EL PAíS › JACQUELINA FLORES, CANDIDATA A DIPUTADA POR CAMINO POPULAR
Es cartonera y critica al gobierno porteño por no promover el reciclado de la basura. Impulsa la sanción de la ley de envases.
› Por Miguel Jorquera
Jacquelina Flores llega a la cita con Página/12 con su uniforme de trabajo, que lleva vivos flúo para que los vehículos la identifiquen en la calle. “Nuestro lema es no al trabajo infantil, no a las drogas y al alcohol, y usar el uniforme que nos identifica como trabajadoras”, aclara Jacquelina –44 años– sobre la cooperativa Amuillan (mujer útil, en mapuche) que integran 24 mujeres “cartoneras-recicladoras” del Movimiento de Trabajadores Excluidos. A cambio de 1300 pesos de presentismo que les paga mensualmente el gobierno porteño, ellas realizan la recolección domiciliaria en parte de la ciudad para luego separar de la basura todo lo que es recicable para venderlo. Ahora, por pedido de sus compañeros de la Federación de Cartoneros y Recicladores, que reúne a unos 5200 trabajadores informales que realizan ese trabajo en la ciudad, aceptó la candidatura a diputada nacional por Camino Popular, la lista porteña que encabezan Claudio Lozano e Itai Hagman. “Somos los que mejor podemos interpretar nuestra lucha”, afirma Jacquelina, que critica la falta de información y de compromiso del Gobierno de la Ciudad con el reciclado de la basura y se ilusiona con llevar al Congreso el debate por la ley de envases, para gravar a las “grandes compañías multinacionales, que no aportan un solo peso y son las principales responsables de la contaminación ambiental”.
–¿Qué es el Movimiento de Trabajadores Excluidos?
–Nació en 2001, son los hijos de la crisis de este país. Con todos ellos, de la nada y de la basura creamos un trabajo digno, del que estamos orgullosos. Me sumé al MTE siete años atrás, donde encontré el cobijo que no pude encontrar antes porque ser humilde en la ciudad de Buenos Aires te pesa, te cuesta y junto a ellos pude encontrar el trabajo que no tuve. No nos sentimos desocupados, somos trabajadores del cartón y desde ese lugar queremos que nos empiecen a conocer y respetar.
–¿En qué consiste ese reconocimiento como trabajadores?
–Nos pagan un presentismo mínimo que cobra cada uno de los compañeros. Desde el mundo cartonero hemos logrado una economía popular que es paralela a la de todos, pero no tenemos todos los recursos que debería tener un trabajador: solamente tenemos esto y lo que vendemos con lo que recuperamos va a nuestro bolsillo. Nos falta muchísimo. Pero así como reclamamos derechos que no tenemos, asumimos responsabilidades: entendemos que le hacemos un bien a la sociedad, que no está bien informada sobre lo que se debe o no reciclar. La desinformación nos preocupa, por eso en mayo presentamos un proyecto para que la mujer cartonera tenga un opción más, que es dejar el carro y convertirse en una promotora ambiental. Porque al tema de medio ambiente lo han tomado organizaciones privadas y no nos han dado el espacio que nosotros hemos ganado como primer eje de la cadena del reciclado en la Argentina. Intentan corrernos nuevamente.
–¿Cuáles son los intereses que quieren correrlos a ustedes de la ciudad?
–Recién este año hemos conseguido el convenio con el Gobierno de la Ciudad, donde se reconoce al compañero reciclador y que somos los únicos que podemos realizar esa tarea. Pero en paralelo, lo único que hicieron fue poner los contenedores negros, que lo único que hacen es que los ciudadanos que no están informados tiren toda la basura por igual: lo húmedo y lo que se puede reciclar, y todo eso va al entierro, con lo que eso significa en contaminación. De esa manera, el Gobierno de la Ciudad se corre del verdadero lugar en que debería estar el Estado, porque en realidad los pliegos que firmó dicen que lo primero que se debía hacer es colocar los contenedores verdes, para el reciclado, e hizo lo contrario.
–El MTE estuvo vinculado con la Iglesia Católica y en especial con el ahora papa Jorge Bergoglio. ¿Cómo surgió ese vínculo?
–Porque él se acercó a nosotros y creo que la mayoría de los compañeros comparten lo que voy a decir: nunca nos miró con lástima. Desde el lugar que él tenía en Buenos Aires, siempre intentó darnos una mano. Ahora hay una delegación de compañeros de distintas cooperativas que pudieron viajar a Brasil para verlo. Muchos de no-sotros somos creyentes y la verdad que la fe a nosotros, viniendo de donde venimos, nos hace muy bien, así como seguir sosteniendo esta relación.
–¿Quién le propuso ser candidata?
–Ya tenía el ejercicio de la militancia en la traza de la ex AU3 por la casa tomada en la que vivo. La verdad es que ellos (por Marea Popular, que integra el frente Camino Popular) siempre se acercaron y nos ayudaron a armar las cooperativas de cartoneros, pero siempre dije que no. Esta vez me lo ofrecieron los compañeros de la federación, porque yo nunca soñé con llegar al Congreso porque mi vida va por otro lado, pero esta vez acepté por el desafío enorme que significa avanzar en este camino que hemos intentado y que fuimos aprendiendo juntos: que no nos tenemos que callar y que respeten nuestra voz, y porque creemos que nosotros somos los que mejor podemos interpretar nuestra lucha.
–¿Qué proyectos presentaría si alcanzara una banca en el Congreso?
–Lo que queremos al menos empezar a discutir es la ley de envases, que está parada absolutamente, donde las grandes empresas como Coca-Cola, Pepsi y Tetrapak no pagan una tasa y la verdad es que son los que mayormente contaminan, y no se hacen responsables. Esto nos lo da la experiencia diaria, no solo de ocuparnos sino de preocuparnos. Hay mucho dinero que nos sacan de nuestros bolsillos, porque hay muchos intereses privados que no permiten que nosotros creemos el salario que nos merecemos.
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