EL PAíS › LA MANIFESTACIóN DE LA OPOSICIóN FRENTE AL CONGRESO
La convocatoria fue escasa. En torno de la carpa montada por los opositores se mezclaron dirigentes políticos, militantes de partidos de izquierda, caceroleros y hasta neonazis. El deporte favorito fue abuchear a los diputados oficialistas.
› Por Werner Pertot
“¿No te comerías un choripán?”, preguntó un marido esperanzado, que vestía camisa y sweater sobre los hombros. Ella llevaba el pelo negro recogido en un rodete y estaba vestida como para ir a una obra de teatro. Frunció la nariz pálida y respingada antes de contestar: “No”. Eran dos entre los pocos centenares de personas que lograron reunir los opositores frente al Congreso. La convocatoria de ayer fue escasa, en especial, en comparación con la masividad del 18 de abril. Reunidos en el espacio de una cuadra, se pudo ver desde militantes del MST, el radicalismo y Libres del Sur, pasando por jóvenes y ancianos que batían la cacerola y gritaban “chorros”, hasta un pequeño puñado de neonazis.
El epicentro de la convocatoria fue la carpa montada frente al Congreso. Por allí desfilaron durante el día las distintas figuras de la oposición. Mauricio Macri fue uno de ellos. A diferencia de aquella oportunidad, en 2008, en la que intentó desalojar una carpa que había instalado La Cámpora frente al Congreso, esta vez el jefe de Gobierno fue en persona a avalar la iniciativa. “Está muy bien que estemos acá”, señaló. “Si se aprueba este proyecto para eliminar la Justicia, perderemos uno de los valores más importantes de la democracia”, se sumó entusiasta el intendente de San Isidro, Gustavo Posse, aliado al PRO.
Más tarde –y por separado– se acercó Roberto Lavagna a la carpa. “Al ‘vamos por todo’ hay que responderle con ‘hasta acá llegaron’”, dijo el ex ministro de Economía, que forma parte del partido de Gerónimo “Momo” Venegas. El dirigente de Uatre arqueó las cejas cuando Página/12 le preguntó por la escasa concurrencia. “El otro día la gente estaba preparada. Era una autoconvocatoria por las redes sociales. Hoy venimos a hacer el aguante”, afirmó.
A un costado del escenario, un grupo de neonazis, vestidos de negro y con las cabezas rapadas, había colgado dos banderas. Una decía: “Cristina montonera”. La otra: “Memoria completa. Juicio sumario a los traidores”. Respondían a un Foro Nacional Patriótico y uno de ellos tenía tatuada en una pierna el águila que termina en la esvástica. Los acompañaba otro grupo entrado en años, vestidos con camuflaje militar. Ante las preguntas de este diario, uno de ellos se limitó a darse media vuelta e irse.
–Cuidado, que pasa un pobreeeee –gritó un vendedor ambulante, cuando se abrió paso entre los manifestantes.
–Un loquito –comentaron, mientras sostenían un cartel que decía “No al terrorismo de Estado K”.
Una pantalla gigante transmitía la sesión en vivo. Había pocas cacerolas, que están siendo reemplazadas por botellitas de agua con monedas. La marcha mezclaba militancia organizada (el MST sostenía firme una bandera roja, Libres del Sur y Franja Morada llegaron con las propias) con algunos manifestantes con tono antipolítico. El deporte favorito era abuchear a los diputados oficialistas y gritarles: “Chorros”. “Ladrón, hijo de puta”, decía con un megáfono un anciano vestido de gaucho, pero con zapatillas deportivas.
–¿Cómo se llama?
(Duda) –Me llamo “La Rosada aguantadero de mafiosos”.
–Ajá. Un nombre largo... ¿Por qué vino?
(Se saca el gorro y piensa. Luego recurre a un papel manuscrito) –Presidenta de este maltratado pueblo –lee–. No sea tacaña, use papel higiénico. No use las hojas de nuestra Constitución.
“Para limpiarse el culo, ¿entiende?”, aclaró, mientras doblaba el papelito. No muy lejos, Pablo, de 25 años, intentaba arreglar con cinta adhesiva su trompeta. “La traigo siempre, desde el 13-S”, contó a este diario. Viajó desde Ramos Mejía. Estudia medicina, aunque ahora está trabajando los fines de semana en un kiosco. “Murieron 51 personas en Once y ahora otras tantas en La Plata. Este gobierno prioriza pelotudeces y para el país por Clarín. La mentira de Clarín tiene patas cortas. Me parece tan mierda como ellos”, afirma. “¿Página/12? Sos nuestro enemigo”, dice. Luego cambia de idea: “No tenemos enemigos”. Otro hombre, que pasa con un cartel que pide “Paredón a los traidores”, no estaría de acuerdo.
Alba, pelo rubio y pasando los sesenta, también vive en la provincia de Buenos Aires. “Vine después de escuchar que De Vido decía que fui al cacerolazo para ir a Miami. ¡Yo todavía estoy esperando cobrar lo de Badaro!”, sostuvo la jubilada.
–¿A quién votó en 2011?
–Ay, esperate –dijo y le preguntó a otra señora que, como ella, tenía una bandera argentina de capa.
–Carrió.
–No, no.
–¿Solanas?
–Puede ser. Ay, nene, no me acuerdo. Menos a ésta, cualquiera.
–¡A Binner!
–Es verdad. A Binner voté. Y ahora, no sé...
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