El reelecto secretario general de Suteba, Roberto Baradel, es una de las caras más visibles de conflictiva paritaria docente que desde enero enfrenta a los maestros bonaerenses con el gobierno de Daniel Scioli. El gremialista consideró que la negociación de este año se complicó por la falta de “iniciativa política” de las autoridades provinciales y por la implementación de “políticas de ajuste”. Baradel es además parte de la conducción de la CTA liderada por Hugo Yasky, espacio que, sostuvo, acompaña “el proceso popular que atraviesa la Argentina y toda Latinoamérica”. Sobre la división de la CTA y CGT, opinó que el problema es de dirigentes con “intereses corporativos” y no de las bases.

–¿Por qué se complicó tanto la paritaria docente 2013?

–El gobierno bonaerense no tuvo iniciativa política para armar un presupuesto acorde a la necesidades de los trabajadores estatales. Después hacen la plancha ante los conflictos y esperan a que los acontecimientos les sean favorables. Por otro lado, desde el año pasado comenzaron las políticas de ajuste. Se fraccionó el pago del aguinaldo en cuatro cuotas, después se resolvió que en el área de educación se dejen de nombrar suplentes, se paralizó la inversión en infraestructura y comenzaron los atrasos de hasta seis o siete meses en el pago de salarios. Cuando llegó la hora de discutir la paritaria 2013, el gobierno especuló con el cierre de la nacional. Nos convocaron una sola vez en enero, pero no hubo propuesta de aumento hasta febrero, a punto de iniciar del ciclo lectivo y con un número inferior al 22 por ciento establecido por Nación. Incluso la actual oferta, con un primer tramo del 12,5 por ciento –por debajo del 16 de Nación–, es insuficiente.

–¿Qué balance hace de las negociaciones en el marco de la conciliación obligatoria?

–Desde el principio alertamos que si no había discusión salarial, no había conciliación. Todavía seguimos esperando una mejor oferta. Además se conformaron mesas para hablar otras problemáticas, como la infraestructura escolar. También sobre el tema del IOMA, donde se ha generado un problema muy grande para todos los trabajadores estatales, porque el gobierno retiene los aportes y no los deriva a la obra social, y le pasa un monto acordado para que apenas financie su funcionamiento. En consecuencia, los prestadores ponen aranceles, dan turnos a dos meses, suspenden servicios.

–¿Hubo avances en la discusión salarial?

–En todas las reuniones que tuvimos planteamos acortar cuotas y mejorar el porcentaje del incremento salarial. Lo único que nos ofrecieron es una suma no remunerativa fija de 400 pesos en concepto de materiales didácticos. Es insuficiente y merecemos una mejor oferta. Después (la directora de Cultura y Educación, Nora) De Lucía salió a decir que la paritaria está cerrada, y (el ministro de Trabajo, Oscar) Cuartango amenazó con empezar a descontar los días de paro. El gobierno asumió una postura absolutamente irresponsable y desconoce la crisis educacional. Por eso paramos este lunes y martes, y si no nos convocan, vamos a ponerles fecha a las otras 48 horas de paro.

–Con la fractura de las dos grandes centrales obreras, la CTA y la CGT, ¿en qué situación está el movimiento obrero argentino?

–Los trabajadores tienen conciencia de que el movimiento obrero debe estar unido. El problema es de los dirigentes y no de las bases. Muchos privilegian las cuestiones corporativas o sectoriales al interés de los trabajadores. La unidad es posible y nosotros la ejercemos en la provincia de Buenos Aires con los docentes del Frente Gremial. Nos juntamos desde Suteba de la CTA; UTA, Sadop y AMET de la CGT, y la FEB, que es independiente. Nos juntamos en el 2001, cuando no nos unió el amor sino el espanto. Había que resistir contra las políticas de ajuste neoliberales. Sin embargo, con el tiempo entendimos que es una herramienta estratégica para canalizar el reclamo docente y hoy tiene más vigencia que nunca.

–¿Qué opina del lanzamiento del partido político de Hugo Moyano?

–Los trabajadores podemos participar en política partidaria, es lícito y legítimo. Sin embargo, pienso que la unidad con Francisco de Narváez o Mauricio Macri, a cualquier dirigente sindical, lo aleja mucho del movimiento obrero. En la CTA no se planteó esa posibilidad, pero congrega a muchos sectores que impulsan la participación política de sus miembros. Hoy acompañamos el proceso popular que atraviesa la Argentina y toda Latinoamérica, con la profundización de la distribución de la riqueza, la justicia social y la consecución de mayores niveles de democracia.

–¿Hay democracia sindical en la Argentina?

–Muchos gremios de CTA y CGT dan muestras de que sí. En las elecciones de Suteba hay varias listas internas y el sufragio es con voto directo y secreto. Se vio con contundencia en la trasparencia de las elecciones del miércoles pasado, donde nuestra lista ganó 83 de las 91 seccionales. En cambio, hay sindicatos sin democracia y es una deuda pendiente del Gobierno. Las tercerizadas son un ejemplo muy claro, con una connivencia entre dirigentes sindicales y las patronales. Necesitamos libertad sindical, darles fuero a los delegados para que se puedan organizar y no sean despedidos. También que los sindicatos minoritarios participen en las paritarias, aunque sea proporcionalmente y respetando a las mayorías.

–En este sentido, ¿cómo interpreta la condena a José Pedraza?

–Hay dirigentes enquistados hace muchos años al calor del poder de la cúpula sindical y Pedraza era un exponente nefasto. El resultado del juicio por el asesinato de Mariano Ferreyra muestra que ya no hay intocables y deben someterse a la ley. Allí se condenó un homicidio y un tipo de accionar para perpetuarse en el poder mediante prácticas ilegales.

Entrevista: Juan Manuel Frías.