EL PAíS › LA PRESIDENTA VOLVIO A LA CATEDRAL QUE VISITO PARA EL BICENTENARIO
Con el gabinete en pleno y el gobernador Daniel Scioli, Cristina Fernández de Kirchner escuchó al arzobispo Radrizzani hablar de minería a cielo abierto, inseguridad y pobreza, y recibió algunos elogios.
› Por Werner Pertot
Fue el primer Tedéum desde que Jorge Bergoglio fue designado papa por la cúpula del Vaticano. El arzobispo Agustín Radrizzani se ocupó de recordárselo a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner con una profusión de citas del renombrado Francisco. Los tópicos principales fueron la pobreza, la inseguridad y la minería a cielo abierto. También hubo espacio para algún gesto conciliador por parte de la Iglesia argentina, cuando Radrizzani sostuvo que “es mucho lo que se viene haciendo, pero es mucho lo que falta”. O cuando agradeció a la mandataria y a Néstor Kirchner por la refacción de la Basílica de Luján.
Las torres de la basílica perforaban el cielo cubierto de neblina como dos cuernos. El frío calaba hasta los huesos en Luján, donde desde temprano empezaron a llegar los micros y los militantes, que enarbolaron banderas argentinas –muchas de ellas decían “Ishii”– rojas, amarillas y verdes; y le dieron al bombo para acompañar los cantitos.
No era la primera vez que CFK iba a Luján: ya la visitó para el Tedéum de 2010, el del Bicentenario. La mandataria continuó la costumbre de su marido de no asistir al Tedéum en la Catedral porteña, donde oficiaba Bergoglio. Durante su mandato, CFK alternó entre diversas provincias como Salta, Mendoza o Chaco. Ayer llegó al mediodía. Radrizzani salió de la basílica gótica, desde donde observaban las gárgolas de piedra. En la primera línea de las rejas, había banderas argentinas alternadas con las del Vaticano. Una fila de granaderos escoltó a la Presidenta hasta el interior. La seguía, en un discreto segundo plano, el gobernador bonaerense Daniel Scioli.
CFK observó junto con el arzobispo una de las cruces originales de la Basílica, que se cayó en 2000. Luego descubrió una bandera argentina que flameó en las islas Malvinas. La llevaron allí en 1966 durante el Operativo Cóndor, cuando un grupo de argentinos desvió un avión para llegar a las islas. Entre ellos estaba Dardo Cabo, luego fusilado por la dictadura en los pabellones de la muerte de La Plata. Luego comenzó la ceremonia ecuménica, en la que leyeron salmos representantes de los cultos islámico, metodista, evangelista, ortodoxo y armenio, entre otros. Radrizzani ocupó el lugar central, en el que volcó la agenda de la Iglesia hacia los temas sociales.
“Señora Presidenta, en este tiempo celebrativo del aniversario de nuestra patria, damos gracias a Dios por tantos beneficios que hemos recibido”, comenzó el arzobispo, quien en seguida introdujo a Bergoglio en su discurso: “La alegría de contar con el papa Francisco. Los cardenales eligieron un papa fuera de Europa, del Tercer Mundo y de la Argentina”.
Radrizzani estructuró lo que iba a decir en base a citas de Bergoglio y también se refirió a otro discurso: “Vino a mi memoria el discurso de Martin Luther King, cuando dijo ‘I have a dream’”. La primer frase de Bergoglio que citó el arzobispo fue: “La Argentina de hoy tiene demasiados pobres y excluidos, los cuente quien los contare. No se trata de un problema estadístico. No podemos admitir que se consolide una sociedad dual. Somos una sociedad injusta”, en una aparente alusión a la polémica por las estadísticas del Indec. El arzobispo pidió por una mejor salud, educación e inclusión social. “Es mucho lo que se viene haciendo, pero es mucho lo que falta”, afirmó.
Su siguiente tópico fue la “paz”, pero pareció centrarse en la inseguridad. “Convivimos con la violencia que mata y que destruye familias”, sostuvo. Y citó nuevamente: “El desprecio a los derechos de los pueblos más vulnerables, la trata de personas –incluso de niños– son moneda corriente. Nuestros errores como Iglesia no quedan fuera de este panorama”. Esto último quizá fue una alusión a los casos de pedofilia perpetrados por curas que se conocieron tanto en la Argentina como en diversas partes del mundo. “La paz brota de la reconciliación y de corazones humildes que sepan pedir perdón”, dijo el arzobispo.
Ex obispo de Comodoro Rivadavia, Radrizzani aprovechó la presencia de la Presidenta para hablar de la megaminería. “Los obispos de la Patagonia en su declaración sobre la minería a cielo abierto señalaron que los pueblos deben mantener su forma de vida”, afirmó y remarcó la necesidad de “la voluntad política para un efectivo control” de la megaminería. El arzobispo deseó que haya más trabajo en el interior, pero “nunca el afán de ganancia debe ir contra lo que Dios nos dio en esta tierra argentina”. “Sueño con la ecología humana”, dijo.
CFK lo escuchaba sin hacer ningún gesto. Por último, Radrizzani le regaló un elogio: “Deseo agradecer en la persona de nuestra presidenta al Estado nacional por haber realizado el compromiso asumido por el presidente Néstor Kirchner. Sin esta asistencia, no hubiera sido posible agradecer la renovada belleza de esta casa”, afirmó sobre los 9,7 millones que aportó el gobierno nacional para restaurar la Basílica de Luján. Por último, Radrizzani recordó las palabras de Bergoglio: “Cuiden a los niños. Que no haya odios. No le saquen el cuero a nadie. Recen por mí”.
Sonriente, CFK saludó al arzobispo y salió de la basílica, donde esquivó el palco y se acercó a la multitud para saludar y sacarse fotos. La movilización la presidía un muñeco de Néstor Kirchner con los brazos abiertos. A la salida, el vicegobernador Gabriel Mariotto consideró que “lo que planteaba Radrizzani va en línea con lo que plantea la Presidenta. Dijo que es mucho lo que se hizo y es mucho lo que falta. Comparto esos términos. Lo que no podemos es volver a las políticas neoliberales”.
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