EL PAíS
› LOS AMIGOS DE NAZARENO ANTE LA POSTULACION DE ZAFFARONI
El menemismo erizado en la Corte
Los supremos del resto de la mayoría automática criticaron al candidato a reemplazar a Julio Nazareno por “garantista”.
› Por Irina Hauser
A juzgar por las reacciones de los antiguos aliados de Julio Nazareno dentro de la Corte Suprema, Eugenio Raúl Zaffaroni, a quien ya imaginan apoltronado en las reuniones de acuerdo, no tendrá de parte de ellos la más cordial de las bienvenidas. Las lenguas venenosas de lo que quedó de la ex mayoría automática se dedicaron ayer a criticarlo –como era previsible– por su perfil de juez garantista “despreocupado por el problema principal que –entienden ellos– es la inseguridad de la gente”. En el bando opuesto, algún que otro supremo tuvo un momento de felicidad con la noticia del candidato del Gobierno. En este sector, sin embargo, no creen que el máximo tribunal pueda esperar grandes cambios en el corto plazo. Para eso, dicen, tendría que irse por lo menos otro menemista.
Los viejos automáticos comparaban ayer, por un espíritu progresista que evidentemente no comparten, la figura de Zaffaroni con la de Gustavo Bossert, quien se fue de la Corte por “cansancio moral” a raíz del juicio político colectivo del año pasado. Entre loas múltiples a la mano dura, se preguntaban en tono despectivo: “¿Qué imagen le quiere dar el Gobierno a la gente? Es lo mismo que sentar acá a Juan Pablo Cafiero”.
Bossert, que a menudo votaba en oposición al grupete de Nazareno, salió a respaldar en declaraciones por radio a Zaffaroni. Lo elogió como jurista, por considerarlo un hombre “independiente” y por ser, lo que él cree positivo, “un garantista”. “Los que utilizan (el término) garantista en forma peyorativa –señaló el ex juez– creen que oponerse al abuso de un procedimiento policial o de un acto de mando del Gobierno es el viva la pepa. Pero no tiene nada que ver. Los límites para defender a los ciudadanos de los abusos de las autoridades están en la Constitución.”
El posible debate sobre las garantías individuales, que ante expedientes puntuales alineó años atrás, en minoría, a Bossert, Enrique Petracchi y Carlos Fayt, no será el único sacudón que tendrá la Corte si se concreta el desembarco de Zaffaroni. Aunque, por supuesto, sería toda una novedad la llegada de un supremo penalista. En el Gobierno no descartan, y más bien esperan, que el juez entrante, además, plantee reformas de fondo que sólo pueden surgir desde adentro del propio tribunal, dada su autonomía. Léase, por ejemplo, desarticular aquellos factores capaces de propiciar la venta de fallos como la enorme competencia que tiene la Corte, que la lleva a tener que resolver 14 mil causas por año, o la proliferación de cargos inexplicables. “No puede ser que el patrimonio de un juez sea algo oculto, tendría que haber reformas para eso”, alentó en tono de pronóstico el ministro de Justicia, Gustavo Beliz.
La posible integración de Zaffaroni a la Corte no cambiará de entrada las relaciones de fuerza internas y de criterios imperantes, mientras no haya otra vacante. Si bien Eduardo Moliné O’Connor, que ahora preside el tribunal, Adolfo Vázquez y Guillermo López se comportan en equipo, las posiciones del resto de los ministros pueden ser más oscilantes. Lo que no está descartado es que se produzca algún cambio de enfoque en el análisis de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, cuya constitucionalidad podía llegar a obtener un aval de la mayoría. En estos días, los supremos guardan bajo perfil mientras esperan saber quién será el próximo de ellos en el banquillo. En el acuerdo de mañana podrían tratar la demanda de tres jueces del Superior Tribunal de La Rioja que fueron removidos de sus cargos a instancias del menemismo.
Subnotas