirección Nacional de Inteligencia Estratégica Militar fue ocupada por la agente de Inteligencia de la Armada Lourdes Puente Olivera, sobrina del secretario de Estrategia y Asuntos Militares, Oscar Cuattromo. Puente Olivera hizo un postgrado en el estadounidense Centro de Estudios Hemisféricos de la Defensa, sucesor de la Escuela de las Américas, y durante el año y medio que pasó hasta que la presidente ordenó su alejamiento, aplicó las enseñanzas recibidas allí, en favor de la autonomía castrense y la doctrina de las nuevas amenazas o desafíos, que prescribe el empleo de las Fuerzas Armadas en tareas que corresponden a la seguridad interior. Puricelli no ha tenido reparo en criticar ante personal del ministerio los juicios por violaciones a los derechos humanos porque “algo había que hacer para pararlos. Yo los conozco, en Ezeiza quisieron matar a Juan Domingo Perón”. En el proyecto de submarino nuclear designó al vicealmirante retirado Benito Rótolo, ex subjefe de Estado Mayor, a quien el juez federal Daniel Rafecas procesó por su participación en la actividad “sistemática y generalizada” de espionaje ilegal a políticos, periodistas y militantes de organizaciones sociales desde diversas bases de la Armada durante la gestión de Godoy. Entre sus asesores designó a Fabián Calle, Profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Católica y entusiasta de la contrainsurgencia “para hacer frente a grupos, organizaciones y redes armadas que recurran a tácticas y estrategias guerrilleras y/o terroristas”. Calle solicitó al general brasileño Julio Amo asesoramiento del ministerio de Defensa de aquel país “sobre la experiencia de pacificación en las favelas de la ciudad de Río de Janeiro”. En el mismo correo electrónico, Calle invocó su triple carácter de asesor de Puricelli, de la revista DEF (que edita el traficante de parafernalia bélica Mario Montotto) y del portal Infobae, de Daniel Hadad. Puricelli también revocó la disposición que restringía el uso de la banda de Patricios y la Fanfarria de Granaderos a ceremonias institucionales, y las envió a la Sociedad Rural, el Círculo Militar y los hipódromos de Palermo y San Isidro. Entre los oficiales retirados que actúan como asesores (según el artículo 62 de la ley orgánica) confirmó al ex jefe de la Armada Joaquín Stella, quien durante la crisis de fin de siglo presentó un plan para movilizar miles de efectivos militares en apoyo de la Policía y la Gendarmería, bajo las órdenes de un comandante operacional de las Fuerzas Armadas. Fue relevado por Kirchner en 2003.
En mayo de 2012, Puricelli decidió a propuesta de la Armada que la Fragata Libertad hiciera escala en Ghana, pese a la explícita advertencia de la Cancillería sobre el riesgo de un embargo. En octubre, cuando la embarcación fue retenida, Puricelli informó a periodistas de Clarín y La Nación que la decisión había sido de la Cancillería, pero la presidente CFK que conocía la secuencia de los hechos le ordenó que asumiera la responsabilidad. En septiembre, tres expertos estadounidenses en Seguridad Nacional, Guerra No Convencional y Operaciones de Información capacitaron al personal del Ministerio de Defensa, postulando el uso de las Fuerzas Armadas en el control de disturbios, las operaciones antidrogas y antiterroristas. Uno de ellos, el Brigadier Mayor (R) Richard Goetze, fue agregado militar en la Argentina entre 1976 y 1978, los años en que, según la Conadep, se produjeron el 93 por ciento por ciento del total de las desapariciones de personas y los aviones de las distintas fuerzas fueron utilizados para arrojar prisioneros al mar. Al terminar su misión fue condecorado por su contribución “a estrechar vínculos de amistad” con sus camaradas argentinos. Ante los cursantes argentinos dijo que en Guantánamo no se violan los derechos humanos porque los presos aumentan de peso y que los abusos en Abu Ghraib fueron obra de unos pocos jóvenes soldados. También explicó cómo usar a los medios para engañar a la población.
La Armada colonizó el ministerio y hoy paga las consecuencias. Luego del patético naufragio en puerto, Puricelli tendrá un mes y medio de relativa calma antes de volver a la primera plana. Cuando concluyan las vacaciones de todo el personal, se reanudará el reclamo de oficiales y suboficiales de las Fuerzas Armadas por la forma en que se liquidan sus salarios, de acuerdo con el decreto 1305 que preparó Cuattromo en agosto del año pasado. Su texto suprime suplementos por responsabilidad de cargo y función, por mayor exigencia de vestuario y compensaciones por vivienda y para adquisición de textos y demás elementos de estudio y establece dos nuevos suplementos, por responsabilidad jerárquica, para quienes ejerzan un cargo con conducción de personal, y por administración del material, para quienes sean responsables de esos elementos. En octubre, cuando se produjo el reclamo de prefectos y gendarmes, Puricelli y Cuattromo negociaron que no se extendiera a las Fuerzas Armadas, con la promesa de una corrección de las escalas. Pero esto no ocurriría antes del invierno, una vez cerradas las negociaciones paritarias para los trabajadores del sector privado. El 3 de marzo, la Armada forma en la calle en conmemoración de la muerte del almirante Guillermo Brown. ¿Qué dirá entonces Puricelli?
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