EL PAíS
› EL PRESIDENTE KIRCHNER JUNTO A SOLA Y BALESTRINI
“No pacto con los corruptos”
En la Universidad de La Matanza, la comitiva oficial lanzó la creación de BANexo, una especie de banco que financiará a las pymes. Kirchner aprovechó para advertir que “no vine para esquivar problemas”.
› Por Martín Piqué
“No voy a pactar con la corrupción ni con los corruptos. Se viene una Argentina absolutamente diferente”, desafió Néstor Kirchner desde el palco del salón de actos de la Universidad Nacional de La Matanza. Fue la expresión más comprometida de su discurso y le valió la primera ovación de la tarde –hasta entonces se habían escuchado aplausos pero no gritos–. También generó abrazos sugestivos del gobernador Felipe Solá y del intendente Alberto Balestrini, quienes interpretaron su frase como otra evidencia de que el Gobierno avanzaría en su cruzada por la transparencia del PAMI (ver págs. 2/3). “No es que estemos generando muchos frentes. Yo no vine a esquivar los problemas, vine a enfrentar a los problemas y a recuperar la esperanza”, agregó después Kirchner para replicar las críticas de quienes le aconsejan que no “abra tantos frentes”.
Hasta entonces, el encuentro había sido bastante formal y prolijo, como una reunión de los gerentes de una multinacional en la que se anuncian las metas previstas para el año. Se habían anunciado obras públicas y la creación de BANexo, una especie de banco que financiará a las pymes de la provincia con 150 millones de pesos. Se había exhibido un video con testimonios sobre empresas recuperadas y pymes que recibieron créditos del BANexo. Todo era muy prolijo, tal vez para evitar que el acto se pareciese demasiado a uno de campaña. Sin embargo, en los hechos funcionó como el lanzamiento oficial de Solá en su pelea por retener la gobernación.
Como querían en La Plata, el auditorio estaba ocupado en su mayoría por empresarios, unos cuantos estudiantes y miembros de entidades intermedias. En la primera fila escuchaban atentos los dirigentes piqueteros Luis D’Elía (“Vine porque me invitó Kirchner”, dijo a Página/12) y Juan Carlos Alderete. A un costado estaban la “Colorada” Teresa González de Solá, el ministro de Trabajo bonaerense Mariano West, la senadora Mabel Müller y el intendente de Avellaneda, Oscar Laborde, ex Frepaso. A simple vista, la concurrencia mostraba una combinación de duhaldistas y felipistas en lo que parecía una muestra del poder real en la provincia. “Buenos Aires está con usted, gracias por estar en Buenos Aires”, le dijo Solá a Kirchner para dejar claro que su distrito es su principal base de apoyo.
Las palabras de Kirchner –que aprovechó el discurso para justificar sus decisiones en relación con la Corte Suprema y el PAMI– sonaron más audaces que los discursos previos, que se habían concentrado casi exclusivamente en el anuncio de obras públicas y concesiones para fomentar la producción. “Tenemos que ser transgresores y decididos, tenemos que demostrarles a todas aquellas escuelas económicas, a todos aquellos diagnosticadores de la realidad, que con la prepotencia del esfuerzo, del trabajo y de la honestidad vamos a hacer una nueva Argentina, le guste a quien le guste”, subrayó el santacruceño. Detrás suyo lo observaban Solá, Balestrini y el presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Camaño, a quien Kirchner había saludado en voz baja con un “Hola, Eduardo”.
Luego del discurso, el Presidente intentó retirarse del salón y se generó un pandemonium que a algunos presentes hizo acordar su entrada a la Casa de Gobierno, el 25 de mayo. Quizá por gusto propio, quizá por falta de organización, Kirchner se retiró del salón de actos rodeado de curiosos, periodistas y un montón de estudiantes que se fueron sumando cuando lo veían pasar por delante de sus aulas “¡Presidente, Presidente!”, le gritaban jóvenes de veintipico y mujeres de cuarenta que se sorprendían de verlo en la Universidad. Kirchner respondía a todo con una sonrisa. Parecía estar a sus anchas. Sus allegados trataban de seguirle el paso pero el apuro de los custodios y del edecán los hizo quedar rezagados.
“Es así, él es así”, explicaba uno de los colaboradores de su vocero. La transgresión que había reclamado para su gobierno se veía ahí, puesta en escena en la calle, en su contacto con la gente. “Juntos vamos a terminar con la Argentina de la concentración económica y la concentración de la riqueza”, había dicho unos minutos antes ante la multitud.