Lun 17.11.2014

EL PAíS  › OPINIóN

El cacerolazo del 13-N

› Por Norma Giarraca y Julieta Godfrid *

Nuevamente salieron a las calles con carteles y reclamos de aparente contenido institucional. Ya no tienen el nivel de convocatoria de aquel 8-N, pero algunos medios y políticos siguen insistiendo en sus sentidos democráticos y republicanos. No obstante, desde aquellas primeras protestas y marchas de 2012 hasta éstas, hubo tiempo para indagar frente a qué tipo de fenómenos estamos y para darnos cuenta de la necesidad de encontrar nuevos criterios para definirlas y distinguirlas, sobre todo de aquellas que recordamos de los comienzos del siglo, con las que se pueden confundir.

Paradójicamente, las protestas de 2001-2002, a pesar de forzar las renuncias de miembros de las instituciones más importantes del país, son consideradas acontecimientos significativos en la lucha por la democratización de nuestro país. En cambio, éstas que se presentan como “guardianas de la democracia republicana” no son ubicables en esos mismos espacios. Por eso, con el interrogante ¿qué se vio del 13-N en las calles de la Ciudad de Buenos Aires?, nos hacemos otro interrogante que reenvía a la búsqueda de criterios para caracterizar las protestas que interpelan a los gobiernos de la democracia que no hace tanto conseguimos.

El lugar de manifestación fue la Plaza de Mayo, pero muchos se encontraron en Santa Fe y Callao para luego marchar. Predominó población adulta y mayor; portaban carteles que “alguien” les dio, decían que se habían enterado por las redes o por gente conocida. Detectamos conocidos organizadores de esta y otras protestas que eran ignorados por quienes marcharon, ellos “no existen” aunque hablen para CNN o marquen si la manifestación se lleva a cabo o no. Todos están convencidos de la espontaneidad del encuentro.

Desde los balcones alguna gente saludaba, aplaudía, un hombre esperó el cacerolazo desde la calle Santa Fe con dos megáfonos. Proclamaba consignas como “ya no es que se vayan todos, ahora es hay que sacarlos a todos”. Y desde la manifestación le replicaron: “Dejemos que los megáfonos de la marcha hablen”. Las voces se superponían, mientras la manifestación avanzaba. Al llegar a la Plaza de Mayo, el cacerolazo le dio la espalda a la Casa Rosada, casi sobre el borde de la plaza; la gente se agrupaba alrededor de dos camionetas. A poco tiempo de llegar entonaron el Himno Nacional entre dos y tres veces, aplaudieron y gritaron los consabidos “viva la patria”. Se organizó una suerte de ronda de oradores, fueron solicitando la palabra y de manera bastante exaltada contaron por qué estaban ahí: corrupción, inseguridad, inflación, recuperar la República, abuso de poder, etcétera. A diferencia de otras marchas, los políticos opositores ya no fueron bienvenidos. Dice una entrevistada: “Cuando decimos que todos están en la mira, es porque todos están en la mira, nosotros no tenemos una preferencia por un político o hacemos campaña por un político, hace un rato pasó el Momo Venegas por acá y lo reputeamos igual que la reputeamos a Cristina, si pasa Macri lo vamos a reputear también”. Pero a la hora de seleccionar candidatos para 2015 no dudaban y los elegidos eran mayoritariamente Macri y Carrió.

La clave para comprender el sentido de la acción de las protestas iniciadas en septiembre de 2012 reside en quiénes son convocantes y acompañantes, lo que denominamos en otros artículos “condiciones de contexto” (ver Página/12 del 5/11/2012) o también “terceros actores”. Mientras las rebeliones de comienzo de siglo eran seguidas e intervenidas por organismos de derechos humanos, intelectuales comprometidos con las causas de igualdad, libertad y democracia de todo el mundo, etc., éstas son convocadas y acompañadas por los sitios de Facebook titulados “El Cipayo”, “El antiK”, “Gorilas antes que planeros”, etcétera. Fueron acompañadas por personajes como Cecilia Pando y aparecieron cuando se buscaba socavar un gran consenso electoral. No conviene subestimar la participación de estos “terceros actores” en aquellas protestas de principios de siglo y menos aun en éstas, en tiempos más avanzados de las redes sociales. Por eso, más que centrarnos en estéticas o tipos de demanda (el jueves se oyeron reclamos en contra de Monsanto o de megamineras tan propios de otro tipo de acciones), proponemos bucear en quiénes acompañan estas protestas para comprender un poco más qué papel están jugando en los complejos procesos de democratización aquí y en toda América latina.

* Sociólogas, Instituto Gino Germani (UBA).

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