Lun 15.09.2003

EL PAíS  › COMO ES EL PERONISMO QUE NACIO AYER

La hegemonía

› Por Sergio Moreno

Néstor Kirchner volvió a tener otro día de gloria electoral a menos de cinco meses de haber ingresado en aquel ballottage que no fue y que finalmente lo depositó en Balcarce 50. Eduardo Duhalde revalidó sus laureles de gran estratega, ganados aquella fría noche de abril. Felipe Solá puede florearse ahora por un terreno que comenzó a sentir más propio desde ayer. Carlos Reutemann perdió un aliado y, a la vez, un adversario. Al peronismo le faltan aún un par de piezas, que no por menores dejan de ser importantes, para alistar el tablero final donde en poco tiempo volverán a cruzar espadas sus condottieri. Sin nadie a quien tenerle miedo, sin oposición a la vista, un hegemónico y variopinto PJ prepara, modela, da vida al golem de la oposición interna, habida cuenta de que, per sé, es oficialismo en casi todo el territorio de esta dulce tierra.
El Presidente, gran victorioso de la jornada de ayer, ha ganado por dentro y por fuera de su partido. Esa es su idea. Arriesgó bastante; le dijeron que era temerario; no le importó y jugó muy fuerte, como acostumbraba a hacerlo Carlos Menem, y ganó. Ganó con el peronismo y ganó sin el peronismo. Ganó en la provincia de Buenos Aires y ganó en la Ciudad de Buenos Aires. Ganó por derecha y por izquierda. Ganó en su pago chico y en tierras por él desconocidas. Ganó.
Su aliado, viejo padrino y poderoso antecesor, Eduardo Duhalde, impuso sus criterios, su sapiencia de viejo puntero de Lomas de Zamora. Sus previsiones se hicieron realidad y revalidó galones ganados en tantas elecciones comarcales. Duhalde tiene claro un par de cosas: sacará lustre desde su flamante cargo político en el Mercosur y se embarrará los mocasines trajinando la interna del PJ, al cual –ya dijo a sus centuriones– quiere presidir, y la próxima elección para garantizar que su mujer, Hilda “Chiche” González, suceda a Felipe Solá en la gobernación bonaerense. A saber por cómo fueron los resultados de la víspera –excelente comicio para Solá cuanto para su lista de diputados nacionales, que llevaba lastre como para preveer una elección no tan buena como la que hizo–, y a pesar de que pocas cosas son previsibles en la Argentina, el ex gobernador y ex presidente tiene muchísimas chances de ver sus sueños hechos realidad.
¿Quién se atreverá a enfrentársele en la interna partidaria? Duhalde ha ganado prestigio y poder desde que asumió la Presidencia de la Nación. Ha suavizado y mejorado su relación con la mayoría de los gobernadores peronistas. Ha sellado una alianza de hierro con Kirchner, quien no se opondrá al bonaerense –porque ni quiere ni puede– en una interna partidaria. Ser menemista es, hoy, sinónimo de riojano, sólo un amargo recuerdo con nulas chances de articular fuerza alguna de enfrentar al bonaerense. La sede de Matheu al 100 lo espera.
Felipe Solá es gobernador. Desde ayer, de verdad. No por herencia, no por la huida cobarde del titular del cargo. Ayer se lo ganó él, Felipe, con el aparato del señor de la colina, Duhalde, es cierto, amén de lo cual el gobernador interino devino gobernador legítimo, electo por el voto de casi la mitad de los electores de la provincia más grande del país. Solá tiene legitimidad y “la lapicera”, como gustan metaforizar en la política cuando hablan del poder de los cargos ejecutivos. Su debilidad puede no ser tal; no tiene reelección e Hilda “Chiche” Duhalde se prueba el traje de gobernadora. No obstante, de cómo pise el terreno en los próximos años dependerá su futuro, que hoy se antoja venturoso.
¿Contemplarán los estrategas de Felipe que pelee por el lugar al que también aspira Carlos Reutemann, verbigracia, el de la oposición intramuros a Kirchner desde el centroderecha? ¿Será Solá un potencial adversario del Presidente o seguirá creciendo bajo su ala y la del ex mandatario? El tiempo dirá.
Carlos Reutemann ayer perdió un aliado en aquel proyecto de confrontación, Mauricio Macri, a la vez que quedó en soledad –si no se suma Solá– a la cabeza de aquel hipotético espacio. Como si ayer no hubiese cosechado una parva pasmosa de diputados nacionales, al peronismo –así, como entidad a ser conducida y no domesticada– tributarán también los diputados que obtuvieran los candidatos del autoritarismo Luis Patti y Aldo Rico.
Una espina lleva el costado del Presidente, una sola que duele, le duele. Al cierre de esta edición, Carlos Villafañe, pupilo de Lupo en su terruño, Río Gallegos, perdía el municipio, la capital provincial, ese lugar que lo echó a andar a la política.
Nadie es profeta en su tierra.

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