EL PAíS
› LA UCR PERDIO NUEVE LEGISLADORES PORTEÑOS Y TRES NACIONALES
Un fiasco más para el radicalismo
Cristian Caram obtuvo el quinto lugar como candidato a jefe de Gobierno del radicalismo porteño. El actor cómico Nito Artaza quedó fuera de carrera. Se abre un debate interno por la nueva debacle.
› Por Nora Veiras
Como para los radicales, desde la frustración de la Alianza, los resultados electorales siempre pueden ser peores, un mínimo repunte lo festejan con entusiasmo: no pudieron retener ni uno de los tres diputados nacionales que estaban en juego –tienen cinco en total–, perdieron nueve de los once legisladores porteños y salió quinto el candidato a jefe de Gobierno. “Estamos en condiciones de decir que la lista 3 obtendrá un resultado cercano a los 100 mil votos, lo cual en relación con los menos de 16 mil que obtuvo la UCR en el distrito en las últimas elecciones nacionales de abril, demuestra una recuperación. No me deja para nada conforme porque aspiro a conducir una UCR de mayorías pero es una recuperación”, dijo Cristian Caram flanqueado por Nito Artaza, el cómico al que apelaron con la esperanza de mantener una banca nacional y por primera vez desde el ‘83 batieron otro record: no ganaron ni un diputado nacional.
“El radicalismo de Capital entra en implosión el 25 de agosto”, pronosticaba anteanoche uno de los dirigentes partidarios que anunció públicamente su decisión de votar a Aníbal Ibarra más allá de la postura orgánica del partido. Ese sector, liderado por Gabriela González Gass, fue derrotado en la interna pero decidió bajarse de las listas cuando Caram anunció la inclusión de Artaza. Silvina Giudici, secretaria de Gobierno y Control Comunal del gabinete ibarrista y enrolada con González Gass, fue como candidata a legisladora nacional en la lista de Jorge Giorno y entró. Esa fue la sorpresa de la velada y realimentó el de por sí tórrido debate radical.
A la luz de los últimos guarismos, el 64,26 por ciento que obtuvo Raúl Alfonsín en las elecciones presidenciales del ‘83 en la Ciudad de Buenos Aires suenan como un horizonte imposible. En el ‘89, Menem apenas superó a Eduardo Angeloz con el 36,64 por ciento frente al 36,36. En 1995, la candidatura de Horacio Massaccesi cosechó el 10,6 por ciento de los votos porteños y pareció que ése era el piso. El repunte llegó con la integración de la alianza entre la UCR y el Frepaso que colocó a Fernando de la Rúa a la Casa Rosada con el 54,3 por ciento. El fracaso de esa experiencia de gobierno que continuó la política económica del menemismo, obvió cualquier tipo de renovación del Poder Judicial y terminó de desatar la ira popular con la confiscación de los depósitos bancarios desembocó en la renuncia del presidente y en el descrédito de la UCR. En abril, la candidatura de Leopoldo Moreau sólo sumó 16.330 votos porteños equivalentes al 0,83 por ciento. En ese contexto, el 10 por ciento de Massaccesi parece un logro.
La debacle provocó una diáspora en el radicalismo y en estas elecciones aparecieron figuras de ese origen en las listas de Macri, acompañando a Ibarra y, obviamente, en el propio partido. Jorge Enríquez, quien pasó del delarruismo a militar con Patricia Bullrich en Recrear, terminó como candidato del empresario boquense, y Jorge Vanossi, el constitucionalista radical, ex ministro de Justicia de Eduardo Duhalde, entró como diputado nacional también con Macri. Otro delarruista del palo de Enrique Olivera, Fernando Caeiro, que fue jefe del bloque de la UCR en la Legislatura porteña, acompañó a Patricia Bullrich. En rigor, la fractura nacional de la UCR ya se había producido con la partida por centroizquierda de Elisa Carrió –uno de los sostenes de Ibarra– y por derecha con Ricardo López Murphy, respaldo de la postulación de Patricia Bullrich.
“Nuestro espacio está ocupado por centroizquierda por Carrió, por derecha por López Murphy y ahora también por Kirchner, con lo cual la reconstrucción es azarosa. Si se ponen de acuerdo los 100 dirigentes que pueden tener ideas, puede ser que salgan o puede ser que no, no se sabe”, especulaba un histórico radical porteño que eligió el rol de observador del “caos” que sumió al partido. “La estrella de Caram se eclipsa mañana”, repetía anoche otro histórico radical porteño que le dio apoyo pero rápidamente se despegaba sin haberse quemado en público y hasta chanceaba “lo de Nito no es un hito, es una anécdota, la crisis es mucho más profunda que este fiasco”. El mismo dirigente repetía que “así como no está escrito que porque el radicalismo tiene 113 años vivirá otros tantos, tampoco está firmada su partida de defunción. Argentina necesita una opción progresista, moderna, democrática y pluralista”.
El nuevo revés electoral desbarató el intento de aggiornamiento por el atajo del cómico bien posicionado en las encuestas. Caram recibió el respaldo de sectores del Ateneo del Centenario, liderado por Jesús Rodríguez, pero también hombres de ese grupo apoyaron la reelección de Ibarra. Caram aspiraba en un principio a acompañar a Ibarra como vicejefe y al fracasar esa alternativa mutó su discurso en opositor. Ese “oportunismo” fue denunciado por el sector de González Gass, sustentado en el alfonsinismo. “Llevamos adelante la política educativa desde la legislatura y desde la secretaría de Hacienda, Miguel Pesce, evitó el default y el pago en bonos. Esos fueron dos pivotes del gobierno de Ibarra que gestionó la UCR y eso no se puede tirar por la borda”, explicaba Daniel Bravo, quien descree de la reconstrucción del partido y ya había formado un bloque aparte en la legislatura porteña.
“Los que están con Ibarra son los del ‘Partido de los Trabajadores’: defienden su fuente de trabajo”, ironizaba un radical de Caram. La chicana no hace más que mostrar la profundidad de las diferencias internas en un partido que no logra encontrar el rumbo. “Caram jugó a ser funcional a Macri. Esa es una confusión ideológica inadmisible en el radicalismo”, retrucan desde la otra fracción.
El magro caudal electoral alimenta el pase de facturas en la UCR: la postura a adoptar en el ballottage Macri-Ibarra es la primera definición que tendrán que tomar. Al mismo tiempo tendrán que imaginar mecanismos para sobrevivir.