EL PAíS
› PANORAMA POLITICO
Una semana en el Edén
› Por Luis Bruschtein
En la misma semana realizó su visita a la Argentina el titular del FMI, Horst Köhler, y se cumplió un año del asesinato de los jóvenes piqueteros Darío Santillán y Maximiliano Kosteki en el Puente Pueyrredón por efectivos de la Policía Bonaerense. Los dos hechos en la misma semana tienen un simbolismo tan fuerte y de carga tan opuesta que resulta difícil asimilarlos en pocas horas. Santillán y Kosteki simbolizan a miles de argentinos que luchaban por sobrevivir con dignidad a la peor crisis de la historia argentina. El Fondo Monetario simboliza a los sectores de poder que provocaron y se enriquecieron con esa crisis.
Fueron dos hechos que se produjeron en la misma semana y que por su fuerte carga simbólica tendrían que haber diseñado un solo dibujo, un comienzo y un final de una misma semana, pero no fue así, aunque en el acto piquetero se mencionara al organismo financiero como uno de los responsables de la muerte de sus compañeros. Esa mención no alcanza para borrar la distancia que hubo entre el lunes y el martes de la visita de Köhler y el miércoles y el jueves de los actos por Kosteki y Santillán. Esa distancia da una idea del abrupto cambio de escenario que se produjo en la Argentina en sólo un año.
El Fondo Monetario y el movimiento social en general, que esta semana estuvo expresado por el acto en el Puente Pueyrredón, constituyen una mezcla explosiva, algo así como un tanque de nafta y una llamarada. Del lunes al jueves desfilaron prácticamente uno junto al otro y aunque no hubo estallido, esta simple representación simbólica alcanzó para advertir que la situación sigue siendo inflamable, que si el Fondo pone más fuego el cataclismo será inevitable.
De todas las escenas sorprendentes, este cuadro del Edén donde conviven mansamente el cazador y sus presas, ha sido otra de las más desconcertantes. La derecha criticó al presidente Néstor Kirchner porque recibió a los líderes del movimiento social, pero que Köhler bajara del pedestal de soberbia de los mandarines de las finanzas mundiales para reunirse con otros sectores que no fueran banqueros y gobernantes era impensable. Y también fue inusual el tono de las reuniones, tanto con las ONG como con Kirchner. Köhler es un ortodoxo duro en comparación con su antecesor Michel Camdessus, y ni siquiera los contactos anteriores de argentinos con Camdessus tuvieron ese tono.
Köhler, el cazador, escuchó los reproches de sus presas y hasta ensayó alguna autocrítica. Acción obligada, maniobra política o lo que fuera, lo cierto es que en el mundo financiero no ha sido muy común ver al titular del FMI en estas situaciones. En el Gobierno y en el sector empresario circularon versiones de todos los colores para explicarlas. Algunos apuntan a la interna que Köhler mantiene con su segunda Anne Krueger y que le impide presentar un frente homogéneo; otros aluden a presiones por parte de miembros del G-7; otros afirman que las verdaderas exigencias se empezarán a sentir después de la visita, y los más optimistas aseguran que el Fondo no quiere mover ninguna pieza fuerte en el tablero argentino mientras el actual esquema siga obteniendo buenos resultados.
Para el Fondo, la crisis argentina tiene connotaciones que van más allá de las fronteras del país y afecta la credibilidad internacional sobre su capacidad técnica para aconsejar e imponer medidas y estrategias. En sus respuestas a los reproches sobre la culpa del Fondo por la crisis, Köhler habló de la responsabilidad que les cabía a los actores internos. Y en la reunión con los empresarios les disparó que en ningún país serio se giraban las ganancias al exterior, sino que el porcentaje de reinversión en el punto de origen era mucho más alto de lo que ha sido en la Argentina. Los representantes del sector financiero y de las privatizadas no ocultaron el desagrado y la sorpresa que les produjo esta afirmación en boca de quien consideraban como su carta más pesada para presionar alGobierno. “Por si Köhler no lo sabe –refunfuñó uno de ellos a la salida-–, esos mecanismos son legales, nadie quebrantó ninguna ley.” Lo cual, no solamente es cierto, sino que además esas leyes fueron estimuladas por el mismo Fondo.
Es evidente que así como en la estructura del organismo financiero la crisis argentina implicó la pérdida de confianza en los técnicos que monitoreaban la economía argentina, de la misma manera se han devaluado sus aliados internos tradicionales, sus fuentes, contactos y operadores locales. O por lo menos ésa es la imagen que ha querido proyectar Köhler en su visita. Nadie le pidió plata fresca, no habrá nuevos préstamos, pero exigió una meta de superávit fiscal alta para concertar una renegociación a largo plazo, lo cual limitaría las posibilidades de inversión pública. El Gobierno ha dicho que pagará, pero no a costa del hambre de los argentinos. Entonces a Köhler le parece lógico que esta vez la inversión para el crecimiento provenga de los depósitos en el exterior de ese inusual porcentaje de ganancias que se fugó. El pensamiento tiene su lógica pero no encaja con la lógica tradicional del capitalismo prebendario donde el Estado pone la inversión y corre los riesgos, y el empresario se lleva la ganancia. Tampoco encaja con la lógica tradicional del mercado que se rige por la regla de la mayor ganancia con el menor costo. Porque el menor costo al que se tiende por cualquier medio es, siempre, ninguno.
De todos modos, Köhler sabe que sus palabras a los empresarios fueron tan sólo eso: palabras. Porque no hay ninguna forma legal de hacer retornar esos miles de millones de dólares que se fueron al exterior. Sin embargo, desde su lugar, el hombre dejó en claro su pensamiento: si bien el FMI tiene responsabilidad en la crisis, acá también había gobiernos y había empresarios que fueron más responsables aún que el organismo que preside por el caos económico y social. Los gobiernos (el de Carlos Menem y el de la Alianza) han sido castigados, ahora los empresarios deberían asumir la responsabilidad que les cabe y no hacerse las víctimas inocentes.
Es llamativo cómo, en ese punto, este pensamiento coincide con los famosos párrafos dirigidos a las corporaciones económicas en algunos de los discursos presidenciales que produjeron tanto escándalo en los medios que suelen expresar los intereses de estas corporaciones. Es interesante que hayan sido esos párrafos los que le valieron al Gobierno el mote de “zurdo” que le endilgan ya sin demasiado disimulo en algunos ambientes nostálgicos del modelo, una época en la que sus exigencias desmedidas eran palabra sagrada y sentido común. Es decir que para esta gente, Köhler sería un “zurdito”, lo cual no deja de ser gracioso.
El punto es que el titular del FMI no es un “zurdito” y que si bien hizo estos señalamientos, en sus planteos se mantiene tanto la compensación a los bancos por la pesificación como el aumento de tarifas y la ejecución a los deudores hipotecarios, entre otros puntos. Y la negociación que se abre no será fácil ni blanda, aunque en esta visita de lunes y martes haya mostrado su lado razonable. El miércoles y el jueves los piqueteros se movilizaron en forma pacífica para recordar el asesinato de Kosteki y Santillán. Fue una movilización tranquila, pero allí estaban para recordar que hay problemas graves y urgentes. Del lunes al jueves estuvo latente el conflicto de los próximos meses. Es difícil saber hasta cuándo durará esa situación de latencia, de ruptura inminente.
Hasta el momento esa situación se mantiene por la actividad incesante del Gobierno en el plano político que el viernes obtuvo otra victoria con la renuncia del presidente de la Corte, Julio Nazareno, poco más de diez días después de haber lanzado su ofensiva. Los resultados en la economía, que son los que podrían consolidar esta especie de paréntesis en el conflicto social más agudo, son más lentos y al mismo tiempo menosespectaculares. Pero habría que reconocer también que esas iniciativas en el plano político no son meramente una forma de acumular poder, sino que muestran también un rumbo, una orientación. Si se tratara de acumular poder simplemente, lo podría haber hecho con demagogia y, como lo hicieron los dos gobiernos anteriores, haber aprovechado a su favor ese sistema de intereses abroquelados que obturaban el sistema político.
Ha sido una semana como dicen que sucede en el Edén, con el lobo paseando entre los corderos y las cigüeñas entre las ranas y el Gobierno parece avanzar casi sin costos. Pero eso pasa en el Paraíso, la Naturaleza y la Argentina todavía no han alcanzado ese estado de gracia permanente.