El Experto Independiente de la ONU sobre los efectos de la deuda externa y otras obligaciones financieras internacionales sobre “el pleno ejercicio de los derechos humanos, en general, y económicos, sociales y culturales, en particular” acaba de presentar un duro informe sobre la situación creada por los fondos buitre. El argentino Juan Pablo Bohoslavsky compiló su reporte por pedido del Grupo de los 77 a las Naciones Unidas, como preparación del debate de este mes sobre el efecto del litigio de los fondos de inversión contra la Argentina. El Experto Independiente resalta que “es posible identificar algunos factores que de hecho frenan los esfuerzos multilaterales para combatir la pobreza extrema y exacerban los problemas de la acción colectiva... Uno de esos factores son los litigios de los llamados fondos buitre”.

Bohoslavsky prepara un informe amplio a presentar en octubre sobre el efecto global del endeudamiento financiero en los países pobres y de desarrollo medio. En este informe especial, recuerda que “los países toman deuda soberana para implementar políticas económicas domésticas y políticas sociales para promover el crecimiento y el desarrollo. Pero si no son manejadas como se debe, las deudas pueden crear millones de nuevos pobres, en particular si hay una crisis de deuda. Estas crisis ya han mostrado efectos amplios y globales sobre la estabilidad financiera, el crecimiento económico y la realidad de los derechos económicos, sociales y culturales. Es por eso que en los últimos años las Naciones Unidas se ocuparon cada vez más de los asuntos financieros globales”.

Después de recordar las resoluciones cada vez más abarcativas sobre deuda, en particular las de la comisión de Derechos Humanos, y las permanentes recomendaciones para que los países endeudados legislen contra las jurisdicciones extranjeras, el experto independiente recomienda dureza en la futura declaración sobre el conflicto de la Argentina. “Los litigios de los fondos buitre no sólo impiden que las naciones más pobres y endeudadas dispongan de los fondos liberados por las renegociaciones de deuda para su propio desarrollo, sino que complican las mismas reestructuraciones al crear un problema fundamental de peligro moral: los que no aceptan una reestructuración de deuda y litigan contra el deudor soberano ganarán todo, mientras que los que hagan un esfuerzo y acepten el hecho de que la deuda sea reducida serán los únicos en quedar pelados. Con semejante riesgo, los acreedores seguramente serán más reacios a cerrar tratos de reestructuración con deudores soberanos y, por tanto, las crisis y las negociaciones serán más largas, más difíciles y menos predecibles. Además, si los deudores soberanos son forzados a darles a unos pocos acreedores privados y altamente especulativos un trato preferencial a expensas de los acreedores que hacen sacrificios para que el país se recupere, la primera víctima será el deber de hacer una evaluación de riesgo seria. Y los mercados financieros necesitan más prudencia, no más riesgo”.

Bohoslavsky recomienda plenamente que la ONU legisle el tema porque “los disruptivos litigios de los fondos buitre son apenas una –aunque seguramente la más prominente– evidencia del problema del vacío legal global sobre reestructuración de la deuda. Nuestro entendimiento del problema de las deudas soberanas cambió en la última década de un modo que presenta un caso firme para la creación de reglas internacionales mínimas pero firmes y sanas sobre las reestructuraciones”. Las opciones son leyes naturales, acciones colectivas, programas multilaterales de facilidades y mejoras legales para los más pobres.