Vie 03.05.2013

EL PAíS  › SE PRESENTARON LAS GRABACIONES COMPLETAS DEL JUICIO A LA JUNTAS

Imágenes para la memoria

Por primera vez, las 530 horas de grabaciones están disponibles para el público, después de ser digitalizadas. La presentación se realizó en el Museo del Libro, con la participación de funcionarios, víctimas de la dictadura y jueces del juicio.

› Por Laura Vales

Veintiocho años después se pusieron a disposición del público los videos completos del juicio a las tres primeras Juntas de la última dictadura. De las audiencias hasta ahora sólo se habían podido ver fragmentos. En el momento en que se realizó el juicio, la televisión transmitió imágenes sin audio, y aunque más tarde se difundieron algunos compilados, se trató siempre de segmentos. Los archivos –530 horas grabadas en el viejo formato de U-matic– estuvieron en riesgo de perderse por el descuido y el paso del tiempo.

El material fue presentado ayer en sociedad en el Museo del Libro y la Lengua, de la Biblioteca Nacional. Allí se hicieron dos paneles, pero antes se proyectó parte de las grabaciones: en la pantalla se vio una secuencia de testimonios de las víctimas del terrorismo de Estado, que hablaron además sobre la complicidad de la Iglesia y de la Justicia con la dictadura. En la sala, los jueces fumaban como murciélagos, los represores todavía no habían envejecido y había en general un formalismo rígido y cargado de tensión.

Entre el público que ayer se reunió para la presentación, estuvieron tres de los jueces que integraron el tribunal –Ricardo Gil Lavedra, Jorge Torlasco y Guillermo Ledesma– y el ex fiscal Julio César Strassera. También algunas de las víctimas que fueron testigos de aquel primer juicio y militantes de las generaciones que siguieron, la de los hijos y los nietos. El ministro de Educación, Alberto Sileoni, compartió el primer panel con el secretario de Derechos Humanos, Martín Fresneda (hijo de desaparecidos y ex abogado querellante en los juicios por delitos de lesa humanidad), y con Valeria Barbuto, de Memoria Abierta. La joven directora del espacio fue la primera en hablar de lo que los videos revelan sobre el clima de época: “Me llamó la atención la imagen de cómo terminó el juicio, con un silencio total. Hasta que vi la grabación, creía que había terminado con aplausos, con gritos, como en los juicios que tenemos ahora, pero ahí dentro hubo nada más que silencio”.

También contó que la digitalización de los videos fue un trabajo de la Cámara Federal de Apelaciones (que tenía las cintas U-matic), y en especial del camarista Horacio Cattani; la Universidad de Salamanca se ocupó de la parte técnica (de los 530 casetes, siete resultaron irrecuperables) y el equipo de Memoria Abierta inventarió el contenido para su consulta pública.

Fresneda señaló que aunque tenía 10 años cuando se hizo el juicio, le quedaron recuerdos porque en las audiencias se trató lo sucedido a su familia: su padre, que era abogado, y su madre fueron secuestrados en la llamada Noche de las Corbatas. “Después, como abogado de víctimas de la dictadura, muchas veces nos interesó acceder a esta información, a las primeras etapas de los juicios.” El secretario de Derechos Humanos habló después de la época del dictado de las leyes de obediencia debida y punto final, y de los indultos. “Se banalizó la dimensión de la Justicia. La sociedad no pudo sostener el resultado del juicio. No hay que olvidarlo, porque estos procesos son la cristalización de una etapa de evolución de la democracia y de la sociedad. Como sociedad somos responsables de sostener ese aprendizaje. La memoria fue lo que nos permitió, a pesar de esos años, tener justicia en la Argentina.”

Sileoni, sentado a su lado, retomó el tema del valor pedagógico de los materiales como el que se estaba presentando. “Dentro de los que trabajamos en la educación escolar hay una discusión sobre si la escuela debe incorporar una dimensión axiológica. Estoy entre los que creen que sí. En Pakapaka, el personaje de José Zamba se mete con el Juicio a las Juntas. Son cosas que se tienen que hablar primero en la mesa familiar y después en la escuela.”

En el segundo panel estuvieron Gil Lavedra, la antropóloga María José Sarrabayrouse Oliveira y Jorge Watts, sobreviviente del campo de concentración El Vesubio.

Watts, que declaró en el juicio, recordó cómo los ex detenidos tuvieron un debate interno muy duro sobre si ir a declarar, porque desconfiaban de la Justicia. “Todavía estábamos muy cerca de los hechos, los represores no estaban despojados totalmente de poder, no confiábamos en una Justicia que había sido cómplice.” Watts recordó cómo, el día que dio testimonio, el abogado José María Orgeira, defensor del dictador Roberto Viola, lo interrogó llamándolo “detenido”. “Le tuve que recordar que el detenido era su cliente.”

Gil Lavedra leyó un mensaje de León Arslanian. “Era una sociedad atrapada entre el miedo y una natural desconfianza acerca de lo que el gobierno pregonaba”, sostuvo sobre aquellos días. Y agregó sobre los propios jueces: “No sabíamos si íbamos a poder concretar nuestra labor”.

Sarrabayrouse Oliveira, con una mirada menos piadosa hacia los integrantes del Poder Judicial, habló sobre cómo la dictadura usó el aparato judicial existente para legitimarse y cómo, a su vez, tras la recuperación democrática, el juicio debió hacerse “no en un territorio neutro, sino en un escenario judicial conflictivo” en el que “el activismo de los organismos de derechos humanos libró muchas batallas, incluso en los mismos años de la dictadura”. En ese sentido, consideró que los archivos del juicio aportarán no sólo a los que quieren saber sobre el actual proceso de reapertura de las causas de derechos humanos, sino también a los interesados en la democratización de la Justicia.

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