EL PAíS › LA PRESIDENTA EXPLICO LOS MOTIVOS DEL ACUERDO POR LA CAUSA AMIA QUE VOTO EL CONGRESO
Cristina Kirchner retrucó los cuestionamientos de la oposición. Contó su experiencia en la comisión parlamentaria que investigó ese ataque y el de la Embajada de Israel y cuestionó el rol de la Justicia y de parte de la dirigencia comunitaria.
› Por Raúl Kollmann
La presidenta Cristina Fernández de Kirchner abordó el caso AMIA desde todos los ángulos: no sólo defendió el memorándum firmado con Irán para que se indague a cinco imputados, sino que se refirió al naufragio de la investigación del atentado contra la Embajada de Israel, la falta de resultados en lo que se refiere a la conexión local del ataque contra la AMIA y al enjuiciamiento de los que desviaron la investigación judicial: el juez, los fiscales, los jefes policiales, los titulares de la SIDE y la dirigencia de la comunidad judía. “Yo no hago la plancha –dijo la Presidenta–. Lo más fácil para mí sería dejar las cosas como están y hacer un discurso por año. Me niego a ser parte de esos pusilánimes, vegetativos, a los que no les importa nada. Tenemos que destrabar esto.”
El atentado contra la AMIA fue uno de los temas centrales del discurso de la mandataria y tal vez en el que puso más pasión y emoción.
“Ojalá puedan trasladarse las autoridades judiciales para poder saber exactamente cómo fueron las cosas –dijo la Presidenta– y conocer también aquí adentro qué es lo que pasó. Esta causa está inmovilizada porque sin tomar declaración ninguna causa penal puede avanzar.”
La idea de destrabar la situación actual estuvo presente en varios párrafos. “¿Qué es lo que puede pasar? ¿Cómo no intentarlo? –se preguntó la mandataria–. Lo sabe cualquier juez: crimen que no se descubre en los primeros tiempos después resulta muy difícil de esclarecer. Pero hay cosas que pueden ayudar a develar la verdad. Por eso lo voy a intentar.”
La jefa del Estado se refirió al expediente en el que se investigó el ataque de marzo de 1992, contra la delegación diplomática de Israel. En esa causa nunca hubo un imputado ni una orden de captura, nunca se pudo determinar nada respecto de la conexión local.
La causa judicial estuvo –y está– en manos de la Corte Suprema que recién en 1997 determinó que en el ataque murieron 21 personas: hasta entonces se hablaba de 29. Es decir que el máximo tribunal de la época de Carlos Menem ni siquiera había contado las víctimas.
Al traer a colación el caso de la embajada, la Presidenta dejó entrever tácitamente que si no se hace algo en AMIA las cosas terminarán como en el expediente de la voladura de la representación diplomática, en el que ya pasaron 21 años sin resultados. “Nunca pudimos tampoco averiguar lo de la embajada. Llama la atención que no se preocupen por lo que es una violación de territorio de la voladura de una embajada”, insistió CFK.
Reiterando la postura que hizo pública cuando anunció el memorando, la Presidenta dijo ayer que “no permitiremos que usen la causa AMIA para los intereses geopolíticos del ajedrez internacional”. Es un concepto que emerge de las amenazas que hoy existen de un bombardeo a Irán básicamente por su desarrollo nuclear. La mandataria hizo referencia incluso a la reunión de esta semana, en Kazajistán, entre las grandes potencias e Irán. “Se van a encontrar nuevamente en abril. Ojalá que encuentren un camino para la paz. Lo único que falta es que además de la tremenda crisis económica, tengamos guerra”, dijo la Presidenta.
Al mismo tiempo la mandataria insistió en que nunca hubo ninguna negociación con Irán por cuestiones nucleares ni se le vendieron materiales ni a Irán ni a nadie. “Argentina es un modelo en no proliferación nuclear”, redondeó. Durante el debate, el diputado Ricardo Gil Lavedra exhibió un informe de la Cancillería en el que se hablaba de una venta de un supuesto reactor nuclear a Teherán por cinco millones de dólares: resultaron ser materiales para baños, que figuran en la misma posición arancelaria. CFK mencionó que las únicas negociaciones y ventas de materiales nucleares a Irán fueron realizadas en épocas del radicalismo, durante los años ’80.
Durante todo el tramo referido al caso AMIA, la Presidenta insistió en que su objetivo es saber la verdad. Pero no sólo sobre la conexión internacional, es decir la imputación contra Irán, sino que apuntó a la colaboración local. Y también al armado de las pistas falsas que hubo durante la segunda mitad de los ’90. Cristina Kirchner fue diputada y senadora en esos años y en 2001, estando en la Comisión de Seguimiento de la Investigación de los Atentados, presentó –casi a solas– un durísimo informe contra la pesquisa encabezada por el juez Juan José Galeano, el comisario Jorge “Fino” Palacios, la SIDE y los fiscales. Esa pesquisa estuvo respaldada por los dirigentes de la comunidad judía, principalmente el poderoso titular de la DAIA, Rubén Beraja, mientras que los familiares, agrupados en Memoria Activa, denunciaron que se trataba de pistas falsas.
Todos ellos terminaron procesados por el juez Ariel Lijo justamente por encubrimiento. Pero, además, el Tribunal Oral anuló gran parte de lo investigado señalando que “es un armado al servicio de políticos inescrupulosos”. Ayer, Cristina Kirchner recordó el trabajo de aquella comisión, junto con Marcelo Stubrin, Carlos Soria y Melchor Cruchaga, entre otros, aunque el informe de la ahora Presidenta fue lapidario apartándose del resto de los legisladores: “Se había fabricado una causa sin ningún anclaje judicial”. Con su análisis de ayer, la mandataria puso en foco a la dirigencia de la AMIA que actualmente respalda todavía a Beraja.
En uno de los tramos que arrancó aplausos de pie, CFK redondeó: “Quiero saber qué pasó. No sólo desde afuera, sino qué pasó adentro (de la Argentina). Quiero saber quiénes fueron los que encubrieron, quiénes fueron los que escondieron las pruebas. Quiero saberlo. Me lo merezco como argentina y lo merecen las víctimas y sus familiares”.
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