Las acciones iniciales del presidente Kirchner nos sacaron del pesimismo. En pocos días, el estado de ánimo de casi todos los argentinos pasó del descreimiento y la queja a la expectativa y la esperanza. Nos entusiasma la perspectiva que propone y promete. Por eso necesitamos estar atentos a cómo nos posicionamos.
¿Cómo viviremos el intento que pretende liderar Kirchner? ¿Como una promesa o como una propuesta? O, lo que es lo mismo, ¿cómo observamos los argentinos al nuevo presidente? ¿Como el único responsable de cumplir lo que promete? ¿O como alguien que propone un proceso transformador cuya realización depende de todos nosotros?
Nuestro pasado nos muestra como un pueblo muy dependiente de las promesas o de lo que haga el Gobierno. El paternalismo es uno de los males mayores en nuestro comportamiento político. En el fondo creemos que lo social sólo se configura desde las acciones del Poder. Y por lo tanto no construimos, en nuestro día a día, la nación que deseamos para nosotros mismos.
Creo que necesitamos cambiar esta manera de entender lo social-político. Kirchner y su equipo son los responsables de la administración del proceso. Pero se trata de una tarea de la que debemos participar todos. La Argentina que deseamos se construirá a partir de nuestros actos cotidianos, o no se construirá.
Somos muchos los que queremos vivir en un país distinto. Deseamos instalar la honestidad, la responsabilidad, la justicia, la solidaridad y la alegría, como contrapartida de la corrupción, el facilismo, la impunidad, el “sálvese quien pueda” y la mufa colectiva.
No estamos hablando de un mero programa de gobierno sino de un proyecto de nación. Una empresa de esta índole sólo puede afirmarse a partir de la voluntad y las acciones concretas de cada argentino. Allí es donde toman fuerza las propuestas.
No estoy hablando sólo de participar en política. Se trata del modo en que desarrollamos nuestro quehacer cotidiano, el espíritu y los valores que dan forma a nuestras acciones. En ellas toma forma el espíritu, la ética, la economía y el estado de ánimo de la Nación.
La Argentina será la resultante de las conductas de cada uno de nosotros. De la responsabilidad profesional y social con que actuemos en tanto empresarios, obreros o profesionales. Del valor que otorguemos a la alegría. Del grado en que comprendamos que el bienestar de los otros hace a nuestro propio bienestar. De la manera en que tratemos a nuestros conciudadanos, incluidos nuestros hijos y nuestros amores, nuestros clientes y proveedores, nuestros jefes y subordinados, nuestros vecinos y allegados.
* Filósofo.