EL PAíS › LOS ENCUESTADORES ANALIZAN EL VOTO DEL 11 DE AGOSTO
A tres semanas de las primarias, se sigue notando la falta de experiencia en internas, con un electorado que muestra tendencias claras pero porcentajes cambiantes. Ventaja oficialista en los totales nacionales.
A tres semanas de las primarias, cinco conocidos encuestadores analizan la situación. Algunos arriesgan porcentajes, aunque sostienen que van a ir cambiando de aquí hasta el final. Otros hacen un análisis más de fondo sobre el comportamiento de los electorados.
- Artemio López, titular de Equis.
Más allá de la especificidad de cada distrito, el panorama nacional está consolidado. Primera minoría es el FpV, en torno del 40 por ciento de los votos, segunda minoría el FCyS (UCR-PS) en el orden del 20 por ciento, mediados por una distancia considerable, inferior a los 37 puntos de 2011 pero probablemente en torno de los 20 puntos, record en elecciones de medio mandato desde la recuperación democrática.
El panorama en los distritos principales, que aportan el 80 por ciento de los votos, es cambiante pero siempre el FpV resulta protagonista, con excepción de Córdoba. En Capital, que aporta el nueve por ciento de los votos nacionales, senadores muestra una estructura de votos que coloca al PRO ingresando dos y al FpV uno, mientras en diputados encabeza Elisa Carrió seguida por Juan Cabandié. Este orden difícilmente se altere, más allá del resultado de las PASO en el UNEN.
Provincia de Buenos Aires, que aporta el 38 por ciento, muestra un final abierto con un piso para el FpV de 35 por ciento, el Frente Renovador de Massa disputando también por sobre el 30 y el FCyS con Stolbizer en torno del 20. De Narváez, esmerilado por Sergio Massa, ya está por debajo del 10 por ciento y cayendo.
Santa Fe, que agrega el 9 por ciento de los votos, observa una ventaja para el FCyS mientras el FpV se consolida en segundo lugar y el PRO cae al tercer puesto con un Miguel Del Sel desdibujado. Córdoba, segundo distrito electoral nacional con el 10 por ciento, muestra un triunfo del delasotismo con Unión por Córdoba, mientras la UCR con Aguad se ubica en segundo lugar y el PRO en un lejano tercer puesto en torno del 10 por ciento de los votos. Mendoza suma el 4 por ciento de los votos, y la UCR está por encima del FpV pero aún con final abierto, mientras en Entre Ríos y Tucumán que agregan el 6,7 por ciento de los votos sumados, el FpV se impone con comodidad por sobre el 45 por ciento de los votos.
- Ricardo Rouvier, de Rouvier y Asociados.
El panorama electoral no presenta grandes cambios, con una población que, lentamente, está tomando conciencia de las elecciones primarias del 11 de agosto. Respecto de las principales tendencias, son las siguientes: el FpV sigue siendo la principal fuerza política nacional, su tramo porcentual probable a la fecha se ubica en el rango del 35 al 40 por ciento. Si la proporción de votos estuviera por debajo de ese piso sería una mala elección, y cerca del techo una buena elección con la posibilidad de mantener el Poder Legislativo, e inclusive con la posibilidad de mejorarlo un poco. Obviamente que el resultado de la provincia de Buenos Aires será decisivo para el promedio nacional. Esta incidencia estadística bonaerense genera una atención especial, además por su valor simbólico en función de la principal controversia política nacional: continuidad o final del ciclo.
En estos momentos, la distancia del Frente Renovador es superior a la diferencia del 2009, que fue de solo 2 puntos; pero hay un tema de posicionamiento de la cabeza de la lista K que se va solucionando:
Insaurralde está siendo rápidamente conocido fuera de su municipio, y su cercanía con Cristina y con Scioli lo ubican en lugar correspondiente para la percepción colectiva. Es probable, que el fenómeno de corte de boleta, cuyo testimonio más destacado es el que beneficia a Carrió con 9 puntos por sobre Pino Solanas, en el cuarto oscuro sea menor a lo que anuncian las encuestas. En los distritos de CABA, provincia de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y Mendoza, el kichnerismo o sus aliados no ocupan el primer lugar en las preferencias electorales hasta el momento, pero hay recuperación del kichnerismo santafesino, y en Mendoza también.
- Hugo Haime, de Haime y Asociados.
Estamos a 20 días de las PASO y mientras entre los políticos, los periodistas y los politólogos la pregunta se centra en qué piensa la gente, cuáles son las tendencias de voto y cómo repercutirá esta virtual primera ronda en las elecciones de octubre, la mayoría de la población está ajena a estos interrogantes. Por más que contesten encuestas pocos se dan cuenta de que en tres domingos van a tomar sus documentos para ir a votar. Seguramente la publicidad televisiva que comienza mañana hará que los electores comiencen a estar más atentos a los candidatos y a las campañas.
Esto no significa que hoy no haya tendencias electorales, pero los encuestadores tendrán los números más precisos pocos días antes de la elección. Hoy se puede hablar de cuadros de situación, de grandes corrientes de opinión que en cada distrito electoral votarán para apoyar, criticar o mostrar su disconformismo con los gobiernos. Cada distrito es un mundo aparte, que terminará confluyendo en el nivel nacional en tres grandes corrientes. La de quienes apoyan al Frente para la Victoria, que sabemos que tiene una base electoral no menor a los 30 puntos y que depende en gran medida de lo que ocurra en la provincia de Buenos Aires, en el Noroeste y el Noreste para definir su techo. La alianza del socialismo con el radicalismo en algunas provincias podría permitirle, como en el 2009, volver a ser segunda fuerza nacional y la dispersión de los peronismos críticos y del PRO, que si bien no se puede sumar bajo el mismo signo partidario compiten de hecho con las otras dos fuerzas.
Así como en 2011, primera experiencia de las PASO, no hubo muchas novedades entre agosto y octubre es muy probable que esta segunda experiencia depare novedades sobre todo en los grandes distritos. A nivel de las campañas seguramente veremos una tónica hasta agosto y otra hacia octubre, los gobiernos deberán decidir si les conviene confrontar o ir más hacia el centro, las oposiciones si se acercan hacia el centro o les conviene polarizar. La población decidirá si prefiere dar su apoyo al Gobierno o darle un tirón de orejas. Lo que los políticos y los electores hagan en octubre está condicionado por agosto, aunque todavía muchos ni siquiera hayan pensado en las elecciones.
- Graciela Römer, de Römer y Asociados.
El panorama electoral luce bastante deslucido: las elecciones de medio término muestran un electorado poco entusiasmado y con un nivel de desconocimiento alto respecto a qué y cómo se vota. Sólo mencionar como ejemplo que cerca de la mitad de los electores de Buenos Aires, un distrito clave para el FpV, no identifica de manera espontánea al candidato del oficialismo. Es más, uno de cada tres ciudadanos de ese distrito cree que Massa es el candidato del oficialismo.
En términos de intención de voto, la mayoría de las encuestas coinciden en que el oficialismo está frente a un situación difícil. No necesariamente equiparable a 2009, pero sí alejada de la que obtuvo CFK en 2011. Si bien lo que pone en juego en el Parlamento lo ubica en mejores posiciones que a alguno de sus principales competidores, ya que está renovando 39 legisladores propios y aproximadamente 13 aliados. Sin duda, y esto lo diferencia de 2009, la clave es Buenos Aires. Y hoy la situación en la provincia es bien distinta de 2009. El discurso del Gobierno apuesta a la polarización. Sin embargo, la distribución de adhesiones en la sociedad muestra que en los extremos existe una minoría intensa pro-oficialista de alrededor del 25-30 por ciento y que suscribe a todo o casi todo lo que propone el Gobierno y que vota de manera compacta. Sin embargo, esa ventaja comparativa ha ido perdiendo fortaleza con la irrupción de alternativas peronistas menos intensas, como las del intendente de Tigre.
En el otro extremo, una oposición dura, claramente anti K del orden del 30-35 por ciento que se opone a toda propuesta que emane del oficialismo. Entre estos extremos existe alrededor de un 40 por ciento del electorado que busca un centro, con un discurso que exprese posiciones menos polares, más pragmáticas, un electorado más proclive a votar tácticamente de manera de lograr una mayor distribución de poder en el Parlamento esto es, a votar de manera más dispersa. Ello es lo que encarna Massa como principal desafío del FpV en Buenos Aires, hoy convertido en el front runner virtual de Daniel Scioli, ambos ubicados en el imaginario colectivo como los principales herederos del kirchnerismo en 2015.
Buenos Aires es sin duda el principal desafío del kirchnerismo, pero también de sus dos posibles herederos. No se trata de ganar o perder, sino de por cuánto se gana o se pierde. Para “calificar” en esa pelea, Massa, si efectivamente ganara, debería poder lograr un caudal de votos suficientemente alejado del que logre el oficialismo. Y, por otro lado, el oficialismo, si pierde, debería hacerlo de manera no muy diferente a 2009 esto es, por cinco por ciento o menos. Si ello sucediera, el verdadero ganador no sería ni Massa ni el FpV, será sin duda el gobernador Daniel Scioli.
- Ignacio Ramírez, Ibarómetro.
El escenario porteño presenta algunas singularidades: el PRO consolida su primer lugar y el kirchnerismo permanece ubicado en el segundo puesto, y goza de un piso de acompañamiento muy estable. El tercer actor principal, UNEN, aún no consigue ser “más que la suma de las partes”, es decir no logra articular una identidad que genere una confluencia de votos después de las primarias. La observación de los distintos segmentos de votantes de sus listas muestra matices y contrastes internos, que difícilmente sean sintetizados por una única opción o liderazgo. Es decir, aún no existe el “votante UNEN”, como entidad o identidad, sino una suma de votantes de dirigentes muy distintos, con débiles lazos transversales. UNEN, hasta hoy es menos que la suma de sus partes.
Las últimas encuestas en la provincia de Buenos Aires ilustran un conjunto de tendencias electorales en curso, favorables al kirchnerismo, que obligan a revisar apuradas estimaciones formuladas con encuestas iniciales, hechas en condiciones de medición bastante especiales y que, por lo tanto, eran proclives a la mala praxis interpretativa. Cuando algunos analistas incurrieron en estimaciones precoces, a partir de encuestas publicadas –técnicamente desprovistas de errores– Martín Insaurralde no era identificado por la mayoría de quienes manifestaban intenciones de votar por el kirchnerismo. Asimismo, un porcentaje muy alto de bonaerenses aún ubicaba a Massa dentro de la órbita del gobierno nacional y pocos lo consideran opositor. De aquí en adelante deberá atenderse con especial atención la evolución de esas dos variables claves y que en la última semana sufrieron alteraciones significativas: la identificación de Martín Insaurralde como candidato del kirchnerismo y el posicionamiento político percibido de Sergio Massa. Esas variables han empezado a moverse, y a medida que cambian el escenario electoral empieza a corresponderse más con el escenario político subyacente, estructurado por el clivaje kirchnerismo-oposición. Este proceso aún tiene espacio por seguir desarrollándose y en su curso el kirchnerismo va recuperando su “voto natural”. Habrá que ver si Massa equilibra la sangría de votos kirchnerista con la incorporación de votantes opositores. Para facilitar esta compensación debería producir un viraje discursivo, donde se acentúe un tono abiertamente opositor, lo cual lo desviaría de la ruta discursiva que intenta transitar.
Por afuera de la provincia de Buenos Aires, el kirchnerismo enfrenta perspectivas de mejorar en forma considerable su rendimiento electoral del 2009, en distritos importantes como CABA, Santa Fe, Córdoba, Entre Ríos, donde las cosechas de la última elección de medio término fueron muy escasas para el gobierno nacional. El análisis de perspectivas electorales debe incorporar dos datos adicionales, a la hora de dimensionar las diferencias con el escenario del 2009: aquella economía en recesión contra una economía con revitalizados signos de crecimiento y un kirchnerismo dotado de una identidad que configura un tipo de voto en clave de adhesión a un proyecto e identificación con un liderazgo.
- Analía Del Franco, titular de Analogías.
Es real que son muy pocos los días que faltan, pero como en cualquier campaña electoral serán los decisivos, porque es el momento en el que todos los partidos políticos y candidatos tienen su espacio de exposición, generando igualdad de condiciones para las listas y, por sobre todo, facilidad a los electores (concentración de información). A partir de estudios cuali y cuantitativos, llevados a cabo la primera quincena de julio en el distrito porteño y provincia de Buenos Aires, puedo enumerar los rasgos más salientes de la opinión pública hoy frente a las elecciones del 11 de agosto.
Al electorado de la provincia de Buenos Aires, por un par de razones que enumero más abajo, lo percibo con más interés de informarse. Y en esto van a jugar un rol importante la campañas publicitarias masivas.
Otros datos nos muestran que como siempre en las elecciones de medio término se tiende a privilegiar el interés a votar “control”. Los electores prefieren (60 por ciento aproximadamente) que los parlamentos, las legislaturas y los concejos deliberantes puedan controlar a los ejecutivos, opinión que se recoge independientemente del signo político del que está en el Poder Ejecutivo.
Por el momento, esto no se cristaliza en contundencia en las preguntas de intención de voto, todavía prevalece un alto porcentaje de indecisos.
Observamos que en CABA la opinión pública se define como “desconcertada” frente a la múltiple cantidad de candidatos que se exponen públicamente. Colabora a esta percepción la falta de “experiencia” en elecciones PASO, como ellos se autodefinen. En este punto, en las localidades del interior de la provincia de Buenos Aires parecerían estar más acostumbrados y les genera menor nivel de impacto, a pesar de que en algunos “pueblos” la cantidad de listas es bastante numerosa.
Las mismas preguntas a la opinión pública de Buenos Aires traen otras respuestas. Perciben que de las cuatro listas que concentran la mayoría del caudal electoral, dos de ellas llevan candidatos “nuevos” para el gran público, pero con mucho “para mostrar” de trayectoria y gestión, esto ya es un impacto y lo definen como un cambio. Otra curiosidad detectada es que se los percibe migrando del Ejecutivo al Legislativo y no en el ocaso de sus carreras. Respecto del resto de la listas, las consideran más tradicionales y previsibles. Como expresé más arriba, la opinión pública de la provincia es la que más expectativa expresa frente a la campaña masiva que comienza mañana, con especial referencia a Insaurralde y Ma-ssa, respecto de lo hecho, del futuro y de sus ideas políticas.
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