EL PAíS
› KIRCHNER OVACIONADO, REUTEMANN CUESTIONADO
Lole la pasó mal de local
› Por Martín Piqué
Desde Santa Fe
Dos escenas resumieron el sentido del viaje que Néstor Kirchner realizó ayer a Santa Fe. Separadas por cinco horas –lo que duró la visita del Presidente–, las dos imágenes tuvieron como protagonistas al gobernador santafesino Carlos Reutemann y también, aunque de modo indirecto, al senador y hombre fuerte del PAMI, Luis Barrionuevo. La primera se produjo en el aeropuerto de Sauce Viejo, apenas aterrizó el Tango 01 que transportaba a Kirchner y a casi todo el Gabinete. Sobre la pista lo esperaba Reutemann junto a la guardia tradicional de Santa Fe, con sus uniformes de color rojo punzó. Cuando el gobernador –apenas repuesto de leptospirosis y de la inundación del río Salado– se acercó a saludar al visitante, una mujer lo interrumpió con gritos destemplados: “Reutemann, ¿dónde están los subsidios por la Fiesta del Deporte? Devolvelos”.
La queja en el aeropuerto fue sólo el primer contratiempo que sufrió el Lole en una jornada especial por la llegada del Presidente y de los ministros del Gabinete. La otra escena, representativa de las preocupaciones más inmediatas del Ejecutivo, se produjo a las tres de la tarde, cuando Kirchner salió de la gobernación de la provincia para saludar a la gente que se había agolpado en la valla. Eran unas cien personas, y el Presidente se acercó con su paso nervioso para saludar a través del alambre. Entonces se escucharon unos gritos. “Sáquelo a Barrionuevo, échelo a Barrionuevo”, le reclamaron un hombre de cuarenta años y un joven de veinte con pinta de estudiante. “Ojalá podamos”, fue la tímida respuesta que escucharon los dos santafesinos.
El viaje del Presidente había sido acordado desde los primeros días de la gestión, cuando una parte de la ciudad de Santa Fe seguía bajo el agua del Salado. Ayer sólo mostraba los rastros de la inundación, como las marcas grises que cruzaban las paredes y puertas de las casas a un metro del suelo. Consciente de las consecuencias del desastre –todavía quedan miles de evacuados y faltan las tareas de reconstrucción–, Kirchner aterrizó en la capital santafesina con un paquete de ayuda millonaria de unos 320 millones de pesos. Para hacer los anuncios en el terreno, se llevó consigo a casi todos los ministros. Estaban Julio De Vido (Planificación), Aníbal Fernández (Interior), Ginés González García (Salud), Alberto Fernández (Jefe de Gabinete), Alicia Kirchner (Desarrollo Social), Carlos Tomada (Trabajo) y Daniel Filmus (Educación).
“Venimos con estos 320 millones que no los pone un gobierno ni un presidente. Este es un esfuerzo solidario que traen todos los argentinos a Santa Fe”, subrayó Kirchner ante las cámaras luego de encabezar una reunión de coordinación con Reutemann y los miembros de su gabinete. “Me hubiera gustado estar aquí para apoyar la reconversión productiva de Santa Fe, para ayudar a los productores locales, pero lamentablemente nos ha tocado esta catástrofe. Algo similar me tocó vivir en mi provincia, en 1995, cuando la nevada nos aisló ocho ciudades”, agregó. Con ese anuncio, el Ejecutivo terminó de explicar los detalles del paquete de ayuda a Reutemann: casi 150 millones (50 millones de dólares) de “subsidio directo”, 100 millones para obras viales, 30 millones para dar créditos al sector ganadero, 10 millones para reactivar tambos, y sumas de entre 1 y 2 millones para temas de Salud y Educación.
Para Reutemann, el anuncio de la llegada de fondos funcionó como un salvavidas, al menos financiero. “Como gobernador, Kirchner estuvo siempre muy cerca de nosotros. Esta es una visita realmente importantísima”, agradeció en público el ex corredor de Fórmula Uno. También le agradeció a la Unión Europea, que a través de su embajador en la Argentina, el griego Angelos Pangkratis, destinó 890 mil euros para la construcción de “viviendas temporarias”. Quizá por una búsqueda de transparencia en el gasto, las obras estarán a cargo de ONG registradas ante la Unión Europea. La buena onda y los billetes que trajeron los visitantes no alcanzó, sin embargo, para acabar con la fortuna adversa de Reutemann. Además del reproche casi violento que sufrió en el aeropuerto, el Lole tuvo que soportar la andanada de críticas de los medios locales. Con rostro impasible, escuchó las preguntas que le hacían a Kirchner los periodistas santafesinos. Más que preguntas, sonaron como cuestionamientos directos a Reutemann, a quien acusaban de ser el “responsable de la tragedia” y de falta de autoridad política. Otros lo criticaban por haber hecho entrar a Kirchner por una puerta trasera de la Gobernación, porque en el frente había una manifestación en contra suya. En el entorno más cercano a Kirchner sabían que el clima no era el mejor para su anfitrión y hasta se había especulado con suspender la conferencia de prensa. “Lo quieren cagar al Lole”, advertía un ministro nacional que había llegado en el Tango O1.
Al final los periodistas pudieron preguntar y Reutemann vivió, como se preveía, su mal momento. La escena, con Kirchner respondiendo y el santafesino en silencio, reveló con una imagen la contradictoria relación del Presidente con el gobernador. Porque a pesar de que a Kirchner le conviene que el PJ retenga el poder en la provincia, sus allegados recuerdan que el Lole apoyó sutilmente a Carlos Menem en la pelea presidencial. “En la campaña, éstos jugaron para la contra. Eso no lo olvidamos”, recordaba ayer, ante Página/12, un colaborador del entorno más cercano al Presidente. Pero el resentimiento no se expresó en público ni se exteriorizó en ningún momento. Tal vez se guarde para el futuro, cuando el Ejecutivo deba optar entre los precandidatos del PJ, Jorge Obeid –el preferido– y Alberto Hammerly, supuesto sucesor de Reutemann.
Por ahora, la bronca está concentrada en Barrionuevo, en lo que el Gobierno está convencido de haber sintonizado otra vez con las mayorías populares.
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