Producción: María Daniela Yaccar, Emanuel Respighi y Oscar Ranzani.
“Una frase que me sale es que se murió la muerte, porque él está en nuestro imaginario como la figura de la muerte. Massera también, todos ésos. Sería interesante saber qué había en la masa encefálica de este genocida. En su cabeza encontraríamos, seguramente, a Uriburu, a Pio XII, a Roca. También a los griegos, de quienes él era tan amante... Todos tenemos respeto a esa civilización. A todo eso él le dio una lógica de genocida. Habría que estudiar lo cognitivo de su cabeza. No tenía una gran identidad, sino esos mandatos. Fue tan soldado. Que haya terminado en la cárcel es resultado de una de las luchas más dignas que dio nuestro pueblo. Lo que han hecho miles de personas para que termine encarcelado es un capítulo de gloria para muchos argentinos, de distintas banderas. Uno piensa en las Madres y los Hijos, en toda esa gente que ha perdido tantos afectos y que ha luchado con mucho coraje y valentía. Y, a su vez, pienso cómo podemos querer a los radicales, a ciertos sectores con los que uno no hace ningún puente. Videla en la cárcel es una conquista de la dignidad en contra de la impunidad. Habría que decir no solamente que no descanse en paz, sino estudiar mucho más a este asesino, que sostuvo hasta el final su versión con un altísimo grado de convicción. Algo de Videla tenemos todos. Si no entendemos eso, no vamos a aprender demasiado. El enano fascista está pero, como no somos generales y no nos dan poder, no aparecen nuestros monstruos.”
“Siento que la muerte de Videla no va a cambiar mucho porque la sociedad ya cambió. Lo que sí es muy bueno para la historia argentina y para noso-tros es que haya muerto en la cárcel. Que haya sucedido en la cárcel es un símbolo real de la justicia. No hay nada que festejar ni celebrar, pero sí me parece que es muy bueno para nosotros saber que murió en la cárcel. Eso es un acto real de justicia. En relación con el cine creo que todos los temas que han marcado mucho a las sociedades son infinitos y serán por siempre temas a tocar. Tienen que ver con la construcción de la memoria de un país. Lo que sí es obligación nuestra renovar el punto de vista”.
“Tuvo un juicio y fue condenado por delitos de lesa humanidad, cosa que él no hizo con las personas que secuestró, torturó y asesinó y de lo que nunca se arrepintió. Uno no le desea la muerte a nadie, pero lamento que no haya hecho una autocrítica, que no haya pedido perdón. Murió en silencio sin haber podido confesar y decir lo que sabía, como pasó también con Galtieri: se van yendo los genocidas y no van dando explicaciones, ni una autocrítica de lo que han hecho. Videla cuestionaba a este gobierno justamente por hacer justicia. Y siento que uno debe sentirse orgulloso de estos años de democracia porque, en definitiva, estos genocidas terminaron entre las rejas. Ojalá que siga construyendo en función de lo que es la verdad, la memoria y fundamentalmente la justicia”.
“Murió donde correspondía: en la cárcel...”.
“Fue el más nefasto, el más cínico de los dictadores militares que hemos tenido. Pasará a la historia como el criminal de más crueldad de toda la historia argentina, con un accionar sólo comparable con el genocidio que hizo Roca con los pueblos originarios. La desaparición de personas va a ser un tema siempre presente. Ojalá atendamos definitivamente a ese crimen tan inimaginable. Me felicito de ver por primera vez a un dictador de los trece que tuve en mi vida muriendo en la cárcel, juzgado.”
“Este señor representó la magnitud que puede tomar la maldad humana. Me cuesta entenderlo, en tanto ser humano, como un par. Su muerte resignifica el rol del Estado de Derecho en nuestra sociedad, capaz de juzgar y encarcelar a un monstruo. Videla murió condenado por el valor y el coraje de la sociedad argentina en su conjunto.”
“Lo único que se puede lamentar es que no haya gastado más tiempo en la cárcel. No se puede lamentar la muerte de un asesino, de un hombre que ha perjudicado al país de una forma tan brutal, que lo hemos sufrido durante años. El y otros han sido responsables de demasiadas desgracias. Es bueno que haya muerto en la cárcel. Es signo de que las cosas han tomado un rumbo definitivamente justo. El hecho de que unos cuantos estén en la cárcel y siendo juzgados es un signo saludable. Es el único camino para que estemos realmente plenos.”
“Murió como un perro, como se debe, en el mejor lugar para él: una prisión en Marcos Paz, para ir desde ahí al infierno, supongo yo. Como decía la Carlotto: es un ser despreciable. Mientras van muriendo estos genocidas se va cerrando una etapa de una manera que es absolutamente una especie de ventilación y de iluminación para la democracia. Y lo que creo que han mostrado trágicamente es que no se puede manejar a los hombres a través de la violencia, porque las ideas no se matan. Y, además, cuando pusieron la orden de Obediencia Debida, los únicos que saben de eso sin razonamiento son los perros que han sido amaestrados para matar. Entonces, todo ese mundo del ejército era muy parecido a los perros de la obediencia debida.”
“Estuve leyendo la opinión de Norita Cortiñas al respecto y coincido en que Videla no ha contado todo lo que tenía que haber contado. Y eso es una pena. Pero tampoco me alegro, porque no me alegro con ninguna muerte, aun del ser más degenerado del mundo. Sí me parece bueno que haya muerto en la cárcel. Eso, seguro. De cualquier manera, todos coincidimos en que es un ser repudiable. No creo que se cierre ninguna etapa: todavía falta mucha gente que tiene que ser juzgada. Es una muerte de alguien que sabía más de lo que contó. Creo que el cine todavía tiene muchas cosas por contar. Después de mi película Un muro de silencio hubo un montón que abordaron el tema de distintas maneras. Y es un tema que evidentemente nos cruza, como la Segunda Guerra Mundial cruzó a Europa. Es un tema importante que no se acaba: nos ha dejado muy marcados.”
“Lamento que se haya muerto. Hubiera sido mejor que siguiera vivo, paseando por los tribunales, escuchando las revelaciones de las víctimas y familiares. Sin embargo, era un ser tan brutal y tan primario que aparentemente eso no le producía nada. Era la expresión más clara de la banalidad del mal. Por suerte no murió impune. Murió condenado. Pero a lo mejor uno es injusto y en sus noches a solas padecía el calvario. Creo que no: era un hombre mediocre. No era consciente de lo brutal que había sido.”
“La muerte se ha llevado a un socio dilecto que nunca se arrepintió de los crímenes cometidos durante su gestión. La muerte no regocija a nadie, y en este caso tampoco, pero en el caso de Videla uno siente el alivio de saber que el que se está yendo por lo menos fue juzgado y condenado en la tierra por los crímenes de deshumanidad que cometió cuando participó del alzamiento militar del ’76.”
“Es lamentable que se haya muerto y que no haya dicho todo lo que sabía. Pero seguramente la verdad de todo lo que han hecho y de dónde están los desaparecidos va a surgir. La suya fue una etapa negra y horrible. Con su muerte se lleva a la tumba cosas que tenemos que saber todos, y que seguramente de alguna manera van a salir a la luz.”
“La muerte de Videla es la de alguien que le ha hecho mucho mal al país. Nadie en su sano juicio puede negar eso. Pero también significa otra cosa, que descubrí no bien me enteré de la noticia y me puse a leer lo que muchos famosos, periodistas y políticos decían, que nos desnuda como sociedad. Y es que ahora somos todos valientes y demócratas. Pero, ¿cuántos de los que hoy escriben a favor de la democracia se animaron a hacerlo durante la dictadura? ¿Cuántos llegaron, incluso, a aplaudir ciertas acciones de la dictadura? Fueron pocos civiles los que combatieron a la dictadura. Me pasó lo mismo que sentí cuando murió Galtieri: mucho lo repudiaban, pero fueron cientos de miles los que llenaron la Plaza cuando anunció la guerra de Malvinas. Se fue alguien que evidentemente le hizo un gran mal al país, cuyas consecuencias aún hoy las sufrimos. Pero es para analizar cómo, ante la muerte de un genocida como Videla, hoy somos todos demócratas, en un país donde la democracia se bombardea y se erosiona a cada instante.”
“No hay que ser demasiado original. Fue de todos el más mediocre e inhumano. Hay que reconocerle que fue el que menos chicana hizo durante los juicios. No fingió enfermedad e hizo sus discursos, a diferencia de Menéndez y Bussi, que fueron dos cagones. Lo que me da pena es que falta todavía encontrar a todos los responsables civiles que siguen –chicanas y pactos de silencio mediante– pululando por todo el país, escapándose, negándose, ocultando documentos y pruebas. Jueces, fiscales, abogados y ex genocidas siguen, entonces, hurtándole el cuerpo a la Justicia. Es un déficit, a pesar de que se ha trabajado mucho y bien. Con la obediencia debida y el punto final perdimos 34 años de democracia, sin poder aceitar el mecanismo jurídico. En ese interín la derecha armó sus defensas y usó el mensaje que le dejamos: ‘muchachos, rompan que yo pago’. La muerte es la muerte, ¿qué le vamos a hacer?.”
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