EL PAíS › OPINION
› Por Jorge Rivas *
Las imágenes son diversas y contradictorias: record de consumo de energía eléctrica, cortes de luz, de agua, aumento del consumo social, inflación, crecimiento económico, y así podríamos seguir, señalando contradicciones. Me parece, sin embargo, que lo peor que podemos hacer es sacar de contexto cada uno de estos datos y verlos aisladamente. Así, nos hacemos una composición de la realidad parcial, y por lo tanto distorsionada.
Quedarse con la foto de los cortes de luz para desacreditar el proyecto es sencillamente una torpeza. Hacerlo con la foto de las estadísticas de la OEA, que demuestran que la Argentina es el país de América latina que más ha achicado la brecha de desigualdad social en la última década, y sostener por lo tanto que todo anda de maravillas, sería una ingenuidad, en la mejor de las hipótesis. Y en cualquiera de los dos casos, la mirada sería sesgada.
Por eso es importante ver la película completa, teniendo claro de dónde venimos, dónde estamos y hacia dónde vamos. Esto último es central, ya que mantener firme el rumbo del proyecto de transformación nos va a permitir no caer en los desalientos que suelen producirnos las contradicciones y los claroscuros con los que nos topamos en nuestra marcha.
En ese sentido, sería tan necio negar lo mucho que se ha avanzado en estos últimos diez años como lo sería negar que el camino que nos falta es aun más largo que el que ya se ha recorrido. También se debe saber que cuanto más profundicemos el proyecto, mayores serán las resistencias de los sectores de privilegio, que van percibiendo cómo cotidianamente pierden incidencia en el poder político.
La profundización del proyecto consistiría precisamente en ir superando esas contradicciones con las que nos topamos cotidianamente. Para ello, necesitamos ensanchar los límites que nos impone la democracia formal, la que es propuesta por los grupos dominantes sólo como un conjunto de reglas del juego, vacías de todo contenido social.
De ahí que el rol de la izquierda consista en militar por seguir ampliando derechos para nuestro pueblo, en particular para nuestro pueblo pobre, sin caer en la mentira institucional de que para avanzar en democracia de lo que se requiere es de consenso, sin confrontación. Esa es la gran trampa que pretenden imponernos desde los centros del poder económico concentrado, para preservar el orden conservador liberal.
La única manera de superar las contradicciones que a veces nos desalientan, entonces, es seguir avanzando, y eso implica confrontar para conquistar nuevos derechos, lo que a su vez exige mejorar nuestra masa crítica ensanchando el campo popular.
Desde las corporaciones mediáticas nos bombardean cotidianamente con imágenes de una realidad sesgada. Ellos pretenden que cambiemos el rumbo, y no van a abandonar ese propósito. Vayamos sabiendo que la construcción de una sociedad justa no se logrará precisamente mediante el consenso con ellos.
* Diputado nacional, Confederación Socialista-FpV.
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