NOTA DE TAPA
Genio y figura de Raúl Seixas, el músico brasileño que componía junto a Paulo Coehlo, vivía inmerso en el esoterismo y cuya muerte, quince años después, sigue rodeada de misterio.
Tiene un pie en Hollywood y otro en Europa, y en ninguno de los dos continentes tambalea. Película que hace, película que salva. Y si no,
alcanza con verla entrar en escena (o salir). Como puttana en Malena, como Perséfone en Matrix Recargado, como la víctima de una violación en Irreversible o como médica sin frontera en la nueva de Bruce Willis. Que hoy tenga tres películas en
cartel y que vaya a encarnar a María Magdalena en la próxima de Mel Gibson es la prueba incontestable de que Monica Bellucci llegó para quedarse.
Comparado con Godard, Ozu, Bresson o Tati, el palestino Elia Suleiman ostenta el raro privilegio de faenar tanto influjo ilustre en un cine inconfundible. La prueba es Intervención divina, palma de oro en Cannes 2002 y primer estreno de su filmografía (y del cine palestino todo) en Buenos Aires: un film que toma por las astas el conflicto de Medio Oriente y revitaliza con insólito humor los códigos del cine político.
Cuarenta intensos años de pintura y de vida desfilan por las páginas de Carlos Alonso, (auto)biografía en imágenes, el libro retrospectivo que pone blanco sobre negro la coherencia estética y política del gran artista mendocino. A los 73 años, mientras se prepara para pintar un mural en el plafón del Teatro Cervantes, Alonso repasó con Radar las escalas más significativas de su
trayectoria y aprovechó para reivindicar algunas
palabras-fuerza poco frecuentes en la jerga de la plástica contemporánea: gente, sociedad, bandera.
Fue la revelación de Los excéntricos Tenembaum (Wes Anderson), donde componía a un escritor al borde del abismo, mezcla de galán cool y de cocainómano perdido. Después empezó a aparecer en todas partes: en la obra completa de Anderson (su amigo del alma), en películas independientes no siempre felices, en tanques ultracomerciales. Ahora, con el estreno en video de Soy espía (donde consigue oscurecer a Eddie Murphy), es tiempo de averiguar quién es Owen Wilson
y cuál es el secreto de su toque maestro.
Sólo a Billy Wilder podía ocurrírsele filmar una farsa anticapitalista y anticomunista en la Berlín de la Guerra Fría. Además del sentido del humor soviético y el estalinismo sobreactuado de los alemanes del Este, Wilder y su equipo tuvieron que sortear un escollo inesperado: la construcción del Muro de Berlín. Ed Sikov, biógrafo de Wilder, reconstruyó los pormenores de la accidentada filmación de Uno, dos, tres (1961), una película casi desconocida en Argentina que podrá verse a partir de mañana por cable.
Mujeres punks. Mujeres que sufren por mujeres. Mujeres que salen a la calle a castrar violadores. Mujeres que filman a las mujeres que aman. Mujeres-niñas que abrazan la causa feminista. Hoy, en el Malba, el experto en contraculturas Salvador Mendiola presenta a cuatro videastas mexicanas que hicieron del pixel su cuarto propio.
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