Dom 18.05.2014

EL PAíS  › LAS EXPECTATIVAS DE LA CAMPORA ANTE EL RECAMBIO PRESIDENCIAL DEL AÑO PROXIMO

Jóvenes con perspectiva de futuro

En la última década, La Cámpora fue la agrupación que más creció. Sus dirigentes se consolidaron en el ejercicio de la función pública y ahora también en el seno del PJ e imaginan a una Cristina Kirchner presente en el escenario político más allá de 2015.

La normalización del Partido Justicialista no solamente funcionó como virtual pista de largada en la carrera por la sucesión de Cristina Fernández de Kirchner: también sirvió para cristalizar, en una etapa institucional, los cambios que sucedieron en los últimos años en el seno del peronismo. En particular, la incorporación de cientos de miles de nuevos militantes, en su mayoría jóvenes, a la participación política, primero, y luego a la actividad pública en lugares de cada vez mayor responsabilidad. Sin embargo, la aparición de dirigentes de La Cámpora en espacios clave de la estructura pejotista no es el final de un proceso, sino en todo caso el comienzo de una nueva etapa que tiene como horizonte octubre de 2015.

Lejos del “pato rengo” que pronosticaban analistas y políticos opositores, el oficialismo entra en sus últimos dieciocho meses de gestión con una fortaleza política respetable para un partido que gobernó durante los últimos once años. Aunque las hipótesis de re-reelección de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner quedaron atrás, el oficialismo ni piensa resignar la carrera hacia la Casa Rosada en 2015 y sobran precandidatos que eligieron lanzar su campaña bajo el ala del peronismo, con discursos que, en distintos grados, reivindican y prometen continuar lo realizado por la mandataria y por Néstor Kirchner.

En este contexto, adquiere renovada importancia el futuro de La Cámpora, la agrupación que más creció durante esta década, conformada primero alrededor de la figura de Máximo Kirchner, empoderada luego a través de una masiva adhesión popular tras la muerte del ex presidente y consolidada finalmente en el ejercicio de la gestión pública y –desde hace unos días– en el seno mismo del PJ con el que, según algunos análisis apresurados, el nuevo espacio protagonizaría un antagonismo que no se corrobora en los hechos.

“Ni La Cámpora pretende copar el PJ ni pretende derrotarlo. Somos un espacio que se enmarca en la tradición del peronismo para la cual el Partido Justicialista es una herramienta electoral, y si nos toca ocupar lugares de responsabilidad, lo haremos de la mejor manera posible, como hacemos a diario en la gestión”, explica un referente de esa agrupación ante la consulta de Página/12. En el reparto de cargos partidarios, les correspondió una vicepresidencia, que quedó en manos del diputado nacional Eduardo “Wado” De Pedro, y la Secretaría General, para José Ottavis; además de una docena de secretarías, algunas de ellas clave.

“Es un proceso de clarificación, en el que se ve el crecimiento de una generación política que a través de la militancia se va metiendo cada vez más en la estructura de poder”, analiza otro camporista que forma parte de la organización desde los primeros días. Siguiendo esa lógica, este “trasvasamiento generacional” no es un acontecimiento político singular sino la simple consecuencia del paso del tiempo. “Todos nuestros legisladores fueron votados en boletas que encabezaba el PJ, todos los funcionarios que militan en esta agrupación actúan en gestiones encabezadas por peronistas. La Cámpora no es una facción”, agrega.

Sin perspectivas de un nuevo mandato de CFK aparece la incógnita sobre cómo jugará La Cámpora en la interna del peronismo en 2015 y qué hará ese espacio después del 10 de diciembre del año próximo. Con el grabador encendido, los principales referentes de la agrupación aseguran estar esperando una señal que indique qué camino seguir durante los próximos meses. Pero lo cierto es que difícilmente llegue a haber una definición clara de la mandataria por alguno de los precandidatos del peronismo.

Esto se entiende en el marco de una estrategia: buscar un sucesor, no un reemplazante. “Aunque el peronismo haya sido históricamente esquivo a conducciones compartidas, Cristina no va a volverse a su casa y el próximo presidente va a tener que convivir con ella”, es el escenario que se plantea hoy en día en La Cámpora. “Siempre existe la posibilidad de que el próximo mandatario, como hizo en su momento Kirchner con Duhalde, busque desplazarla. Pero no le conviene”, aseguran en el gobierno, sacando cuentas: La Cámpora llegó en su momento más alto a contar con unos 200 mil militantes. Aunque el número fue menguando lentamente desde 2011 y la diáspora del poder probablemente devuelva a algunos a sus casas y a otros los deposite en otros espacios, “con los que queden –sostienen sus dirigentes– seguiremos siendo una fuerza más numerosa que la que tiene hoy ningún otro sector del peronismo y ni hablar en otros partidos”.

La Presidenta ha dado señales en ese sentido: luego de cada acto en Casa Rosada estableció los “patios militantes” en los que les habla directamente a grupos de jóvenes de distintas agrupaciones que ocupan las galerías de la Casa de Gobierno. En esos discursos, baja doctrina: “Ustedes son la garantía de lo que falta”, suele repetir. “Les pido que sigan con el firme compromiso que hemos emprendido. Este no es un camino de un sector o de un partido político, es un pueblo que ha decidido ponerse en marcha”, dijo la semana pasada en una de esas ocasiones. Sus mensajes suenan a despedida y algo de eso tienen: despedida e instrucciones.

Hay un punto más que saldrá a la luz en los próximos meses: como contracara a su política de no inmiscuirse en la interna presidencial, Fernández de Kirchner impondrá igual trato para el resto de los cargos. Así, cada gobernador y cada intendente peronista deberá poner en disputa sus lugares y sus listas de concejales, legisladores, diputados y senadores, abriendo el juego interno a las nuevas generaciones. “El resultado será un peronismo inédito, mucho más plural que nunca, en el que el kirchnerismo estará profundamente enraizado de forma tal que ambos conceptos nunca puedan separarse”, se entusiasma un dirigente de La Cámpora ante esa perspectiva.

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