Mié 13.08.2003

EL PAíS  › UNA MULTITUD CUSTODIO DESDE LA PLAZA EL DEBATE POR LA NULIDAD DE LAS LEYES

Por la reconquista de los derechos humanos

Los organismos defensores de los derechos humanos reclamaron desde la Plaza del Congreso que los legisladores bajaran al recinto para votar la anulación de las leyes de impunidad. Apenas se logró el quórum la alegría invadió a los manifestantes. No podían creer este desenlace después de los años de frustración.

› Por Victoria Ginzberg

A las cuatro de la tarde, Mabel Gutiérrez, de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas, anunció desde el escenario: “Faltan 29 diputados para juntar quórum. Ayudémoslos para que bajen al recinto”. Veinte minutos después, Raquel Robles, de HIJOS (Hijos por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio), subió a la tarima y, fiel al mecanismo que ideó y difundió su agrupación, escrachó a un grupo de legisladores peronistas que no estaba dispuesto a anular las leyes de Obediencia Debida y Punto Final: Jorge Villaverde, Jorge Casanova, Adrián Menem, Alejandra Oviedo, enumeró. “Queremos decirles a los diputados del PJ que van a votar en contra que se acuerden de los miles de peronistas desaparecidos que tarde o temprano los van a juzgar. Queremos decirles a los que no quieren dar quórum que bajen y levanten las manos, que se dejen de romper las pelotas y hagan historia”, dijo Raquel. Cinco minutos después, Nora Cortiñas, de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, corrió hacia el micrófono. Con su infaltable pañuelo blanco, una vincha que pedía por la anulación de las leyes y una bufanda multicolor comunicó: “Hay quórum”. Los manifestantes gritaron “Nulidad”, “Nulidad”.



Por los parlantes comenzaron a escucharse las voces de los diputados y en la Plaza se hizo silencio. Los rostros de los desaparecidos, en fotos en blanco y negro levantadas por los manifestantes, miraban al Congreso. Los camarógrafos apuntaban a cinco Madres de Plaza de Mayo que esperaban una respuesta oficial tomadas de las manos. Los legisladores aprobaron por unanimidad el proyecto que otorgaba jerarquía constitucional a la Convención sobre la Imprescriptibilidad de los Crímenes de Guerra y de Lesa Humanidad y en la calle se sintió como un prólogo para lo que vendría después, aunque todavía faltaban varias horas. Las Madres se abrazaron y algunas lloraron en silencio. Cortiñas bailaba en el escenario con el pastor José De Luca, del Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos. Adelina de Alaye, que vino con sus compañeras desde La Plata, vaticinó que “en el día de la reconquista, creemos que se van a reconquistar los derechos humanos”. Para Carlos Lordkipanidse, de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos, la votación fue “el resultado de 25 años de lucha”. “No nos vencieron ni (Raúl) Alfonsín, ni (Carlos) Menem ni (Fernando) de la Rúa. Ahora nos queda luchar por la decisión del Senado y la Corte Suprema”, dijo Carlos, afónico de tanto gritar. Estela Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, también afirmó que la anulación de las leyes por parte de la Cámara de Diputados era consecuencia de la pelea de los organismos de derechos humanos, pero destacó la actitud del presidente Néstor Kirchner, “que todos los días de alguna manera nos demuestra su intención de reconstruir esta historia”.



“Ya está, sale.” informaba temprano Adriana Calvo, de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos. Contenta, explicaba a algunos de sus compañeros que, según se había enterado, Kirchner había hecho saber a los diputados peronistas que la anulación de las leyes debía aprobarse. A las dos de la tarde, ya habían llegado a la Plaza del Congreso distintas corrientes piqueteras y partidos de izquierda que se ubicaron detrás de una valla preparada para los organismos de derechos humanos y dirigentes políticos. Familias enteras esperaban el inicio de la sesión con mate y bizcochos y aprovechaban el sol. En el palco se habían colocado las banderas de algunas agrupaciones como Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora; Abuelas de Plaza de Mayo, Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas, Hermanos de Desaparecidos por la Verdad y la Justicia, Liga Argentina por los Derechos del Hombre, CORREPI, Amnistía Internacional e HIJOS. Entre las dos pantallas preparadas para seguir la sesión parlamentaria se leía la consigna que aglutinaba a las más de 200 organizaciones que convocaron a la concentración: “Por una Argentina sin impunidad. Nulidad efectiva de las leyes de Obediencia Debida y PuntoFinal. Cárcel a los genocidas”. La valla más cercana al Congreso estaba colmada de fotos y nombres de desaparecidos.


La sesión fue seguida con tranquilidad desde la Plaza. Mientras caía el sol, bajaba la temperatura y algunos manifestantes se refugiaban de los discursos parlamentarios en bares cercanos. Los piqueteros de la Corriente Clasista y Combativa, el Polo Obrero, Barrios de Pie y el Movimiento Independiente de Jubilados y Pensionados y los integrantes de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA) menguaban lentamente. La atención subió con los discursos del radical Pascual Cappeleri y Ricardito Bussi de Fuerza Republicana e hijo del dictador Antonio Domingo. “Ay que saltar, hay que saltar, el que no salta es radical”, se desempolvó la consigna de los ‘80 mientras Cappeleri intentaba justificar su oposición a la anulación de las leyes apelando a la Justicia. “Los radicales se olvidan de Sergio Karakachoff y son traidores a la patria”, gritó Cortiñas desde el escenario. La intervención de Bussi, que intentó justificar los crímenes del terrorismo de Estado, provocó gritos y chiflidos y una moción para apagar momentáneamente el audio que llegaba desde el recinto. “Hijo de puta, hijo de puta”, gritaban en la Plaza. “Pero la madre ¿qué culpa tiene?”, se quejó Mabel, de Familiares. “Pero sí, en este caso tienen razón”, le respondió una compañera.



“Soy uno más en las columnas que llenan la Plaza del Congreso. Los felicito y los admiro”, dijo Osvaldo Bayer desde Europa. La carta que hizo llegar el escritor apelaba a “los que tienen en su poder acabar con las dos leyes de la ignominia y los indultos de la vergüenza” y afirmaba que “un pueblo como este, que tiene como héroes a Darío Santillán y Maximiliano Kosteki, no va a permitir más la mancha de la deshonra”. También se leyeron adhesiones de los Jóvenes K., los familiares de las víctimas de la policía y el Consejo Superior de la Universidad de Buenos Aires. Antes del inicio de la sesión, Mabel Gutiérrez agradeció a los diputados que durante años reclamaron la anulación de las leyes que trabaron los juicios a los militares de la última dictadura pero sólo hizo un nombre: Alfredo Bravo. El diputado socialista que falleció hace dos meses y que en 1998 encabezó la presentación del proyecto para anular las leyes, que luego sólo fueron derogadas. “El estaría aquí presente y también los treinta mil desaparecidos”, dijo Mabel y recordó además a las madres que fallecieron buscando justicia como María Antokoletz.



“Las casillas de correo electrónico de los diputados reventaron con todos los mensajes que les llegaron del país y del exterior”, informaron los manifestantes. Es que los organismos de derechos humanos convocaron a todos a enviar cartas a los legisladores para instarlos a sentarse y levantar los brazos para hacer justicia. La Plaza del Congreso no fue la única del país en donde se reclamó por el fin de la impunidad. En Córdoba y Jujuy los organismos de derechos humanos, acompañados por agrupaciones sindicales y gremiales, también organizaron actos para pedir por la anulación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final. En Mar del Plata, Tucumán y Neuquén también estaban previstas concentraciones. Buenos Aires sin duda fue la de más largo aliento. Cerca de las once de la noche, mientras los diputados seguían haciendo sus discursos, un grupo de manifestantes seguía, a pesar del frío, aguardando la respuesta. “Esperamos 25 años, ¿no vamos a esperar una hora más?, aseguraban.” Los miembros de los organismos de derechos humanos saben que este es otro comienzo: un comienzo igual al día en el que el dictador Jorge Rafael Videla volvió a la cárcel por robo de bebés, igual al que el día en el que el juez Gabriel Cavallo declaró la inconstitucionalidad de las leyes o en el que Baltasar Garzón ordenó detener a 46 represores. Son comienzos quetienen que seguirse de cerca, en este caso en el Senado y en la Corte Suprema. En ese camino habrá nuevas manifestaciones.

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