Dom 05.05.2013

EL PAíS  › MARCO AURELIO GARCíA, ASESOR PARA ASUNTOS INTERNACIONALES DE LA PRESIDENCIA DE BRASIL

“Lo extraño sería que no hubiera problemas”

Señala la necesidad de “preservar la relación” entre la Argentina y Brasil y afirma que “desde el punto de vista económico, social y político” ambos países no pueden pensarse como totalmente independientes uno del otro. La minera Vale, las importaciones. Su visión sobre la región.

› Por Fernando Cibeira

En febrero pasado, justo cuando estaba por viajar a la Argentina, el asesor especial para asuntos internacionales de la Presidencia de Brasil, Marco Aurelio García, se empezó a sentir mal y acudió al médico. El resultado fueron cuatro bypass para reacondicionar las arterias coronarias que le encontraron obstruidas. Ya totalmente repuesto, Marco Aurelio viajó la semana que pasó a Buenos Aires para participar de unas jornadas de discusión sobre los desafíos que plantea las crisis internacional, organizadas por la Universidad Nacional de Tres de Febrero. “Estaba gordo y trabajando mucho”, se lamenta con Página/12 sobre lo que le ocurrió. Ahora se lo ve delgado y recuperado y, como siempre, dispuesto a discutir los problemas de la región, que nunca faltan.

–Las presidentas Cristina Kirchner y Dilma Rousseff volvieron a encontrarse días atrás y quedaron en hacerlo de nuevo en breve, no obstante parece que hay algunos conflictos bilaterales que persisten y cuesta solucionar. ¿Cómo analiza la relación?

–Teniendo en cuenta la importancia de nuestras relaciones económicas y comerciales, lo extraño sería si no hubiera estos problemas. Algunos cuestionan que esos problemas no se resuelvan nunca, yo no lo veo así. Si no se resolvieran nunca llegaríamos a una situación de ruptura y no es el caso. Son nuevos problemas que van apareciendo, que están vinculados con cuestiones políticas internas de uno y otro país. Lo que estamos tratando es de llegar a una solución más duradera y profunda de esas diferencias, por eso pensamos que los problemas deben ser discutidos como un todo. Debemos establecer un marco de negociación amplio y conjunto. Es evidente que el interés nacional que es encarnado por los gobiernos incluye dos cosas. Primero, la diversidad de demandas que hay en el país. Otro aspecto es la necesidad de preservar la relación. Desde el punto de vista económico, social y político no creo que Brasil y Argentina puedan pensarse como totalmente independientes uno del otro.

–Cada vez que se reúnen las presidentas ratifican la relación estratégica que representa para ambos países, pero eso no impide que cada tanto surjan nuevos problemas como ocurre ahora con la minera Vale. ¿Qué importancia se le adjudica en Brasil a esta cuestión?

–Bueno, no es que se le adjudique, tiene importancia. La propuesta de inversión de Vale era muy importante desde el punto de vista económico y también respecto de sus proyecciones a futuro. Se iba a hacer una gran inversión, que tendría un efecto importante sobre el comercio Argentina-Brasil y, por lo tanto, que se frustre es malo. Una de las cosas que debemos tener en consideración es que Vale es una empresa privada. Ojalá fuera estatal como lo fue en el pasado, pero se privatizó. Entonces es la relación de una empresa privada con un gobierno. De cualquier manera, nosotros tenemos percepción de la importancia que esa inversión tenía para la relación de los dos países, por eso tratamos de ayudar en la búsqueda de una solución. No tuvimos éxito en un primer momento, pero más recientemente, no quiero entrar detalles porque son cosas confidenciales, había una propuesta para llegar a un acuerdo. Ese día que las presidentas estaban reunidas y se conocieron algunos detalles de la propuesta, Vale declaró que se retiraba de la Argentina. Me parece una equivocación muy fuerte. No que se retirase, sino lo de anunciarlo en ese momento. Como soy optimista tengo todavía la esperanza de que se pueda llegar a un acuerdo. Las fórmulas de las que yo tuve conocimiento me parecen muy buenas.

–También se está yendo del país Petrobras y en algunos lados lo presentan como una muestra del desinterés de Brasil por seguir invirtiendo en Argentina.

–No, la disminución de la actividad de Petrobras en la Argentina corresponde a la disminución de la actividad de Petrobras en otras partes del mundo. Petrobras tiene que concentrarse en la extracción del Presal (los yacimientos en aguas profundas), que va a ser una fuente extraordinaria para el país. Para que se tenga idea, las inversiones que Petrobras hará en los próximos años en eso son del orden de los 250 mil millones de dólares.

–Otro tema muy meneado en la Argentina es el de las trabas a las importaciones y el supuesto enojo de los empresarios brasileños. ¿Eso es así?

–Es un poco. Más allá de la significación económica que eso pueda tener, tiene mucha más significación simbólica. Se supone que el Mercosur es una zona que tiende a una unión aduanera. La creación de ciertas trabas no es una buena cosa. Pero es algo que también tiene que ser resuelto de una forma conjunta.

–¿Pero no se entiende la necesidad que puede tener el gobierno argentino de equilibrar una balanza que puede resultar deficitaria en momentos en que los dólares son escasos?

–Pero a la vez se podría decir también que nosotros constatamos ciertas desviaciones de comercio. Caen las importaciones de Argentina desde Brasil, pero no es así desde otros países, incluso en algunos suben.

–Están también quienes piensan que por culpa de estas diferencias que persisten entre Argentina y Brasil el Mercosur hace años que no avanza. ¿Usted lo ve así?

–Puede tener su parte, pero no creo que sea lo más importante. Estamos frente a una situación internacional muy compleja. ¿Por qué no resultó la Ronda de Doha? Si la Ronda de Doha hubiera resultado, muchos de los problemas que tenemos en el Mercosur estarían resueltos, pero no avanzó. Lo mismo ocurre con las negociaciones entre el Mercosur y la Unión Europea. Vean cómo está hoy la Unión Europea. Nosotros tenemos también nuestros problemas, pero infinitamente menos graves que los de Europa. Todas las negociaciones comerciales van a estar fuertemente influenciadas por esa situación internacional.

–¿Ve la crisis entonces como un obstáculo o también podría generar nuevas posibilidades para la región?

–Las dos cosas. Hay un impedimento porque hubo una merma del comercio mundial. Pero también hay posibilidades que tenemos que explotar, no sólo intensificar el comercio Sur-Sur, sino también hacer una reflexión acerca de cómo vamos a cambiar nuestra competitividad con el mundo. No hay que pensar que la reindustrialización de nuestros países se hará en forma clásica. Hoy reindustrializar significa una utilización gigantesca de recursos científicos y tecnológicos, estamos viviendo una nueva etapa. Los chinos pudieron en un determinado momento transformarse en la fábrica del mundo. Hoy eso ya no es así, pero están avanzando brutalmente en cuestiones de ciencia y tecnología sin las cuales perdería el tren de esta nueva etapa de desarrollo. Estados Unidos también está pasando por un proceso de reindustrialización que es de una sofisticación extraordinaria. Si nosotros no hacemos transformaciones en esa misma dirección, no vamos a tener éxito. Tenemos algunas cartas de triunfo. Por ejemplo, una poderosísima agricultura en un mundo que necesita alimentarse, un mercado muy significativo, una reserva energética gigantesca y gran biodiversidad, incluso poco explotada.

–¿Hay sectores que pugnan en Brasil para que ponga su atención en el desarrollo del grupo Brics (que forma junto a Rusia, India, China y Sudáfrica) y relegar al Mercosur y sus complicaciones?

–Brasil solamente tendrá peso en el Brics en la medida en que mantenga sólidas alianzas en América del Sur, eso lo tenemos muy claro. Hay una decisión del gobierno brasileño desde la gestión de Lula y reafirmada por Dilma de asociar el desarrollo de Brasil al de la región. Todos los países de los Brics tienen un círculo de alianzas regionales muy fuerte.

–En pocos años el bloque sufrió las pérdidas de dos líderes como Néstor Kirchner y Hugo Chávez, ¿cómo ve hoy la situación política de la región?

–En primer lugar, hay que estar preparados para esas pérdidas. Por razones de emergencia, como fueron las muertes de Kirchner y de Chávez, o por razones de renovación. No son emperadores, no van a quedarse toda su vida. Yo creo que los cambios no han afectado la calidad ni del Mercosur ni de la Unasur. Incluso, en el caso de la Unasur hay un elemento interesante que es que la heterogeneidad política e ideológica es más grande y conseguimos preservar la unidad. Dos episodios relevantes me parecen el de Paraguay –donde hubo una decisión unánime– y, más recientemente, la decisión sobre Venezuela. Todos, con matices, estuvimos en la misma posición.

–¿Cómo ve la situación en Venezuela luego de la elección de Nicolás Maduro y de las denuncias de la oposición?

–La elección fue muy apretada, no es ninguna novedad lo que digo, y debería ser objeto de una reflexión por parte de Maduro y su equipo. Ya cuando Chávez ganó en octubre, lo que sacó representó una disminución respecto de victorias anteriores. Eso ya prendió una luz amarilla y ahora esa luz ya es naranja.

–¿Y usted por qué evalúa que disminuyeron los apoyos?

–Hay varios problemas. Uno de los problemas es que Maduro no es Chávez, él es el primero que lo sabe. Maduro es muy buen hombre y fue una excelente decisión ponerlo como candidato, pero no tiene la presencia política de Chávez. Los chavistas no estaban preparados para la desaparición de su líder. Pocos días antes de su muerte se hizo una encuesta y el 60 por ciento creía que volvería al gobierno. Además, el problema de la enfermedad de Chávez no fue bien tratado, me refiero a la cuestión comunicacional. Por otro lado, Venezuela vive problemas coyunturales como la inflación, desabastecimiento y violencia. Hay mucha violencia urbana. También hay cuestiones más de fondo que el país debe enfrentar, uno de ellos es la reconversión de su economía. No puede continuar con una economía petrolera toda su vida.

–¿Cómo interpreta el resultado de las elecciones en Paraguay?

–Se impuso una dinámica histórica del país, la vuelta del Partido Colorado, después de una experiencia muy negativa como fue el interregno de Federico Franco. (Fernando) Lugo hizo transformaciones económicas importantes, pero no consiguió lograr efectivamente una presencia política más fuerte. Cometió, más que errores, omisiones, que se reflejaron en el momento del golpe que él aceptó en cierta medida, aunque después cambió de posición. Y las fuerzas de izquierda se dividieron, eso es muy malo. Hubo tres candidaturas de izquierda y en un momento defensivo, eso es inadmisible. Toda la región criticó mucho la incapacidad de los paraguayos para ponerse de acuerdo, y creo que no se pusieron de acuerdo por cuestiones menores, no de fondo.

–¿Cómo será ahora la reinserción de Paraguay en el Mercosur?

–Una de las condiciones fue cumplida: una elección limpia. Todos los observadores que fueron están de acuerdo en eso. La segunda condición, obviamente, será el traspaso de mando. No tiene sentido que nosotros aceptemos ahora no a Paraguay, sino a Paraguay gobernado por un gobierno que consideramos ilegítimo. Fue la razón por la que lo suspendimos tanto de Mercosur como de Unasur. Eso se resolverá en agosto. Si hubiera una fórmula para resolverlo antes estaría bien, pero no creo. Sé que de parte de (Horacio) Cartes hay una decisión por resolver incluso la cuestión Venezuela, pero si no lo resuelve no es un problema nuestro, es un problema de Paraguay. Paraguay ingresa hoy a un bloque que está compuesto por Argentina, Brasil, Uruguay y Venezuela.

–Siempre hay analistas que anuncian el comienzo del fin de los gobiernos de signo progresista en la región. ¿Ve en el resultado en Paraguay algo de eso?

–No, la elección de Lugo fue excepcional. Quizás uno de sus errores de gobierno fue no haber aprovechado esa situación y formar una corriente más poderosa. No obstante, la situación de la izquierda en Paraguay mejoró. En general, lo que sucedió obedece a una situación exclusiva de Paraguay. De cualquier manera, estamos en democracia y tenemos que estar preparados para ganar y perder elecciones. Si las perdemos tenemos que ver cuáles son nuestras responsabilidades, que nunca son pequeñas.

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