Jue 06.02.2014

EL PAíS  › OPINION

La embestida de los ajustadores

› Por Oscar González *

Cuando orilla el terreno económico, la política enfrenta muchos riesgos y obstáculos. Entre éstos, se destaca el relacionado con los roles asignados a los distintos actores por la llamada ciencia económica. Desde el siglo XVIII, ésta tuvo la astucia de proclamar tanto la amoralidad como la sabiduría del capitalista. Así, mientras se lo liberaba de cualquier preocupación moral por la naturaleza de su actividad, la búsqueda de la ganancia a cualquier costo pasaba a consagrarse como una actividad superior, cuyo libre ejercicio se traduciría en el crecimiento de la economía y el progreso de las sociedades.

Corolario de esos enunciados, todo intento de restringir o regular la acción del capitalista –sin hablar de reclamarle un comportamiento ético– debe ser considerado pernicioso e incluso, valga la paradoja, inmoral, dado que actúa en perjuicio del interés general. En cambio, con quienes defienden el interés del capitalista o su visión del mundo se opera una curiosa transmutación: ese solo hecho los convierte en personas dignas, dueños de la verdad y expertos en predicciones.

Desarmar ese supuesto sentido común es una tarea tan difícil como riesgosa. Paul Krugman –que no reniega en absoluto del capitalismo– ha dicho que cuestionar las ganancias de la cúpula empresarial supone “meterse en una zona de guerra política: la distribución de los ingresos entre los de arriba es una de las áreas en las que cualquiera que levante la cabeza por encima del parapeto se encontrará con ataques violentos de los que vienen a ser pistoleros a sueldo, protectores de los intereses de los ricos”.

Una muestra son las recientes publicaciones sobre nuestro país aparecidas en The Economist, The New York Times y The Wall Street Journal, que vienen a sumarse abiertamente a la vergonzosa ofensiva contra el peso, el gobierno y la sociedad argentinos. Ello demuestra que no se trata de una batalla menor, como podía deducirse ya de la participación de la American Chamber of Comerce (AmCham, la cámara que agrupa a las empresas estadounidenses en la Argentina) en el denominado Foro de Convergencia Empresarial, donde se dio cita la plana mayor de los intrigantes.

Para estos hombres sabios y amorales, la disparada del dólar es apenas una anécdota. Sus pasos tácticos pretenden, desde luego, el debilitamiento del gobierno popular y el condicionamiento de las autoridades futuras, cualquiera sea su origen; pero lo que está en juego es su programa máximo: la abdicación de la política, la soberanía y el poder del Estado frente al capital concentrado, la imposición de un ajuste feroz sobre el empleo, los salarios y las jubilaciones y el desmantelamiento de cualquier forma de regulación sobre los sacrosantos mercados.

No importa que, como sucedió en los años ’30 con las ideas keynesianas, la década ganada iniciada en el 2003 les haya permitido incrementar de manera sideral su facturación y sus ganancias. Ellos siempre quieren más y embestirán contra quien sea con tal de conseguirlo. Hoy, más que contra un gobierno, los conjurados del gran capital la emprenden contra toda una sociedad y ésta debe prepararse para resistir el asedio.

* Secretario de Relaciones Parlamentarias de la Nación. Militante del Socialismo para la Victoria.

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