EL PAíS › CAYó AL AGUA UN AVIóN PRIVADO; CINCO MUERTOS Y CUATRO HERIDOS
Una aeronave de última generación que pertenece al dueño de Kosiuko partió de San Fernando rumbo a Carmelo, Uruguay, pero se estrelló poco antes de llegar. Al parecer, en el lugar había niebla, aunque no quedan claros los motivos del accidente. Las hipótesis.
› Por Carlos Rodríguez
Un avión privado que había partido desde San Fernando con destino al aeropuerto de Carmelo, Uruguay, cayó sobre el Río de la Plata, a cinco millas de la costa uruguaya, en un accidente difícil de explicar, teniendo en cuenta la poca distancia del vuelo, la comprobada pericia del piloto y la alta seguridad que ofrecía la aeronave. Cinco de las personas que iban a bordo, incluyendo el piloto, perdieron la vida, y las otras cuatro sobrevivieron. “Me siento muy responsable por lo que pasó, estoy en shock, no puedo procesar todavía que haya muertos”, declaró por vía telefónica, desde Estados Unidos, Federico Bonomi, dueño de la aeronave y de la empresa Kosiuko. “Es un avión de alta seguridad, era un viaje (el de ayer) corto, no entiendo qué pasó; lo usábamos para ir con mi mujer y mis cuatro hijos al campo”, insistió Bonomi para dar fe de que se trataba de un avión de excelencia, el Beech Super King Air B200.
“Es muy difícil hacer una teoría certera, pero si se le plantaron, como yo creo, los dos motores, tuvo que haber un problema de alimentación”, dijo Jorge Pérez Tamayo, titular de la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas (APLA), al ser consultado por Página/12 sobre lo sucedido. “El accidentado es un avión chico de última generación, muy confiable, que puede volar con uno de los dos motores”, explicó Pérez Tamayo. “Combustible para llegar tiene que haber tenido, tratándose de un vuelo tan corto; la única teoría posible es que el combustible haya estado contaminado y por esa razón los dos motores no tuvieron la fuerza necesaria como para llegar.” Sin embargo, Sebastián Vivona, gerente general de Kosiuko y uno de los sobrevivientes de la tragedia dijo, según aseguró una médica que lo atendió, que el piloto nunca mencionó problemas técnicos y que estaba buscando un lugar para aterrizar por la niebla.
Sobre la presencia de neblina en la zona del accidente, Tamayo consideró que “la niebla estaba abajo, no arriba, y si no podía aterrizar en Carmelo, se volvía a San Fernando, porque es un vuelo de ocho o nueve minutos, o un poco más”. Para agrandar el misterio, Bonomi hizo un encendido elogio del piloto, que figura entre los fallecidos. “Leandro Larriera era un piloto excelente, increíble, además de un amigo, que tenía una larga experiencia con este avión”, aseguró el empresario.
Dos de los sobrevivientes fueron trasladados al hospital de la localidad bonaerense de San Fernando y los otros dos a la ciudad uruguaya de Colonia, donde están internados. El accidente ocurrió a las 12.40 de la tarde, cuando el Beechcraft 200 Super King Air cayó al río por causas que se investigan. Uno de los sobrevivientes alcanzó a comunicarse para notificar lo sucedido; del operativo de rescate participaron la Armada uruguaya y la Prefectura Naval Argentina.
Tres de las personas fallecidas fueron encontradas en el interior de la aeronave, mientras que los otros dos cuerpos estaban en el exterior. Cerca de las 17, helicópteros de la Prefectura Argentina habían trasladado a los sobrevivientes Santiago Villamil e Ignacio Liosa al Hospital de San Fernando. Por su parte, la Armada uruguaya trasladó a Paula Buery y a Sebastián Vivona hacia hospitales de Colonia; se informó que en esos dos casos “el pronóstico es favorable” respecto de la evolución de las heridas que sufrieron en el accidente.
Heridos y fallecidos fueron rescatados mediante camillas levantadas por buzos tácticos y elevadas a los helicópteros para su posterior traslado. El operativo fue seguido por las cámaras de televisión, que mostraron escenas de alto impacto, como la presencia de un cuerpo sin vida sobre una de las alas del avión accidentado. Al principio, voceros uruguayos dijeron que todos estaban con vida, pero la información fue modificada cuando llegaron al avión los buzos tácticos.
Vivona está internado en el Hospital Evangélico de Colonia, mientras que Buery está en el Centro Médico Orameco, según informaron fuentes del Consulado argentino en la ciudad de Colonia. Los mismos voceros fueron los que confirmaron que son cinco los fallecidos, que permanecieron dentro del avión hasta que llegaron al lugar las autoridades judiciales uruguayas que intervienen en la investigación del hecho.
El vocero de la Armada uruguaya Gastón Jaunsolo ratificó que uno de los sobrevivientes fue el que dio el aviso, una vez que se había producido la caída del avión. Jaunsolo sostuvo que la maniobra de aterrizaje que intentó el piloto fue “de experiencia”, dado que “se adiestran para este tipo de operaciones”. Todos afirman que el Beechcraft 200 es una máquina preparada para aterrizar en cualquier tipo de superficie.
Desde Buenos Aires, el encargado de informar fue el secretario de Seguridad de la Nación, Sergio Berni, quien luego de confirmar que eran cinco los muertos, señaló que los cuerpos estaban a disposición de una jueza uruguaya “por una cuestión de jurisdicción”. Destacó el trabajo conjunto realizado por las fuerzas de los dos países. “No podemos determinar aún los motivos del accidente, pero nosotros fuimos hacia allá y pasamos dos o tres bancos de niebla impresionantes, no se veía nada”, señaló el funcionario, en referencia a las malas condiciones climáticas.
El Ministerio de Seguridad dio la nómina completa de los nueve ocupantes de la aeronave. Los sobrevivientes Vivona, Buery, Villamil y Liosa, y los fallecidos Gustavo Fosco, Fernando Sánchez, Facundo Alegra, Fernando Lonigro y el piloto Leandro Larriera.
Sobre los sobrevivientes internados en el Hospital Petrona V. de Cordero, de San Fernando, Villamil, de 41 años, y Liosa, de 37, el director del establecimiento, Carlos Maiorano, informó anoche que “están fuera de peligro”, con golpes y politraumatismos. Liosa sufrió cortes en el cuero cabelludo y en el cuerpo, mientras que Villamil tuvo fracturas en el antebrazo izquierdo y en el derecho.
Maiorano explicó que los dos “llegaron lúcidos” y alcanzaron a decir que “escucharon un gran ruido y luego vieron cómo el avión amerizaba en el río”. El Ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires participó en el traslado de los heridos, primero en helicóptero y luego en ambulancia hasta el centro asistencial. Luego de recibir asistencia en el hospital de San Fernando, fueron derivados a clínicas privadas.
Bonomi hizo declaraciones al periodismo desde Nueva York. En esa conversación telefónica aclaró que tenía “información cierta” respecto de que Sebastián Vivona “está vivo”, dado que al principio se lo había señalado, por error, entre las personas fallecidas. Bonomi, además de expresar su estupor frente a lo sucedido, respaldó la capacidad del piloto de la aeronave, con el que volaban, él y su familia, desde hacía más de doce años.
El empresario informó que al avión lo utilizaban, por lo general, “para realizar viajes familiares, salvo raras excepciones”. Sostuvo que se trata de “un avión de alta seguridad” y luego comentó que como se trataba de un viaje corto le resultaba imposible entender “qué es lo que pasó”.
Relató que tiene la aeronave desde el año 2011 y aseguró que “la marca de ese avión es una de las que más bajas tasas de accidentes tiene, era un avión de oro. Es muy raro lo que pasó, que haya caído al agua habla de algún problema que las pericias determinarán”. Insistió en que Larriera “era un gran piloto, conocido por todo el mundo en San Fernando”. Subrayó que “toda la familia de Leandro (Larriera) es aeronáutica, su mamá vuela, son todos pilotos. Dedicó su vida a volar”.
Las cinco personas fallecidas eran empresarios y tenían una relación de amistad entre ellos. Gustavo Fosco era un alto directivo de la empresa Renault Argentina. Fernando Lonigro es de la firma TTS Viajes, dedicada al turismo. Uno de los sobrevivientes, Sebastián Vivona, además de ser amigo personal de Bonomi, es miembro del directorio de Kosiuko.
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