Finalmente se estrena el esperado debut en cine de Damián Szifron, el hombre detrás de Los simuladores. Y las expectativas parecen más que colmadas. Mucho más densa, paranoica y compleja que cualquier capítulo de la serie, El fondo del mar ofrece una iluminadora excursión nocturna al abismo de los celos, durante la cual un chico descubre, persigue y acosa al supuesto amante de su novia.
Venden millones y cada vez más. Conquistaron Medio Oriente y ahora van por los mercados de Europa, Asia y Estados Unidos.
Sus publicidades están en manos de las mejores agencias. Apelan al sentimiento antinorteamericano, proponen el modelo de vida europeo e incitan al “consumo ético” de gaseosas. Nietas de la Tropicola cubana, aquí están, estas son las colas que intentan destronar a la Coca y a la Pepsi.
Todo termina al fin, todo tiene un final y este miércoles le llega al Inspector Morse, uno de los grandes personajes de culto que ha dado el alicaído cable en los últimos tiempos. Fiel a su estilo, Morse –y su intérprete, John Thaw– se despiden de su público con la misma anestesia emocional con que han resuelto algunos de los mejores crímenes ingleses: escondidos en una bruma de whisky, melancolía y Wagner.
Después de inventar el género del retrato documental –caras pintadas a partir de fotos carnet 4 x 4: la imagen más anónima, más masiva y también más perturbadoramente personal que puede ofrecer la fotografía-, Lorena Ventimiglia retoma su hallazgo para darle una vuelta de tuerca provocativa: en Ellos, su nueva muestra de retratos, los que dan la cara son los críticos de arte.
A razón de un capítulo por semana, Bizarra, una saga argentina, la nueva obra-fiesta de Rafael Spregelburd, trasplanta a la escena del Rojas la lógica seriada, cambalachesca y demencial de una telenovela de TV. Son diez episodios, cincuenta actores mal pagos en escena, un álbum de figuritas, un calendario erótico de gomería y una estética en la que Todo por dos pesos se abraza con el Manifiesto Comunista para explicarles a los niños qué es la lucha de clases.
En Somos nuestro cerebro, insólita fusión de teatro con show de divulgación
científica, dos actrices se confabulan con un experto en neurociencia para destilar todo el lirismo, el
asombro y la comicidad que acechan en el órgano más sofisticado y hermético del cuerpo humano.
En Sendero de sangre, estrenada esta semana, el actor John Malkovich cruza de este lado de la cámara para filmar en clave de thriller la captura de Abimael Guzmán, líder del grupo guerrillero peruano Sendero Luminoso. Tan apasionantes como esa historia de suspenso y violencia política son las peripecias que vivió su guionista, Nicholas Shakespeare -también autor de la novela La bailarina del piso de arriba, que dio pie al film–, mientras buscaba personalmente a Guzmán en el corazón de un país desangrado por el terrorismo. Entre Conrad y John Le Carré, el relato de Shakespeare, lleno de sonido y de furia, confirma la vieja superstición según la cual la vida –incluso la vida de alguien como Guzmán– imita al arte.
Tras demostrar con el disco anterior que podía resistir sin secuelas el alejamiento de todos los miembros del grupo, Jason Pierce vuelve para reafirmar que Spiritualized, la banda más espacial de los 90, es él. Y que además puede hacer rock.
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