EL PAíS
› A PESAR DE LA DERROTA, IBARRA DICE QUE GANARA EN EL BALLOTTAGE
Con la cabeza en el segundo tiempo
El jefe de Gobierno se mostró seguro de poder dar vuelta el resultado para lograr su reelección. Y en tren de sumar adhesiones llenó de elogios a Zamora (por “su compromiso social y defensa de los derechos humanos”) y a Bullrich (por su “valentía y coraje”).
› Por Santiago Rodríguez
Temprano por la mañana, cuando fue a votar, Aníbal Ibarra comparó las elecciones porteñas con un partido de fútbol. Lo que dijo fue que le interesaba terminar bien el primer tiempo, en obvia referencia a la primera vuelta, pero que lo más importante era resultar victorioso al final de los 90 minutos, es decir, en el ballottage. El arranque para el actual jefe de Gobierno no fue bueno: al cierre de esta edición la cosa no estaba empatada como Ibarra y sus colaboradores imaginaron en un principio en función de los bocas de urna realizados durante el comicio, sino que, escrutado el 70 por ciento de las mesas, Mauricio Macri sacaba una ventaja de cuatro puntos. Aun así, Ibarra se mostró confiado de poder revertir el resultado y ganarle la pulseada al empresario en la segunda vuelta. “Estoy seguro –afirmó– de que vamos a seguir gobernando la Ciudad de Buenos Aires por cuatro años más.”
En el Hotel Hilton, donde Ibarra se instaló con su comando de campaña a esperar los resultados de las elecciones, no predominaba el optimismo, aunque tampoco el pesimismo. En verdad, los ibarristas se mostraban mesurados, pero convencidos de que con esfuerzo y haciendo las cosas bien durante las tres semanas que quedan para el ballottage el triunfo es un objetivo al alcance de la mano.
Los ibarristas tienen la impresión de que están en condiciones de derrotar a Macri el próximo 14 de setiembre en función del cálculo que hacen sobre el modo en que se repartirán entonces los votos que aquellos porteños que ayer no optaron ni por el actual jefe de Gobierno ni por Macri. Los estrategas de las campaña ibarrista suponen, en base a las encuestas cualitativas que mandaron a hacer en las últimas semanas, que entre el 85 y el 92 por ciento de los porteños que ayer votaron a Luis Zamora se inclinarán por Ibarra en el ballottage. También confían en cosechar buena parte del voto de Patricia Bullrich. “Muchos de los que la pensaban –analizan– votar terminaron eligiendo a Macri y por eso tuvo menos puntos de los que le daban las encuestas. El voto que le quedó es de derecha seria y decente, muy antimacri.”
Los cálculos que en el círculo íntimo de Ibarra se puedan hacer ahora no alcanzan para borrar la sensación de desazón que invadió a muchos de los dirigentes y militantes de Fuerza Porteña cuando empezaron a aparecer los primeros datos del escrutinio oficial y que daban a Macri una ventaja cercana a los 10 puntos. Es que apenas un rato, en la primera de las dos apariciones que protagonizó en el Hilton, el jefe de Gobierno había hablado de “una absoluta paridad” que lo dejaba “en una excelente posición” para la segunda vuelta.
A esa altura no había datos oficiales, pero Ibarra decidió presentarse en público por consejo de sus colaboradores para evitar que Macri ganara el centro de la escena. En las oficinas del empresario daban datos de un boca de urna que ubicaba a Macri cuatro puntos por arriba del ex fiscal -contra las que manejaban los ibarristas, que los daban empatados– y también habían empezado a insistir con que Ibarra debía pedir licencia para encarar el último tramo de la campaña.
“Me causa satisfacción que digan que tengo que pedir licencia. Debemos estar gobernando bien y por eso les preocupa, pero voy a cumplir la ley, porque gobernar es una obligación, así que no se hagan ilusiones”, replicó Ibarra entre aplausos de sus seguidores. También llamó a su adversario a “no caer en el exitismo, que ya vimos en otras elecciones adónde condujo”, en obvia referencia al episodio que protagonizó Carlos Menem en la pasada elección presidencial, cuando se dio por ganador a poco de finalizado el comicio y terminó bajándose pocos días después.
Aun cuando en ese momento suponía que el resultado final de la primera vuelta sería prácticamente un empate, Ibarra hizo el primer llamado a los que esta vez no lo votaron para que lo acompañen en la segunda vuelta. “Estamos convencidos –dijo con su compañero de fórmula, Jorge Telerman, parado sonriente a su lado– de que vamos a poder interpretar los valoresde los otros candidatos: la seriedad, valentía y coraje de Patricia Bullrich y el compromiso social y la defensa de los derechos humanos de Luis Zamora.”
Cuando Ibarra hizo su segunda aparición la situación había cambiado. “Los primeros datos dan una ventaja para la fórmula de Mauricio Macri”, reconoció de entrada el propio jefe de Gobierno, quien estuvo todo el tiempo en la habitación 208 del Hilton junto a Telerman, su hermana y senadora Vilma; el jefe de Gabinete porteño, Raúl Fernández; y el subsecretario de Comunicaciones, Daniel Rosso.
El otro síntoma de que las cosas no estaban como en un principio fue que Ibarra no aceptó entonces preguntas de la prensa y se limitó a pronunciar un discurso que podría definirse como el primero del tramo final de su campaña. “Empieza otra elección en la que se van a confrontar dos proyectos de ciudad sustantivamente diferentes”, señaló el ex fiscal y prometió “trabajar con todos aquellos que tuvieron otras opciones” porque “queremos sumarlos a todos a nuestro proyecto de ciudad”.
Con el tono proselitista que había abandonado al comenzar la veda electoral, Ibarra expuso entonces su meta de eliminar la deserción escolar durante los próximos cuatro años, prometió continuar con la obra pública y seguir bajando el desempleo. Sus seguidores lo aplaudieron y mucho más aún cuando cargó contra Macri. “Yo no tengo que arrepentirme de la década del ‘90. Nunca se me hubiera ocurrido decir, como algunos, que era menemista hasta la muerte”, fue la estocada que lanzó contra el empresario.
Ibarra también volvió a darle dimensión nacional a la elección porteña y a vincular su figura a la del presidente Néstor Kirchner. “Vamos a seguir trabajando con el gobierno nacional”, anticipó el jefe de Gobierno y destacó que “esta armonía es una fuerte ventaja para la ciudad”.
Para explicar la ventaja que finalmente sacó Macri, los ibarristas tienen dos argumentos: que hubo un voto vergonzante para Macri no manifestado en las encuestas y que hubo un desprendimiento del voto de Bullrich en favor del empresario.