EL PAíS
Cumbre Hillary y Cristina, más allá de sus dos maridos
La lamentable investigación del atentado a la AMIA ocupó el centro de la reunión junto con la propuesta de una comisión parlamentaria femenina.
› Por Sergio Moreno
Se subió al Tango-01 para recorrer rápidamente y sin demoras los 400 kilómetros que separan a Nueva York, la capital económica del imperio, de Washington, la capital política. Allí la esperaba, con agenda abierta, Hillary Rodham Clinton, ex primera dama norteamericana y actual senadora por el Estado de Nueva York, en su despacho del Capitolio, color amarillo patito, decorado por ella misma. “El Congreso es un espacio tan masculino que hay que ponerle un toque de mujer”, dijo mostrando sus oficinas la mujer de Bill Clinton. Cristina Fernández de Kirchner sonrió. Era lo que había ido a buscar.
Ambas son esposas de ex o actuales presidentes, ambas senadoras, ambos cuadros políticos que impulsaron las carreras de sus maridos hacia el punto álgido del aerópago del poder en sus países, ambas quieren tener futuro en esta arena más allá de sus maridos. Salvando las (gigantescas) distancias entre un país y otro, Hillary y Cristina, políticas en países que las llaman por el nombre, guardan todo esto en común. La mujer de Kirchner fue a buscar una foto, a mostrar similitudes en el estilo y a entablar una relación política y personal entre ambas. Hasta ayer había logrado todas esas cosas. La senadora argentina salió contenta de la reunión, que duró poco más de una hora (tiempo inusual según estimó el vocero presidencial, Miguel Núñez, ya que “está el Parlamento funcionando a pleno”), e invitó a su par norteamericana a viajar al sur, a la Patagonia, a conocer los glaciares y a comer corderito local. Hillary dijo que le encantaría regresar a la Argentina (estuvo en 1995) y que, si bien no conocía el suelo natal de Kirchner, sabía de qué se trataba porque la Patagonia argentina es “famosa” en Estados Unidos debido a que Ted Turner y Silvester Stallone, entre otros magnates, tienen tierras allí.
La reunión comenzó a las 16.30 hora local. Cristina, pantalón fucsia y chaqueta negra, fue acompañada de Núñez y un intérprete. Hillary, pollera negra y saco gris, la esperó con un asesor y empezó la charla más formal felicitando a Kirchner –el marido que había quedado en Nueva York– por la negociación que realizó con el Fondo Monetario y por el “alto nivel de popularidad” que tiene entre los argentinos. Después se sumergieron en los tres temas centrales del encuentro: la investigación sobre el atentado a la AMIA, la creación de una comisión parlamentaria femenina sobre temas de seguridad y justicia social y la situación por la que atraviesa Gabriela Arias Uriburu, a quien su marido jordano le quitó los tres hijos que tienen en común y se los llevó a su país, donde ella no puede verlos ya que se lo impiden las leyes locales.
Hillary Rodham se mostró interesada y conocedora de la causa sobre la AMIA. Dijo que allí, en el atentado contra la mutual judía, “había muerto un neoyorquino” que no identificó. Fernández, que utilizó la misma comparación que había expuesto su marido ante la asamblea de Naciones Unidas (“los atentados a la embajada de Israel y a la AMIA son nuestras Torres Gemelas”), expuso largamente sobre las irregularidades en la sustanciación de ambas causas, La senadora criolla conoce el tema porque integra la comisión de seguimiento de los atentados en el Parlamento y en ese momento se sumó a la denuncia sobre la deficiencia y los encubrimientos en la investigación.
A Hillary le interesó el levantamiento de los secretos de los servicios de inteligencia y de las fuerzas de seguridad. Fernández le comentó que, ahora, el gobierno está buscando a un país mediador ante Irán para destrabar el conflicto creado por el pedido de extradición de cuatro iraníes demandado por el juez Juan José Galeano. A Hillary le pareció una buena idea. La senadora por Santa Cruz remató su alocución con otro concepto cuya factura conoce, el de que terrorismo y pobreza y exclusión social van de la mano. “No hay seguridad sin prosperidad”, dijo. Se sumergieron, entonces, en el otro tema del meeting, la creación de una comisión parlamentaria de mujeres sobre seguridad y justicia social. La idea fue propuesta por la argentina; la norteamericana la aceptó con beneplácito. Ahora deberán trabajar los asesores para ponerla en marcha y fijar sus características.
La charla llegó a si fin. La ex primera dama acompañó a su visitante hasta la puerta de su despacho. Como recordando algo, le preguntó:
–¿Usted es senadora porque su marido es presidente, no?
Cristina no hizo esperar su respuesta:
–No. Yo soy senadora mucho antes de que mi marido fuese presidente.
Después voló a Nueva York con una sonrisa en los labios.
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