Vie 10.05.2013

EL PAíS  › FACUNDO MOYANO HABLA DEL PARTIDO QUE LANZó SU PADRE, HUGO MOYANO

“El armado no pasa por mí”

Trata de hacer equilibrio entre su banca de diputado y las posiciones de su padre, a quien acompañó en el lanzamiento de su agrupación. Se diferencia de algunos aliados del líder de la CGT, pero dice que “no hay que asustarse de las contradicciones”.

› Por Nicolás Lantos

“No hay que asustarse de las contradicciones. La política es compleja.” Definición contundente en boca de Facundo Moyano: abogado, 28 años, un asiento en la mesa directiva de la CGT opositora que encabeza su padre y otro en la bancada oficialista de la Cámara de Diputados. Una combinación explosiva, y él lo sabe, por eso cuida cada palabra en su entrevista con Página/12: una chispa puede ser fatal. Los últimos días no fueron tranquilos. Primero votó en contra del proyecto de reforma del Consejo de la Magistratura, pese a que ratifica su pertenencia al bloque kirchnerista. Luego participó del lanzamiento del Pceyt, el instrumento elegido por Hugo Moyano para lanzarse a la arena electoral, pero se diferenció de algunos de sus flamantes aliados, como Francisco de Narváez, a quien la columna de la Juventud Sindical que Facundo encabeza insultó durante el acto en el Luna Park. “Cuando se hacen algunas alianzas, el contenido puede confundirse”, reconoce, aunque se despega del armado que teje el dirigente camionero. “Yo tengo mandato hasta 2015 como diputado del Frente para la Victoria, no juego electoralmente este año –explica–. Voy a acompañar a mi padre desde el lugar que él me pidió, que es el de secretario de Juventud de la CGT. El armado político no pasa por mí.”

–Como dirigente sindical, ¿por qué tiene una postura crítica hacia el Gobierno del que forma parte?

–Creo que el Gobierno ha desplazado al conjunto de los trabajadores y a sus dirigentes sindicales del sistema de decisiones. En algún momento, la Presidenta definió el peronismo como un fenómeno político-social que irrumpió en la historia para incorporar la clase trabajadora al sistema de decisiones. Ahora parece estar haciendo lo contrario. Hoy, ninguna central obrera, ni la oficialista, discute con el Ejecutivo nacional o tiene un lugar a la hora de tomar decisiones.

–Sin embargo, la mayoría de los representados por esos sindicatos a la hora de votar eligen al kirchnerismo...

–No es nada contradictorio. Nosotros podemos tener muchas críticas, pero tampoco se puede negar todo lo que ha hecho este gobierno. Hay que entender que en este proceso socioeconómico se ha avanzado, y mucho, en las conquistas de los trabajadores. Quizá no todo lo que queríamos, pero es innegable que hay una valoración por todo lo hecho en este proceso que el laburante tiene. Eso no se puede negar, como no se puede negar que nosotros decidimos acompañar durante ese tiempo. Pero uno exige un poco más porque eso está en la naturaleza de los laburantes, que siempre quieren estar un poco mejor. Si ayer se pudo comprar un auto, mañana lo va a querer cambiar, o comprarse una casa. Y más cuando ve que todavía algunos se la están llevando en pala, como dice la Presidenta. La gente seguirá votando al kirchnerismo hasta que aparezca una alternativa realmente seria. Y ahí entra en juego su capacidad de adueñarse de banderas, a partir de sus acciones y también de un relato que se apropió de consignas históricas que son muy cercanas a los trabajadores. A veces da la sensación de que todo el que disiente con el Gobierno termina siendo funcional a intereses de la derecha, como le endilgan a mi padre. Y eso no es así. Aunque el relato se construyó a partir de muchas medidas concretas destinadas a beneficiar a las mayorías, a los sectores más vulnerables, en los últimos años nos quedamos solamente con las banderas y todo el relato que se sigue construyendo es a partir de simbolismos e ideologismos.

–¿Nunca pensó en dejar de formar parte del bloque oficialista?

–No. Primero por una cuestión institucional. Mi banca es producto de una alianza estratégica que existía en ese momento. El sector que represento votó por un proyecto que avanzaría sobre ciertas cuestiones que después no se pudieron concretar. Mi función hoy en el bloque es señalar el rumbo que teníamos cuando existía esa alianza. Por eso decido seguir acompañando al FpV desde mi banca de diputado en todo lo que tenga que ver con mi concepción de lo que era profundizar. En la medida en que el Gobierno decide enviar proyectos que no van en ese sentido, mi voz estará para decir lo que pienso. Pongo como ejemplo a Cristina Fernández de Kirchner. En el año ’98 ella se negó a dar quórum a la reforma laboral del menemismo sin apartarse de su bloque. Ella no creía en los minibloques ni los bloques unipersonales. Yo creo que es esa función la que hoy me toca cumplir a mí. No es una chicana, lo digo en serio: Cristina es el mejor ejemplo de lo que yo estoy haciendo en el Congreso de la Nación.

–¿Es compatible defender un programa pro trabajadores con un armado político que incluye a De Narváez, Buzzi o De la Sota?

–Cuando se hacen algunas alianzas, el contenido se confunde. Claramente, dirigentes que hace pocos años se sacudían con munición gruesa, aunque hoy estén juntos expresan cosas diferentes. De Narváez no expresa lo mismo que Moyano, eso no es ningún misterio. Son alianzas tácticas en función de objetivos que se tienen en determinada coyuntura.

–¿Comparte esta iniciativa?

–La del partido sí. Es una herramienta democrática para disputar poder electoralmente, hoy o a futuro. Con el armado actual, tengo mis diferencias. El armado electoral es una cuestión que no pasa por mí y que se definirá a su debido tiempo. Yo este año no juego en términos electorales, tengo mandato hasta 2015 como diputado del Frente para la Victoria. Mi posición es pública. Voy a acompañar a mi padre desde el lugar que él me pidió, que es el de secretario de Juventud de la CGT. Tampoco hay que asustarse de las contradicciones: las hay en el gobierno nacional y en la oposición, forman parte de la política. Por supuesto, esas alianzas tienen un costo, te pueden salir bien o te pueden salir mal. La política es compleja.

–Por último, en octubre, ¿va a votar por el FpV o por el Pceyt?

–El voto es secreto.

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