EL PAíS › CUMPLIó DIEZ AñOS EL COLEGIO DONDE TRABAJABA EL MAESTRO ASESINADO
› Por Elio Brat
Desde Neuquén
Carlos Alberto Fuentealba daba clases de Química y Geografía en siete colegios secundarios de Neuquén capital al momento en que lo mataron, el 4 de abril de 2007, en la Ruta Nacional 22, a pocos kilómetros del cruce de Arroyito. Pocos días antes le había dicho a su mujer, Sandra Rodríguez: “Hay dos escuelas que nunca voy a abandonar: el Cepem 69 y el 40”. Justamente la primera lleva hoy su nombre’ y acaba de cumplir diez años. “Esta escuela empezó allá por 2003 sin un diccionario, sin un solo libro. Era una vergüenza porque no teníamos nada. A mí, desde el Consejo Provincial de Educación, me dijeron: ‘Vaya, busque y pida’. Y me acuerdo de que mis alumnas del turno vespertino me dijeron: ‘Dire, nosotros lo hacemos siempre, así que le podemos enseñar a pedir lo que quiera’. Así nos fuimos construyendo”, cuenta a este diario la directora Patricia Varela.
–Hace seis años y medio que mataron a Carlos Fuentealba, ¿cómo se vivieron estos años desde que Carlos no viene más a dar clases aquí?
–Ante todo, manteniendo la memoria. La memoria para seguir luchando por una educación diferente. Acá, entre nosotros, hay varios Carlos Fuentealba en esta escuela. Porque, si no, no podríamos seguir creciendo, a pesar del abandono que hace el gobierno (provincial) de la educación pública.
–¿Cómo es eso del abandono?
–Detrás del nombre de nuestra escuela, Compañero Carlos Fuentealba, hay toda una historia que muestra lo que es este gobierno provincial del MPN, de cómo hace el ajuste en educación y del abandono de la educación pública... Porque cuando nosotros, los maestros neuquinos, salimos a luchar, y seguimos luchando, lo hacemos por esas condiciones. Para que nuestros alumnos sean libres de pensamiento y de decisión, que son cosas que al poder le molestan. Y mucho.
–¿Qué logros han tenido en estos diez años?
–De los alumnos que han egresado tenemos aproximadamente unos diez que están haciendo estudios universitarios. Lo bueno es que el grupo de profesores de la escuela les siguen dando clases gratuitas de consulta. Para los que están estudiando Ingeniería y Medicina en la zona es muy importante.
–¿Cómo logran transmitir lo que pasó con Fuentealba?
–Nunca nos cansamos de mantener viva la memoria de Carlos y de reproducirla, ya que nuestros chicos van creciendo y egresando. Los alumnos de Fuentealba ya han egresado todos. Entonces los nuevos tienen que saber por qué nuestra escuela lleva su nombre y lo que significa eso. Un ejemplo es el que nos da nuestra ex alumna Dorita Bravo, que a pesar de las adversidades, como las tenía Carlos, sigue estudiando Magisterio para lograr su libertad y su autonomía. Ella pudo vencer su autoestima que, al igual que la de muchos de nuestros alumnos, está muy baja por la adversidad del exterior.
–¿Cuántos alumnos estudian en el Compañero Carlos Fuentealba?
–Tenemos 457 entre los dos turnos, sin contar nuestra orquesta infanto–juvenil que está abierta a la comunidad. Ese es un proyecto pensado para la inclusión social, ya que hay adultos que están interesados en participar de ella y no han terminado sus estudios.
–¿Cuáles son los desafíos que tienen por delante?
–El modelo pedagógico que tiene el Cepem 69 es exitoso. Y nosotros no nos oponemos a una reforma del nivel medio, pero no que ésta sea una forma de precarizar a los docentes laboralmente. Debe haber una inversión real en el sistema, si se quiere mejorar la educación. Si eso fuera la intención de verdad, nosotros no tendríamos que esperar, desde hace más de diez años, que nos terminen la escuela. El gobierno provincial no compra un solo libro, pero hoy nos trajeron una cocina y una heladera. Nosotros lo recibimos gustosamente, pero una escuela es mucho más que una cocina y una heladera, ¿no?
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