Sáb 31.08.2013

EL PAíS  › PANORAMA POLITICO

Buitre, vaca, ganancia y medios

› Por Luis Bruschtein

Fondos buitre, ley de medios, LAN, Vaca Muerta y Ganancias, todos a punto de caramelo y en una semana sin sosiego. Son remolinos y maratones para una travesía en la que hay que tener nervios y muñeca. Argentina no es para cualquier timonel porque otros vientos similares se los han llevado puestos. Una semana de las furias en un contexto electoral en el que todo suma o lastima.

El Gobierno, abollado en las primarias, se mueve mejor en esa arena de problemas concretos y gestión, tiene más reflejos. En la oposición, el massismo se retrajo para evitar la confrontación. El resto, desde las alianzas del FAP y la UCR, hasta el PRO, buscó la confrontación ciega, compitiendo por el voto anti K más crudo. No pueden aparecer junto al Gobierno ni siquiera cuando están en juego intereses de la Nación.

Las audiencias de la Corte por la ley de medios se dieron también en este contexto. Resulta inútil aspirar a que este debate no sea tomado tan sólo como parte de una guerra entre el Gobierno y Clarín. De hecho, se trata de una discusión que está instalada entre los periodistas y operadores de medios audiovisuales desde mucho antes de que llegara el kirchnerismo.

En una sociedad donde las personas necesitan la información para tomar decisiones sobre sus vidas y donde la única fuente de esa información son los medios, resulta suicida para una democracia que un solo consorcio de medios cubra el 80 por ciento de las audiencias, con los mayores periódicos a nivel nacional y provincial, con agencias de noticias, con el mayor canal de TV y varias de las radios más importantes, además de otras en el interior del país, así como señales de cable y un servidor de Internet más una operadora de cable que maneja el 60 por ciento de los clientes a nivel nacional, además de una cantidad de empresas que aportan insumos y servicios.

Toda esa artillería acumulada en un solo jugador desequilibra cualquier democracia. Es capaz de destrozar causas, políticos, jueces, generales o competidores, y si los puede destrozar tiene una herramienta para presionarlos y controlarlos, y es capaz de crear condiciones para tal o cual negocio, de instalar candidatos o defenestrarlos. Los gobiernos están a cargo de la educación, que es otro gran constructor de sentido, pero a los gobiernos se los puede controlar y cambiar. Un monopolio multimediático es un poder fáctico que no tiene organicidad ni responsabilidad democrática porque es una empresa y, por lo tanto, su lógica motora es la de su beneficio.

Hay quienes subestiman la fuerza de un monopolio multimedia. Pero el hecho mismo de que la aplicación de esta ley se haya demorado cuatro años es una demostración del poder que puede desplegar. Más aún, el hecho de que la Justicia haya interferido con el Legislativo y que la Corte esté avocada es porque el multimedio está aplicando todos sus recursos para llegar a una instancia que supone más accesible que la del Poder Legislativo.

Si desde la oposición no se puede visualizar la ley de medios más que como parte de una guerra entre el Gobierno y Clarín, entonces, al menos tendría que visualizar también como parte de esa guerra a la feroz campaña mediática. Es evidente que ambos temas también forman parte de esa confrontación. Justamente el debate sobre la concentración mediática está referido, entre otra multiplicidad de variables, a la campaña absolutamente virtual pero demoledora que puede disparar un multimedio con ese poder de fuego contra cualquiera de sus enemigos o competidores.

A la oposición le resulta difícil reconocerlo porque esa campaña mediática ha sido el eje de su campaña electoral. Es mala época para debates de fondo porque debatir implicaría correr el eje y sacar al Gobierno del lugar del desplante y el insulto permanente. Con un ladrón no se debate, se lo acusa, no tiene entidad moral, por eso Elisa Carrió, que fue tan activa en la campaña, esta semana se abstuvo.

En estos días se plantearon otros temas que deberían estar por fuera de esas especulaciones. El fallo de la Justicia de Nueva York sobre la reestructuración de la deuda externa argentina busca arrinconar al país. Todos los partidos de la oposición, ya sea desde el menemismo o en la Alianza, han sido responsables de esa deuda y su crisis. El contexto electoral no tendría que pesar frente a estas cuestiones, los partidos que forman el frente Unen o el FPCyS, que recrean la misma composición de agrupaciones políticas que tuvo la Alianza cuando gobernó con Fernando De la Rúa, no pueden hacerse los desentendidos y bloquear las acciones que decide el Gobierno para contrarrestar esa ofensiva. Nadie puede hacerse el desentendido en un tema que tiene tantas reminiscencias dramáticas y otras vergonzosas.

El conflicto planteado por el hangar de LAN en Aeroparque fue sobredimensionado por la empresa, ayudada por los medios locales, que se sumaron a los reclamos de la aerolínea chilena. El conflicto se refiere al desarrollo de una política estratégica de cielos. Se podrá estar de acuerdo o no con el Gobierno, pero seguro que los privilegios que recibió LAN durante el desmantelamiento de Aerolíneas no llevan a un diseño a partir de necesidades propias.

Vaca Muerta puede volver autosuficiente al país en materia energética, en contrapartida de lo que sucede ahora. Argentina importa cerca de ocho mil millones de dólares por año en combustible gracias al desmantelamiento de la YPF privatizada que realizó Repsol. YPF sin Vaca Muerta no existe. Pero con ese yacimiento en actividad, Argentina puede aspirar a convertirse también en exportador. Lo que se está discutiendo en el acuerdo con Chevron, una empresa que explota yacimientos similares en los Estados Unidos, es cómo se pone en actividad, las inversiones masivas, las tecnologías desconocidas, los tiempos imperativos y los socios. En esa área mínima (1,3 por ciento del yacimiento) que involucra el acuerdo con Chevron se está discutiendo el desarrollo energético para lograr el autoabastecimiento estratégico. Mientras Vaca Muerta no produzca, YPF entraría en un proceso de agonía.

Con el descuento de Ganancias, el Estado deja de recaudar más de cuatro mil millones de pesos. Los que reclamaban esa baja de impuestos no explicaron nunca cómo se repondría el faltante. Si quiere mantener las fuentes de trabajo pese a la crisis mundial, el Estado debe recaudar y volcar cifras millonarias en el mercado interno para alimentar el consumo. Desfinanciar al Estado en esa situación no es progresivo y, cuando se plantea, tiene que abrirse una alternativa responsable y concreta para reponer lo que se saca.

Finalmente, la mitad de esa cantidad se amortizará con un impuesto a transacciones financieras. La otra mitad la absorberá el Estado. Si el Estado decidiera recuperar esa mitad sacando los subsidios a los servicios, por ejemplo (mantenerlos o sacarlos es una decisión política), la gente estaría pagando por otro lado lo que dejó de pagar por Ganancias. Se está discutiendo prioridades en ese punto. Si la prioridad es la fuente de trabajo en una situación de crisis, la sociedad tiene que ser consciente de que debe hacer un esfuerzo.

Por esta geometría electoral, la oposición cuestionó todos estos puntos, incluso el de Ganancias, porque denunció la medida como electoralista. Y en los otros apareció como obstruyendo el despegue de YPF, o junto a los fondos buitre y defendiendo con un fervor inusitado los privilegios con que fue beneficiada una empresa extranjera por la destrucción de Aerolíneas.

Desde la deuda externa hasta la política fiscal; desde la soberanía energética hasta una política aeronáutica soberana, son todos afluentes para un debate profundo sobre el modelo de país. Seguramente, la oposición en sus diferentes vertientes tendría propuestas concretas y hasta es probable que en muchos casos se aproximaran a decisiones tomadas por el gobierno. Pero ninguno de estos temas primordiales se abordaron en la campaña electoral porque la estrategia elegida fue la de construir una imagen corrupta y autoritaria del oficialismo, lo que bloqueó los temas de fondo. Los bloquea, pero de esa manera, al mismo tiempo los está cediendo a un oficialismo que aparece así como el único que está en condiciones de exponer un proyecto de país.

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