Sáb 19.07.2014

EL PAíS  › PANORAMA POLITICO

Nuevas burguesías

› Por Luis Bruschtein

Entre los ataques del juez Thomas Griesa y sus buitres de Nueva York y las visitas de los presidentes de Rusia y China, Vladimir Putin y Xi Jinping, Argentina va tomando ubicación en un cambiante escenario. En esa trayectoria se reacomodan también los jugadores internos. El Grupo de Tareas de los fondos buitre tomó la Argentina como escenario para su estrategia, volvió a las andadas con otra solicitada en los diarios y puso a alguno de sus operadores sobre la mesa, entre ellos el argentino Claudio Loser.

Las nuevas burguesías de Rusia y China hubieran preferido aliarse a Estados Unidos y Europa. Pero las potencias occidentales que tanto presionaron por su reconversión al capitalismo no las aceptan en la primera A de las economías mundiales y pujaron por apartarlas de sus negocios. Quieren que sean capitalistas, pero que jueguen en el equipo de los emergentes. Occidente jugó duro y descabezó con un golpe blanco al presidente ucraniano aliado de Rusia. Fue un mensaje directo a Moscú. Rusia tomó nota y esa ramplona estrategia occidental logró lo que no habían conseguido los zares ni el comunismo: la alianza energética estratégica entre China y Rusia. De aquí en adelante, los dos gigantes están obligados a ser inseparables porque la tercera parte del gas que consume la descomunal industria china ahora provendrá de su vecina. La alianza entre Mao y Stalin fue ideológica y efímera. Esta vez los vínculos son más fuertes porque crean una interdependencia económica que siempre habían esquivado a pesar de las vecindades y las extensas fronteras que comparten. La hostilidad de las potencias occidentales derrumbaron el muro de desconfianzas, competencias y desavenencias históricas y Rusia bajó todas sus condiciones en una negociación que llevaba bloqueada más de diez años. Le dio acceso así a China a una fuente de energía más barata.

China y Rusia están obligadas a no pelearse y, si pueden, a no competir y tratar de complementarse. Tratan de hacer su propio juego. Los Brics forman parte de él y más después de la crisis ucraniana y el acuerdo por el gas.

Con las quitas de la reestructuración de su deuda, Argentina respetó las reglas del sistema financiero, pero las tensó al máximo. Y llegó la represalia. El fallo de Thomas Griesa a favor de los fondos buitre rompió las reglas de juego. Y volvió a romperlas cuando impidió el pago a los bonistas que no estaban en conflicto. El sistema mundial que tiene su vértice en Nueva York jugó sucio; hizo y deshizo según su voluntad y se ha deslegitimado. Es lo que trata de mostrar Argentina en los foros internacionales.

Hay puntos de convergencia con los Brics y con China y Rusia. No son puntos de contacto ideológico, sino más bien desde el interés y la necesidad. La crisis de las economías centrales restringió el juego y está generando otros circuitos. Esta paradoja fue resaltada en el documento final de la reunión de Brics con Unasur: las economías emergentes fueron las que sostuvieron el crecimiento del PBI mundial cuando las economías centrales se caían. Y son ellas –en algunos casos, como el argentino, porque han sido traicionadas y maltratadas–, las que participan en estos nuevos circuitos de inversión e intercambio.

Es un proceso incipiente y sería exagerado hablar ya de formas alternativas a la hegemónica, pero es real que los Brics y los países de Latinoamérica crecieron cuando Estados Unidos y Europa entraron en crisis. Y además, en ese movimiento, China se ha convertido en uno de los principales socios de estos países. El intercambio con Brasil es de 80 mil millones de dólares y con Argentina de 20 mil millones. Rusia se sumó a este proceso después de que su intento de colar con Europa llegó a un límite.

Parecía obvio que tras el gran salto comercial que se dio entre estas regiones, surgieran también formas de financiamiento propio. Brics y Celac anunciaron la creación de un fondo de 20 mil millones de dólares para obras de infraestructura en América latina y otro de cinco mil millones para el Caribe. Argentina ya tiene acuerdos con los chinos para la construcción de dos grandes represas, y con los rusos en el área de la energía atómica. El financiamiento para obras de infraestructura en energía y transporte está asegurado, sin contar que grupos chinos han comprado dos de las grandes petroleras argentinas privadas interesadas en participar en Vaca Muerta.

Entre las siete plagas que pronosticaron para Argentina si no les paga a los fondos buitre están muchos de esos puntos. En la segunda solicitada que los fondos publicaron en el país, se refirieron específicamente a Vaca Muerta. Siguieron el procedimiento tradicional de presión mediática: pagaron a un economista para que escribiera como si fuera un técnico neutral en una publicación especializada. El artículo del economista Bernard Weinstein fue después levantado para hacerlo rebotar en los medios de difusión masiva. Estos medios agrandan la chapa académica de Weinstein y destacan el perfil neutral y ultraespecializado de la publicación y repiten lo que los fondos buitre pagaron para que se diga: si Argentina no les paga, no entrarán inversiones para explotar Vaca Muerta y las que ya están se retirarán.

Si se retiran las que ya están, perderán lo que ya pusieron. No parece inteligente el razonamiento del “economista neutral” Bernard Weinstein. Y además, muchas de las nuevas inversiones están alineadas desde China, Rusia y otras fuentes que no tienen contagio con los fondos buitre.

Cuando se publicó esta segunda solicitada se escuchó una entrevista radial al argentino Claudio Loser, virtual ministro de Economía argentino en los gobiernos de Menem y la Alianza, ya que durante esos años fue director del Hemisferio Occidental del FMI y dirigió las negociaciones con Argentina. Fue el encargado de imponer las políticas de despidos y congelamiento salarial, ajustes y cierre de empresas de esos años.

Loser reconoció que había inspirado el texto de la solicitada de los fondos buitre. “Me pidieron un documento que yo había hecho, pero no imaginé que después iba a salir publicado así”, aseguró a la radio. “Realmente pienso eso –afirmó, como si sólo lo movieran sus convicciones– si no se paga, la gente se va a asustar y va a provocar corridas del dólar e inflación.”

Loser encabeza la consultora Centennial, que asesora a los fondos buitre contra la Argentina. Todo lo que haga se mueve en ese cuadro: desde el artículo de Weinstein hasta la solicitada, así como el documento de Centennial y sus declaraciones por radio. La estrategia de los fondos es debilitar la posición argentina incluso dentro del país. Así lo demuestran las solicitadas, la visita del Grupo de Tareas y su reunión con periodistas locales y ahora la aparición pública de un argentino que defiende a los fondos: “Hacen lo que haría cualquier empresario: comprar barato y vender caro”.

En los Estados Unidos, el fondo de Paul Singer ha gastado fortunas en el lobby político para respaldar sus intereses económicos. En Argentina se escucha mucho a algunos periodistas y economistas criticar la búsqueda del gobierno nacional de respaldos de otros gobiernos y organismos internacionales, incluyendo al Tesoro y al gobierno de los Estados Unidos. Afirman que no tiene incidencia en el desarrollo judicial. Sin embargo, Paul Singer le ha dado mucha importancia. Roberto Shapiro y Nancy Soderberg y los demás integrantes de la American Task Force Argentina no son empleados baratos. Hubo denuncias de que por lo menos tres senadores, entre demócratas y republicanos, habían recibido más de 120 mil dólares cada uno del Fondo Elliot de Paul Singer. Y eso es nada más lo que se pudo comprobar.

En Argentina, sin embargo, hay periodistas y economistas que se empeñan en tratar de demostrar que no tiene importancia lo que sí la tiene para Paul Singer. Si los fondos buitre han gastado millonadas para hacer lobby en los Estados Unidos, seguramente tendrían que haber gastado otro tanto en Argentina, que es el país deudor, el que tiene que pagarles a ellos, según Griesa. Aunque no ha habido una Task Force en Argentina, sería absurdo para los fondos buitre que ese dinero no esté circulando también en el país, sobre todo si, como está demostrado, tienen una estrategia que están desarrollando aquí. Es difícil que aparezca un argentino hablando abiertamente a favor de los fondos y en contra del país y que reconozca que recibe un aliciente económico de estos fondos. La aparición pública de Loser no sería tan casual si lo que pretende es naturalizar la imagen de un argentino a sueldo de estos fondos, abrir el camino para que lo sigan otros y debilitar la posición argentina en su frente interno. Un argentino en ese lugar todavía está visualizado como antiargentino.

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