Dom 31.08.2003

EL PAíS  › LA CENTROIZQUIERDA Y LA CENTRODERECHA TRAS LA ELECCION PORTEÑA

El difícil arte de apoyar a otros

Las fuerzas que lideran Carrió y López Murphy pasaron la elección con resultados mixtos y problemas nuevos. El ARI no ganó diputados; Recrear no logra respetar la prescindencia que quiere imponer su jefe. Un panorama de las otras fuerzas.

› Por José Natanson

LOPEZ MURPHY
Rebelión adentro

Las elecciones porteñas dejaron a Ricardo López Murphy en un lugar incómodo. Un día después de que su candidata, Patricia Bullrich, arañara apenas el diez por ciento de los votos, el economista manifestó su “prescidencia” de cara al ballottage. Sin embargo, los partidos provinciales, nucleados en el Movimiento Federal Recrear, del cual López Murphy es su supuesto jefe político, anunciarán esta semana su respaldo a Mauricio Macri. “Los provinciales juegan con Macri. Ganas de apoyarlo no le falta, pero Bullrich lo forzó a mantener la neutralidad y ahora no puede cambiar de postura”, resumían cerca de López Murphy.
El Movimiento Federal Recrear está integrado por once partidos y partiditos provinciales más o menos conservadores. Cuentan con una bancada en Diputados, capitaneda por el demoprogresista Alberto Natale, y con un bloque de tres senadores. En las últimas elecciones presidenciales, cansados de apoyar a Menem, decidieron lanzar una apuesta propia y respaldaron a López Murphy, que consiguió el sustento político que le faltaba a su candidatura. No les salió mal: el ex ministro terminó tercero y los partidos provinciales encontraron una figura nacional que le imprimió visibilidad y potencia a su proyecto de centroderecha.
Claro que una vez superada la elección comenzaron los problemas. Recrear, la agrupación de López Murphy, se enfrentó en algunos distritos con los partidos provinciales, y el economista no tuvo la suficiente fuerza política para unificar posiciones. Un caso emblemático es la Capital, donde algunas de las fuerzas que lo respaldaron en abril desobedecieron su orden de apoyar a Bullrich.
El Partido Demócrata Progresista, que capitanea el legislador Oscar Moscariello, fue el primero en jugarse por Macri. Después se sumaron Martín Borrelli y Juan Carlos Lynch: no sólo apoyaron formalmente al titular de Boca, sino que armaron una lista de legisladores –la llamaron Alianza de Centro, que es como la derecha criolla suele definirse a sí misma– y lo llevaron como candidato a jefe de Gobierno.
El modesto porcentaje que obtuvo Bullrich profundizó la distancia entre López Murphy y los provinciales, que el miércoles pasado se reunieron en el despacho de Natale para decidir una posición común. En el encuentro, algunos dirigentes, especialmente aquellos de provincias alejadas de la Capital, como el salteño Ricardo Gómez Diez, se inclinaron por el bajo perfil, y hasta sugirieron suscribir la prescidencia decretada por López Murphy.
Pero en la reunión hubo otros, como los representantes del Partido Federal, que pidieron un apoyo explícito a Macri. Al final, los provinciales decidieron que esta semana harán público su respaldo al candidato boquense. “No es que busquemos desautorizar a López Murphy, y mucho menos que forcemos una ruptura. El sigue siendo nuestro referente nacional, pero tenemos nuestros intereses. Es obvio que en la Capital, por la cercanía ideológica, estamos con Macri”, explicaba uno de los diputados provinciales.
Desorientado, López Murphy optará por el silencio, un modo elegante de esquivar una definición frente a la rebeldía de sus socios provinciales. “En realidad, él está más cerca de Macri. Si las circunstancias políticas fueran otras quizá se animaría a apoyarlo. Lo que pasa es que Bullrich, y muchos de los que la acompañaron, se sienten más cerca de Ibarra. Por eso decidieron mantenerse neutrales”, aseguraban cerca del ex ministro.
En cualquier caso, se trata de un momento complicado para el ex ministro, que fue la sorpresa de las presidenciales y que ahora encuentra muchas dificultades para construir un proyecto político más consistente: no sólo por el pobre resultado porteño, sino por los comicios en Santa Fe y Buenos Aires, donde sus candidatos están lejos, muy lejos, de conseguir la montaña de votos que su jefe obtuvo el 27 de abril.

ELISA CARRIO
Seguir apoyando
“Hay que seguir trabajando con Aníbal. Se aceptan quejas, pero después del 14 de septiembre.” El lunes, por orden de Elisa Carrió, Rafael “Balito” Romá se comunicó con los dirigentes del ARI de la Capital. Escuchó reproches y reclamos, pero dio instrucciones contundentes para frenar el pequeño terremoto desatado a partir de los resultados del domingo: a pesar de ser una de las fuerzas más importantes del distrito, el ARI no consiguió que ingresara ningún candidato a diputado, y apenas coló dos legisladores de la Ciudad.
Carrió decidió respaldar a Ibarra dos meses antes de las elecciones porteñas, como forma de frenar la ascendente candidatura de Mauricio Macri. En la negociación con el resto de los partidos que integraron Fuerza Porteña, el ARI obtuvo el tercer lugar (que ocupó Eduardo Jozami) y el cuarto (a cargo de Delia Bisutti) en la lista de diputados nacionales.
El problema es que, además de la boleta oficial, Ibarra aceptó el apoyo de otras dos listas, el Partido de la Ciudad y el PRD, que dispersaron el voto. El resultado fue que la boleta de Fuerza Porteña obtuvo el 13,54 por ciento: sólo ingresaron dos diputados –Claudio Lozano y Juliana Marino– y los dos representantes del ARI quedaron afuera del Congreso.
Con la lista local sucedió algo similar: sólo dos seguidores de Carrió –Fernando Melillo y Fernando Cantero– consiguieron una banca, mientras que por ejemplo el Partido de la Ciudad del hasta ahora desconocido Jorge Giorno se alzó con la friolera de siete legisladores.
“El problema no fue la integración de la lista, que estaba bastante balanceada, sino la decisión de Ibarra de aceptar otras dos boletas. Deberíamos haber presionado más para que lleve una lista única. Macri hizo eso y metió cinco diputados. Si nosotros hubiéramos hecho lo mismo, si hubiéramos llevado una sola boleta, las cosas serían muy diferentes”, se quejaban en el ARI de la Capital. Y agregaban un dato: el ignoto Partido de la Ciudad diseñó una boleta con el apellido Ibarra en letras gigantes, mucho más visibles que la lista oficial, lo cual, en medio del festival de candidaturas, mejoró sus chances.
A la hora de señalar responsabilidades, los dirigentes porteños del ARI no apuntaban tanto a Carrió como a Fernando Melillo, designado por la chaqueña para negociar con Ibarra. “El fue el que manejó las conversaciones. Ella no está para discutir cada cargo, cada lugar, sino para marcar las grandes líneas”, explicaban. “Somos la primera o segunda fuerza del distrito; Lilita aportó su imagen y su peso político, y no metimos un solo diputado. Digan lo que digan, fue una mala negociación”, agregaban.
Cerca de Carrió admitían que el resultado no fue el mejor, pero aseguraban que no había otra opción. “Ibarra nos ofreció encabezar la lista de diputados nacionales y no aceptamos porque no teníamos a nadie con más peso que Lozano. Fue una apuesta y en las apuestas a veces se pierde”, argumentaban.
Quejas al margen, los dirigentes del ARI no tenían previsto plantear abiertamente sus reproches hasta que se realice la segunda vuelta. “Ahora lo más importante es que gane Aníbal, después ya habrá tiempo para discutir cómo seguimos”, aseguraba uno de ellos. Por las dudas, el martes pasado Carrió se reunió con Ibarra para ratificarle su respaldo incondicional. “Vamos a apoyarlo con más fuerza que nunca”, explicó la chaqueña, que pidió a sus partidarios que contengan los ánimos, al menos hasta el 14 de septiembre.

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