EL PAíS › EN DIALOGO CON PAGINA/12, EL GENERAL CESAR MILANI NIEGA LAS ACUSACIONES QUE SE LE HACEN
El jefe del Ejército asegura que jamás vio a Bussi en Tucumán, que tampoco conoció al desaparecido soldado Ledo y que no participó de la detención del padre de Olivera ni de su traslado al juzgado. Se considera blanco de “una campaña de los sectores conservadores que siempre vieron a las Fuerzas Armadas como sus aliadas”.
› Por Raúl Kollmann
“No puedo creer las cosas que se dicen –arranca indignado el jefe del Ejército, general César Milani–. El hijo de Bussi dice que su padre me valoraba. No lo vi jamás a Bussi en Tucumán, lo vi dos veces en una formación, de lejos en Córdoba. Maltrataba a los coroneles, así que fíjese si le iba a dar bolilla a un subteniente de 21 años. Del desaparecido soldado Alberto Ledo le tengo que decir que tampoco lo vi ni lo conocí. No estaba en mi sección, sino en la de Comandos y Servicios. Dicen que era mi asistente, imposible. No tenía asistente. Y le insisto, era de otra sección del Batallón. Tampoco es cierto que yo haya participado de la detención del padre de Ramón Olivera: ese día, me fijé en el legajo, estaba sancionado por haberme quedado dormido. Y menos todavía trasladé al propio Olivera. ¿Le parece que le iban a asignar esa misión a un joven de 21 años que, además, según dice Olivera, tenía que presionarlo y hacerle decir que era del ERP? Todo es mentira. El trasfondo de todo es que hacen una campaña en mi contra porque yo dije que quiero un Ejército al servicio de un proyecto nacional y popular. Se lo ratifico: “Sí, quiero ser parte de un Ejército que sea parte de un proyecto nacional, que ayude a construir obras de infraestructura, que de-sarrolle el país”. Ante este diario, Milani también refutó el dato de que una parte importante del presupuesto del Ejército está destinado a Inteligencia: “Mire, aquí tiene el gráfico, es apenas el 1,7 por ciento del total del presupuesto de la fuerza”.
El general Milani recibe a Página/12 en el anochecer del sábado, en la sede del Ejército. Se lo ve enojado. “No sé por qué me tengo que estar defendiendo de esto después de 36 años. Estuve en La Rioja varias veces, en forma pública, saliendo en los diarios y nunca se me imputó nada. La madre del soldado Ledo jamás me nombró, pero básicamente porque no tuve ninguna relación con su hijo. Yo era de la Compañía A de Ingenieros y Ledo estaba en la Compañía de Comando y Servicios que era la que se dedicaba a la parte administrativa, a cocinar, a hacer guardias de seguridad. Cuando se dispone que nos traslademos a Tucumán por un mes, nosotros vamos a Monteros esencialmente con maquinaria para volcar ripio en los caminos para la zafra y luego alisarlo, además de pintar alguna escuela. Pero nunca tuve a Ledo bajo mi mando y menos todavía como mi asistente o auxiliar.”
–¿Pero sabe qué ocurrió en Tucumán con el soldado Ledo?
–En el Batallón de Ingenieros de La Rioja nosotros teníamos unas 50 deserciones por año. Cuando un soldado no se presentaba en cinco noches y cinco días, se hacían las actuaciones por deserción. En Tucumán se informó en aquel momento que Ledo había desertado. Es obvio que no era así.
En el libro El escuadrón perdido, que escribió el fallecido capitán José Luis D’Andrea Mohr, un hombre más que comprometido con la democracia, se menciona la desaparición del soldado Ledo en Tucumán. “En la noche del 17 de junio de 1977 salió tres veces con el capitán Esteban Sanguinetti a hacer una recorrida. La última noche no volvió.” Milani señala: “Yo me presenté ante el juez este viernes, pero nunca fui ni nombrado por ese caso en 36 años. Es ridículo decir que Ledo fue mi asistente o auxiliar. Lo de Ricardo Bussi ya no tiene nombre. A su padre no lo conocí, nunca estuve bajo su mando directo, lo vi de lejos dos veces en mi vida cuando estuvo en Córdoba. Era un déspota que maltrataba a los coroneles, imagínese que menos iba a tener relación con un subteniente de primer año. Basta ver mi legajo para que quede claro que no tuve nada que ver con él”.
–¿Qué hacía el Batallón en Tucumán?
–Le insisto: caminos para zafra, arreglar o pintar escuelas. Nunca participamos de ninguna operación militar. Imagínese que nosotros andábamos con mameluco. El vehículo con el que nos movíamos era una camioneta con caja abierta atrás, para cargar los materiales. Hay quien dice que yo estaba en Inteligencia. No supe qué es la Inteligencia hasta 1983, en democracia. Pero hay que mirar mi trayectoria. Hice el curso de Inteligencia de 1983 a 1987 y no estuve más en Inteligencia hasta 2007. De inmediato volví a Ingenieros: en Neuquén, en Santa Cruz. Volviendo a mis 21 años en La Rioja y Tucumán le reitero que nunca estuve en un centro clandestino, nunca participé de ninguna detención ni traslado.
–En La Rioja, Ramón Olivera sostiene que usted detuvo a su padre y que a él mismo lo llevó hasta el juzgado federal y que lo presionó para que firmara una declaración de que era del ERP.
–¿A usted le parece que eso tiene alguna lógica? Llevan a una persona a un juzgado federal con la idea de presionarlo para que diga que era del ERP, ¿le iban a asignar semejante tarea a un pibe de 21 años como yo, que además no tenía ni idea de todo eso? Además, estuve cotejando las fechas en mi legajo. El padre de Olivera fue detenido un día en que yo estaba sancionado por haberme quedado dormido, recién vuelto de Catamarca. O sea que ese día yo estaba de oficial de servicio, que era como ser el jefe de la guardia. Significa que aquel día yo no puse un pie fuera del Batallón.
–Pero Olivera no declaró esto ahora, lo hizo en 1984.
–No lo entiendo. Se equivoca. Tal vez porque yo después me quedé cuatro años más en La Rioja y se me conocía, pero no tuve nada, pero nada que ver. No participé ni de esa detención ni del traslado ni de ninguna otra detención o traslado. ¿En 36 años nunca se presentó como querellante para imputarme? Estuve varias veces en La Rioja, incluso hace pocos años. Salía en los diarios mi presencia. Sin embargo, nunca me inició ninguna denuncia o querella.
–¿Por qué ha dicho que ésta es una campaña en su contra?
–Dijeron, por ejemplo, que en los últimos años se destinó una parte decisiva, hasta mayoritaria, del presupuesto del Ejército al área de Inteligencia. Es delirante. El total del presupuesto de Inteligencia es de 332 millones de pesos, de los cuales 210 millones están dedicados a sueldos. Piense en el siguiente dato: el total de sueldos del Ejército es de 7000 millones de pesos. Pero tomando todo el presupuesto en su conjunto, lo que va destinado a Inteligencia es apenas el 1,7 por ciento. Sí, digo que hay una campaña porque acá los sectores conservadores creen que las Fuerzas Armadas son sus aliadas. Y aparezco yo diciendo que queremos ser parte de un proyecto nacional y popular. Se lo ratifico. ¡Queremos ser parte de un proyecto nacional y popular! Estuvo el otro día la Presidenta dos horas en la cena de camaradería y allí anunció que vamos a volver a construir, a hacer obras de infraestructura, a ayudar a poner en marcha el Belgrano Cargas. Para mí eso es un orgullo.
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