EL PAíS
› VECINOS ESCRACHARON AL CANCILLER CARLOS RUCKAUF
Para borrarle la sonrisa
“Se va a acabar, se va a acabar, esa sonrisa de Ruckauf”, cantaban los vecinos de Scalabrini Ortiz y Santa Fe, al llegar a la fuente del shopping Alto Palermo. Allí se habían reunido los asambleístas de todo el barrio. Los que estaban haciendo su reunión en el lugar acababan de anunciar: “La calle es nuestra, abajo Ruckauf”. En seguida se escuchó el ruido de las cacerolas y la marcha se encaminó hacia la torre donde vive el ministro de Relaciones Exteriores (Salguero y Juncal) donde frente a un cordón de policías, le reclamaron “Que se vaya”.
Cada una de las asambleas reunidas (Scalabrini Ortiz y Santa Fe, Alto Palermo, Córdoba y Anchorena y Plaza Rodríguez Peña) habían ideado sus carteles de protesta. Algunos llevaron pancartas en las que anunciaban “souvenirs de la Cancillería, zapatillas con la firma de Carlos Ruckauf y Patacones”. Otros se acordaban que “dejó su puesto en la provincia de Buenos Aires por cagón”, le recriminaban ser “lamebotas de Bush” por su posición respecto de los derechos humanos en Cuba o “haber servido a Isabelita y codearse con López Rega”.
Los vecinos relataban que el escrache se realizó a propuesta de un vecino y que se aprobó “inmediatamente y por unanimidad”. La dirección, decían, fue provista por un vecino del edificio del ex gobernador de Buenos Aires.
Los caceroleros de la plaza Rodríguez Peña defendieron la protesta que hicieron hace quince días frente a la casa de Raúl Alfonsín –y que terminó con el ex presidente tirando puños al aire– pero confirmaron que decidieron “diversificar” los personajes a escrachar. “Algunos nos preguntan por qué no vamos a lo de María Julia, que es del barrio, pero lo que pasa es que es un cadáver político”, aseguró Eduardo. Y un vecino que pasaba le acotó “es un cadáver que huele muy mal”.