EL PAíS
“Ir a Seguridad es como sentarse en una silla eléctrica o aún peor”
El designado ministro de Seguridad, Juan José Alvarez, dijo a Página/12 que su misión será “difícil”, pero agradeció el nombramiento.
› Por Diego Schurman
“Salí vivo de una silla eléctrica y ahora me vuelvo a sentar en una silla eléctrica igual, o peor”, graficó Juan José Alvarez a Página/12. Hablaba de su pasado reciente como ministro de Justicia y Seguridad de la Nación, y de su futuro inmediato, como ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires. Pero quiere dejar en claro que la convocatoria del gobernador Felipe Solá lo “enaltece” y que por eso, a pesar de las dificultades, se decidió a jugar la partida. “Que quede bien claro –resalta–, yo voy a laburar para que a Felipe le vaya bien. Y le va a ir bien.”
Alvarez emprenderá la aventura desde el lunes, cuando sea nombrado formalmente en el cargo. Solá se decidió por él luego de una conversación con Eduardo Duhalde. El ex presidente y jefe del PJ bonaerense hizo de puente entre Juanjo y el gobernador.
–¿Cómo te ves en Seguridad? –le dijo.
–Dejame pensarlo –respondió.
–Esta bien, pero no des tantas vueltas –insistió Duhalde.
A las siete de la tarde el ex mandatario recibía el “sí” de Alvarez. Y quedó con Solá en verse el miércoles por la mañana en el Banco Provincia. Hablaron del Presupuesto, de la política de seguridad futura y de la policía. El gobernador le confesó que no quería improvisar ni perder tiempo y que apelaba a la experiencia de Alvarez, quien ya había ejercido el cargo en la provincia durante la gestión de Carlos Ruckauf.
Hubo tiempo para hablar en términos personales. Los dos reconocen que no los une la amistad. Y también que en los últimos años se han descalificado mutuamente. A Alvarez le dolió la distancia que Solá tomó de la lista de diputados que lo acompañó. Si bien el mandatario provincial centró su enojo en Ruckauf, no tuvo empacho en marcar diferencias con el resto de la boleta que colgaba de su candidatura afirmando que se trataba de un “combo” impuesto por Duhalde. La muestra más cabal de la difícil relación fue el faltazo de Alvarez a la recepción que Solá hizo en la residencia de La Plata a los diputados electos.
De todos modos, el designado ministro no quiere que lo vean como un “topo” de Duhalde, sino como un “tipo con oficio” que puede dar una mano para enfrentar el “terrorífico” tema de la inseguridad, para el cual dijo no tener una “receta mágica” aunque admitió que le gustaría “más policía en la calle”.
Por ahora no marcó grandes diferencias con su antecesor, Juan Pablo Cafiero, con quien se reunió ayer. Igualmente tiró ayer algunas frases de su línea, calcadas de las que pronunció al asumir en el mismo cargo en octubre del 2001:
- “Al delito se lo combate con la ley, no con más delito.”
- “Habrá mano dura, sí, para los policías que delinquen.”
- “Algunos policía se convirtieron en agentes de la inseguridad.”
Alvarez dijo que no habrá anuncios “grandilocuentes”, insinuó que podría implementar una estrategia distinta para terminar con los desarmaderos. “Pensaron una reforma tan ambiciosa que, por tal, no se hizo. Prefiero algo más efectivo”, se lo escuchó decir en la intimidad poco después de recibir el llamado de Roberto Lavagna desde París para felicitarlo por el nombramiento.
Al hablar de “silla eléctrica”, Alvarez parece querer dejar en claro que a su nombramiento –agradecimientos aparte– no lo interpreta como un premio. Se sabe, son pocos los que salen indemnes después de ser ministro de Seguridad en la provincia de Buenos Aires. Juanjo, además, desiste de los fueros que desde el 10 de diciembre le corresponderían por haber sido elegido diputado. Las ambiciones y las lealtades políticas pudieron más.
En la intimidad, el ministro designado repite una anécdota de cuando asumió ese mismo cargo, pero en el 2001. Fue cuando llamó a la casapaterna y contó que Ruckauf le había ofrecido manejar el área de Seguridad.
–Yo sabía que ese hombre no te quiere –le contestó su padre.
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