EL PAíS › OPINION
› Por Fortunato Mallimaci *
El viernes 28 de febrero a las 20 horas de Europa (cualquiera que haya vivido allí sabe que es la hora central, en la cual los ciudadanos están frente a la TV) habrá cadena mundial para que Benito XVI efectivice su renuncia. Ese impacto mundial –que seduce a estados, dirigencias políticas y grupos mediáticos por doquier– no nos debe hacer olvidar la profunda crisis que vive la institución católica y en especial su proyecto de modernidad católica integralista. Ese reconocimiento estatal católico romano no encuentra apoyos mayoritarios ni en sus propios fieles ni en otros creyentes en la mayoría del planeta. Este es el tema de fondo y de largo plazo y explican la renuncia y el fracaso del actual Papa.
Los datos que vemos en esta encuesta van en esa línea y afirman lo que venimos investigando desde hace años. La primera encuesta académica realizada sobre creencias desde el CEIL/Conicet hace algunos años es muy similar a la que aquí se presenta. (http://es.scribd.com/doc/100211828/Encuesta-de-Conicet-sobre-creencias-religiosas-en-Argentina)
Estamos en sociedades plurales, diversas y de una espiritualidad y cultura cristiana ampliamente mayoritaria en Argentina como en el resto de América latina. Junto a ello se viven complejos procesos de desinstitucionalización e individuación de las creencias.
La encuesta de Página/12 muestra opinión favorable sobre temas cotidianos (aborto, uso de anticonceptivos, homosexualidad, etc.) y sobre temas doctrinales (celibato, ordenación de mujeres) y revela la autonomía de conciencia y toma distancia de los postulados doctrinarios de las instituciones religiosas. La autoridad del Papa ni su proveniencia “mueve el amperímetro”. Se vive un estado de creencia religiosa, sin pertenencia ni identificación con las normas que la institución católica proclama y por eso se exigen al mismo tiempo esos cambios.
Pero atención, si bien el cuentapropismo es mayoritario, esta encuesta en la AMBA muestra un núcleo duro de creyentes (en todas las religiones y convicciones) contra todo tipo de cambios y con una mirada pesimista sobre el presente y el futuro.
La gran mayoría de los ciudadanos desea vivir en sociedades laicas, democráticas y plurales, donde sean respetados sus comunitarismos, su libertad de conciencia y creencia individual. Quieren menos condenas y más escuchas. Otros quieren que sus instituciones religiosas acompañen a los olvidados, dominados y victimas de la historia. Otro grupo más difuso ya no tiene ninguna pertenencia religiosa. Allí se pueden estar gestando nuevos vínculos y solidaridades.
* UBA/Conicet.
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