Vie 18.07.2003

EL PAíS  › PARA IR CON LOS CHICOS
LAS VACACIONES DE INVIERNO OFRECEN UNA VERDADERA MULTITUD DE PROPUESTAS

Quince días en el planeta de los niños

Este año, la cartelera porteña estalla con un generosísimo panorama de espectáculos, aptos para todo bolsillo. Teatro, títeres, música y danza se conjugan y ofrecen todo lo que los padres necesitan para no desfallecer en el intento de darles esparcimiento a sus hijos. Aquí se ofrece una completa guía para tener a mano y pasar el invierno.

› Por Silvina Friera

En las vacaciones de invierno, una escena parece repetirse todos los años: sólo los actores cambian o van creciendo. En la avenida Corrientes, una multitud de chicos saca a los padres de paseo. El invierno no amedrenta a los niños, que piden pista libre para disfrutar de la diversidad de espectáculos que pueblan la cartelera porteña. Desde comedias musicales, teatro de títeres o clonaciones de los programas de TV en formatos teatrales (El secreto de la isla, con Panam), las ofertas se multiplican y los clásicos funcionan como bisagras generacionales entre adultos y chicos (María Elena Walsh, Pipo Pescador, Hugo Midón). Huesito Caracú, Canciones para mirar y Pipo en vivo apuestan a renovar esa corriente de afectividad que fueron cultivando en los escenarios. El grupo Caracachumba, que festeja una década a todo ritmo, repasa sus mejores canciones, baila y canta junto al singular títere Roque. Más de 30.000 chicos, en buena parte gracias a la gorra, vieron el año pasado Muñekotes, una comedia musical protagonizada por Josefina Lamarre. La reposición en el teatro Lorange cuenta con una novedad: la dirección de Diego Reinhold, un artista multifacético, que también dirige Teatro Chupete, con libro y canciones de Pescador. Y Piñón Fijo, el payaso cordobés que conquistó el corazón de los pibes porteños, continúa llenando el Gran Rex.
Entre las sorpresas, Jean François Casanovas y su grupo Caviar ofrecen por primera vez un espectáculo infantil, Baby Caviar, en el teatro De la Casona (Corrientes 1975). Los cuadros musicales, impactantes, veloces y de un abigarrado despliegue visual, muestran a Farsini, un mago tan torpe que ninguno de los trucos con los que prueba cautivar a su menuda platea funcionan y a una señorita que lucha por sacarse el peine que quedó enganchado en su rubia cabellera. Hay más números desopilantes, como el del festival de Cosquín, con la cantante Soledad saltando y revoleando el poncho como si fuera punk. “No busco el mensaje ni la moraleja porque mi rol no es enseñar. Los chicos se divierten con los golpes, con las cosas orgánicas”, dice Casanovas en diálogo con Página/12. “El transformismo no es lo importante porque los números están pensados como una parodia, como algo payasesco. Hice un ejercicio de cuerda floja para no caer en los extremos del infantilismo, de tratar a los niños como si fueran tarados”, señala Casanovas, que se propuso hacer una suerte de revista infantil, o “un canal Fox Kids en formato teatral”. Otra de las perlitas de la cartelera infantil es el recital que ofrecerá Rubén Rada en el ND Ateneo.
A 20 años de su estreno (el 12 de marzo de 1983), se repone otro clásico, El gran circo, de Ariel Bufano, con dirección de Adelaida Mangani, a cargo del grupo de titiriteros del San Martín (Corrientes 1530). En este homenaje a los orígenes del teatro nacional y sus pioneros, los hermanos Podestá, abundan los números circenses tradicionales (acrobacia, destrezas, malabares, trapecio y payasos) pero realizados con la entrañable magia y misterio que generan los títeres. Los muñecos se imponen en distintos espectáculos pese a los prejuicios que todavía circundan a este arte ancestral. Pero los chicos, ajenos a estos pruritos, tienen muchas opciones para elegir. En el teatro Cervantes (Libertad 815), el grupo de títeres Libertablas presenta Quijote, adaptación de la novela de Miguel de Cervantes Saavedra realizada por Luis Rivera López, también a cargo de la dirección. En el mismo teatro se ofrece La flauta mágica, la ópera de Mozart, dirigida por Gabriela Marges.
El grupo Asomados y Escondidos, creado por Silvina Reinaudi (premiada con un María Guerrero por su trayectoria en el teatro para niños) presenta Huevito de ida y vuelta, en el Centro Cultural de la Cooperación. Los Cazurros estrenan Juego divino, un espectáculo que combina títeres, objetos y música. Como en todos sus espectáculos, el grupo integrado por Ernesto Sánchez y Pablo Herrero promueve el placer del juego por el juego mismo rescatando la imaginación y creatividad. La Cuerda Floja y El Mosquito y la Máquina Real presentan Martín le yerró fiero, versión libre del Martín Fierro, de José Hernández. Buenos Aires Grupo de Teatro ofrece Juan Calle, de María Inés Falconi, con dirección de Carlos de Urquiza. La pieza de fuerte anclaje en la realidad narra las peripecias y sufrimientos de un chico cartonero que duerme en el escalón de la casa de un señor adinerado. La compañía El Ventilador (te vuela las chapas) presenta Enrulados derechos, basado en los derechos del niño, en El taller del Angel (Mario Bravo 1239, miércoles y domingos a las 15). La actriz Flavia Vilar, integrante de la compañía, aclara que la pieza tiene un fin educativo y pedagógico: “Dentro de la historia vemos cómo se violan y reestablecen los derechos individuales y las leyes que reglamentan el trabajo infantil. Como nos resultaba escabroso tocar este tema, apelamos al humor para que los chicos se diviertan”, subraya.
Gabriel Virtuoso, autor y director de El rey enano (El Ombligo de la Luna, Anchorena 364), una comedia que narra las peripecias de un grupo de poetas y actores improvisados que tratan de satisfacer los requerimientos de un niño rey, comenta que la obra es una excusa para contar una historia. “Un niño rey, demandante y caprichoso, descubre cómo expresarse y divertirse poniendo el cuerpo en escena. El teatro es lo que le ofrecen y él lo toma. Como no le gusta el final de Sueño de una noche de verano se mete a actuar y lo cambia. Descubre la actuación y decide dejar la corona y ser actor, ocupar un rol creativo para divertirse con los otros”, cuenta Virtuoso, que con esta obra obtuvo el tercer premio nacional de dramaturgia infantil otorgado por el Instituto Nacional de Teatro. “Me gustaría que se apueste menos a la imagen y al efecto y más a la historia”, señala Virtuoso. “No tener miedo a ser poco claros y tomar el riesgo de que los chicos interpreten lo que quieran.” La mesa está servida y los chicos, siempre con el apetito ingobernable, dispuestos a disfrutar.

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